Gaza no sufre por una catástrofe, sino por una política deliberada del capitalismo en su fase más avanzada: dominación militar y control del hambre. Bancos, empresas, fondos financieros y ejército se integran en la maquinaria del monopolio para refinar la guerra.
Israel y EE.UU. retiraron a la UNRWA la responsabilidad de distribuir la ayuda humanitaria y la pasaron a la "Fundación Humanitaria para Gaza" (GHF), empresa privada que actúa como brazo operativo del capital, decidiendo quién come, bajo qué condiciones y con qué acceso.
GHF, vinculado al aparato militar israelí, canaliza, vigila y ejecuta la ayuda humanitaria bajo criterios propios, prolongando el bloqueo con tal que ‘’la ayuda no llegue a Hamás’’. El control sobre la comida es tan estratégico como el control del territorio.
La GHF reparte cajas con 4 kg de harina, pasta, legumbres y galletas, sin agua ni medicinas. Solo hay 4 puntos de ayuda para millones, con controles y escaneos oculares que deciden quién entra. Muchos, tras horas de espera, se van con las manos vacías.
Controlar la comida e impedir su acceso es matar sin disparar. El hambre enajena, en palabras del poeta Husam Maarouf: «cuando el hambre se vuelve colectiva, sabes que todas las manos que te rodean ya están cortadas». Controlar la comida destruye el tejido social desde adentro.
Disparar a quien busca comida es garantía del monopolio de recursos. El pánico está sembrado y la conducta colectiva moldeada a través del miedo y carencia. Esta política es eficaz no solo porque mata sino porque hace que la población acepte la muerte como rutina inevitable.
La ayuda humanitaria está mercantilizada. Empresas de suministros de alimentos, seguridad, gestión digital y logística se han llenado los bolsillos, el genocidio es oportunidad de expansión. Los mismos actores del exterminio se presentan como los únicos capaces de reconstruir.
Por ejemplo, Safe Reach Solutions, con apoyo de McNally Capital, maneja millones en contratos logísticos. Esto no es un fallo de democracia o una acción de excepcional maldad sino el capitalismo funcionando acorde, todo vale con tal de generar beneficio.
La ayuda ya estaba mercantilizada bajo UNRWA: financiada por Estados de la ONU según sus intereses, con fondos condicionados. Los donantes han usado la agencia como herramienta de control y contención, supeditando la ayuda a sus agendas políticas y al capital global.
A UNRWA no le supone problema la mercantilización y privatización en sí, sino que pierde participación en el reparto imperialista frente un nuevo agente vinculado de forma más directa al capital privado. Es un conflicto entre fracciones del capital por el control de los recursos.
No se trata de señalar los hechos en Gaza como una crisis humanitaria en abstracto, absolviendo a Israel y los diferentes agentes de culpa. El hambre no es resultado del abuso del sistema, sino este funcionando bajo la lógica del capitalismo monopolista.
No valen los lamentos de los mismos agentes que han contribuido con mucho gusto a la máquina mercenaria del capital siempre que les favoreciera.
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Cuando la Iglesia decide introducirse en barrios marcados por la precariedad no lo hace solo desde el gesto simbólico de devoción. Se trata de una intervención estratégica para operar en la conciencia: una explicación divina al sufrimiento material.
La religión actúa como forma ideológica enraizada en la sociedad. En sus orígenes, como única forma de dotar de sentido y explicar la existencia humana. Su papel ha sido históricamente el de traducir las relaciones materiales de opresión en formas espirituales de aceptación.
Ahora, como oferta en el mercado ideológico en competencia con otras cosmovisiones. Su vigencia no radica en su necesidad histórica, sino en su adaptación al consumo. Ya no es elegida por convicción estructural sino como una opción de «estilo de vida».
Analicemos lo que dice este desgraciado partiendo de esta afirmación: que los inmigrantes reciben más ayuda que los españoles en La Rioja –no es casual que Vaquero haya escogido esta comunidad–.
En La Rioja, el PIB surgido de la actividad agrícola es casi el doble que el de la media nacional -5,2% frente al 2,6%, según el INE (fuente en la imagen)-. Del total de trabajadores en la agr., el 66% son inmigrantes.
El trabajador inmigrante agrícola cobra, por lo general, el SMI según los datos oficiales. La realidad es mucho peor, tal y como demuestran los infinitos casos de abusos. Para acceder a ayudas como el IMV, un inmigrante ha de cumplir los mismos requisitos que un español:
El esquirolaje no es traición individual, sino una herramienta patronal para romper la organización obrera. Esto no sería posible sin UGT, que firmando un convenio basura busca desconvocar la huelga unilateralmente, debilitándola jurídicamente y facilitando el paso a esquiroles.
El esquirol, ya sea amparado en la excusa de «su» libertad individual o aterrorizado por la posibilidad de perder su sustento, acude sumiso al burgués confiando en su «misericordia».
Pero la historia es clara: Roma no paga traidores. En la lucha de clases, todo lo que no fortalece la unidad de la clase trabajadora es pan para hoy y hambre para mañana.
Los trabajadores del metal de Cádiz se movilizan en huelga para enfrentar la explotación y la fragmentación causada por la patronal. Pero quisiéramos centrarnos en el comunicado de @CTM97560609, ejemplo de vanguardia obrera:
La huelga del metal de Cádiz no nace solo del bloqueo en la negociación del convenio, sino del hartazgo acumulado por abusos diarios: horas extras de trabajo bajo el sol gaditano, impagos y contratos fijos discontinuos con todo tipo de irregularidades.
Los disturbios de Los Ángeles como respuesta a las redadas del 6 de junio se reducen a la ciudad –desgraciadamente y de momento–, pero demuestran con claridad el factor acelerante que supone la administración Trump para los conflictos internos de la sociedad americana.
Una cosa a señalar es que por el momento –y también por desgracia– el nivel de virulencia no es comparable al de episodios anteriores. Este hilo de @Chongxi_Bai lo resume bastante bien:
Los acontecimientos arrancan el 6 de junio con una redada de ICE –«Servicio de Control de Inmigración y Aduanas»– en Los Ángeles contra inmigrantes indocumentados focalizada en varios establecimientos del Home Depot y algunos comercios mayoristas de ropa.
Un problema general de la retórica del auge reaccionario es que en buena medida descansa en los resultados electorales. Resultados que, además de falibles, no computan ni registran clases sociales.
La tendencia al reaccionarismo entre la pequeña burguesía, por ejemplo, es innegable, pero el mapeado de los distritos electorales no distingue entre pequeñoburgueses y proletarios.
Y si consideramos los resultados electorales como prueba definitiva, en el barrio obrero el verdadero ganador es o el PSOE o la abstención. Abstención que no es necesariamente positiva,