¡Arrepentíos o arded en la hoguera! La religión lleva siglos señalando con su dedo acusador a todo el que se sale de la norma, mientras recluta fieles mediante su poderoso adoctrinamiento y otros métodos. @CervantesFAQs los explica a través de la ficción en la tele y en el cine: 
Antes de empezar, un inciso con Michael J. Anderson abriendo Carnivàle, una serie creada por Daniel Knauf e imprescindible para reflexionar sobre el Bien y el Mal, lo humano y lo divino, lo terrenal y lo intangible:
En cada religión hay buenas enseñanzas que son profanadas por el fanatismo. También por la incorrecta interpretación que se haga de ellas. E, importante, por la treta usada por estados que deberían ser laicos pero profesan una única confesión cuya ley impera sin preguntar a nadie
Así, la fe y el miedo tienen vía libre para secuestrar las mentes. Estos 2 medios se refuerzan con la llegada de una tragedia. En la Biblia, Jesús vino para salvarnos, pero lo asesinamos. En el Apocalipsis vuelve y se lleva a los justos a los Cielos, dejando a los impíos (Rapto):
En The Leftovers, de Damon Lindelof, el 2% de la población mundial desaparece. Todo apunta al famoso rapto bíblico así que, por si acaso, algunos deciden bautizar a sus retoños, no sea que el buen Jesús se encolerice y nos los arrebate:
Pero no siempre es la tragedia el misterio que usa la Iglesia para llamarnos a filas. A veces lo hace con el fenómeno contrario: Los creyentes lo conocen como ‘milagro’. En Lost, serie también de Lindelof, esto le sucede al personaje de John Locke: 
El bueno de John Locke era paralítico cuando su avión se estrelló en una isla muy especial que le devuelve la movilidad a sus piernas, haciéndole recobrar su fe y mantenerla hasta el final de sus días. John no asocia este milagro a Dios, pero la metáfora del creyente es clara:
Otro personaje en Lost que experimenta una epifanía es Mr. Eko, un violento narcotraficante que es arrasado por la tragedia de perder a su hermano sacerdote en un accidente de avioneta en la que montó por su culpa: 
Al separarse de su hermano, Eko usurpa su cargo en la Iglesia. Después se redimirá al encontrar el cadáver en la isla. Y es que, cuando pierdes la fe o caminas por valles de tinieblas no debes temer: la vara y el cayado del Señor estarán ahí para confortarte, o para enderezarte:
De nuevo las tragedias acercan a la población al culto a Dios. Retomamos Carnivàle y al villano protagonista, el sacerdote Justin, quien sufre la muerte de unos niños huérfanos al incendiarse la misión en la que él les cobijó. A raíz de la desgracia, los fieles financian su causa
Pero este bondadoso sacerdote está en realidad poseído por un ente diabólico, no apto para espectadores con problemas cardíacos. Una brillante metáfora del mal que la Iglesia genera, de su egoísmo y su afán de castigo. Así es como Justin sanciona a una mujer que roba del cepillo:
Él le promete la salvación de su alma previo sometimiento, acogiéndola como empleada del hogar. Ella se lo agradece trayendo a sus familiares, afectados por la Gran Depresión, a la misión de Justin. Y no es la única serie que muestra cómo un culto capta adeptos tras un desastre
The Path, de Jessica Goldberg, nos adentra en la turbia secta capitaneada por Michelle Monaghan y su esposo, Aaron Paul, quien está en plena crisis de fe. El piloto arranca con los miembros de la organización salvando a los supervivientes de un tornado y cobijándolos bajo su ala:
La serie explora las vías de la charlatanería y los aprovechados que la promulgan, los dogmas y la confianza ciega, pero también el poder de la pertenencia al grupo, la opinión de la familia y la lealtad. Conceptos en los que se apoya la Iglesia para no perder a sus miembros. 
Y es que, cuando el creyente (ya sea en una religión o en todo un sistema) detecta que alguien puede salirse de las pautas marcadas, no duda en usar los métodos más agresivos emocionalmente para volver a meterlo en vereda, como en la película Captain Fantastic, de Matt Ross: 
Cuando la esposa del personaje de Viggo Mortensen fallece, este y sus seis hijas e hijos, que viven de forma alternativa al sistema, se ven obligados a acercarse a la civilización y su salvaje capitalismo. Esto contrasta con sus detractores:
La Iglesia, con su miedo a perder los privilegios, siempre ha detestado el pensamiento alternativo. El colectivo LGTBIQ+, científicos, comunistas o feministas hemos sido objeto de su furia. Nos tildan de sacrílegos y brujas a las que no hace tanto se quemaba en la hoguera.
La más famosa, Juana de Arco, fue santificada después por la Iglesia católica. ¿Arrepentimiento de una entidad que creó organismos como la Inquisición o que a día de hoy considera un pecado la homosexualidad o el adulterio? 
Incluso algunos de sus miembros fueron perseguidos por abrir los ojos y darse cuenta de que la Institución nunca ha ejemplificado amor sino avaricia, mentira y, sobre todo, apego a sus privilegios sostenidos durante tanto tiempo. El nombre de la rosa ya nos lo contó: 
Y los que se llaman a sí mismos rectos se apoyan en el fanatismo para seguir estando en la cúspide de la pirámide, y persiguen a los que se atreven a delatarlos. Por lo visto no aprendieron ninguna de las lecciones de humildad que su jefe predicaba... 
Porque la Iglesia, al contrario que Dios, no perdona, y deja claro que tiene un castigo para ti si abandonas sus directrices. Te chantajea con el miedo y no te explica que, en realidad, tu destino depende de lo patán que seas o de si tienes una flor en el culo. Just like Homer:
Olvidándose de cómo el cristianismo lleva lavando cerebros adultos e infantiles desde las primeras gotas de agua bautismal. Lo bueno es que estos mismos cerebros a veces les ‘trollean’... 
En Camino, de Javier Fesser, una niña cuya familia pertenece a la obra del Opus Dei y que está enamorada de otro niño llamado Jesús, sufre una grave enfermedad. En su lecho de muerte, le nombra a él y a la obra de teatro en la que quiere participar, y el equívoco es hasta cómico:
Acabando en algo terrorífico cuando sus familiares, bañados en un falso éxtasis, son capaces hasta de aplaudir cuando la niña muere. La película está inspirada en hechos reales que dan que pensar en qué enseñan los fanáticos anti cabalgatas inclusivas a los más jóvenes a su cargo
Este adoctrinamiento rancio y casposo, con más años que Matusalén y más falso que Judas, ya no tiene cabida en la sociedad. Ya no nos tragamos el pecado original, las plagas o cualquier otra lección de unas escrituras que sabemos que no son más que una mala serie de ficción. 
