Fran Navarro ⚠︎ Profile picture
Escribo cosas. Creo que he inventado el 𝑡𝑟𝑢𝑒 𝘩𝑜𝑟𝑟𝑜𝑟. En @JotDownSpain, @zendalibros y allí donde habite el terror. ✉️ contacto@frannavarrobenitez.com

May 27, 2018, 24 tweets

Se ha quedado buena tarde para darle a otro #Hilostoria akropolitano. Vamos a comentar unas cosillas sobre Aníbal y el inicio de la guerra contra Roma. (Es lo que he subido en vídeo, pero para los que preferís los hilos en Twitter, aquí voy. ¿Os parece bien?). 🤓📚🏛️

Asdrúbal, el general al mando de las tropas cartaginesas en la Península Ibérica, fue asesinado en 221 a.C. Le sucedió uno de los enemigos más famosos de la historia de Roma: Aníbal, cuya determinación a la cabeza de su ejército logró someter a la mayoría de pueblos en Hispania

Aníbal tomó el mando a los 26 años (esto en la Antigüedad ya es un tío hecho y derecho), con una experiencia importante en labores militares, ya que había estado encargado de la caballería y llevaba casi toda la vida rodeado por un ambiente bélico.

Sobre todo desde que llegó a Iberia de la mano de su padre, Amílcar Barca, quien le hizo jurar odio eterno a Roma cuando era un niño.

A partir del 221 a.C., Aníbal luchó contra diversos pueblos peninsulares, derrotando a todos a su paso, configurando un imperio cartaginés en suelo ibérico, pertrechándose de grano, botín, prisioneros para ponerlos a trabajar en las minas y reclutando tropas.

Todo ello ¿con la invasión de Italia en mente? Es un sugestivo debate, pero desconocemos las intenciones que rondaban la mente de Aníbal.

La cuestión es que no pasó mucho tiempo para ver cómo “quedaba en poder de los cartagineses todo lo que había al otro lado del Ebro, salvo los saguntinos”, según nos cuenta Tito Livio. "Al otro lado del Ebro" desde el punto de vista de un romano es el sur el Ebro, claro.

Una frase un tanto exagerada por parte del historiador latino, más bien, Aníbal y los cartagineses tenían bajo control algunos pueblos, ciudades y, sobre todo, los puertos y minas que más interés tenían para los beneficios púnicos.

Pero sí, los cartagineses tenían un grano molesto: Sagunto. En su momento era conocida como Arse y tenía un tratado de amistad con Roma. Los saguntinos estaban dando la lata en territorios y a pueblos aliados de los cartagineses. Algo que a Roma no le disgustaba en absoluto.

En el 219 a.C. Aníbal decidió poner fin al cachondeo de Sagunto, y marchó con su ejército hacia la ciudad. Los cartagineses encontraron un enclave en altura y bien fortificado, por lo que la trifulca no tenía pinta de ser un veni vidi vici.

"Los operarios de Aníbal, protegidos por manteles de madera, apilaban tierra para levantar terraplenes y ganar altura en relación con la muralla. Sobre esos terraplenes, diseñados con un grado de inclinación practicable, empujaban los arietes o incluso elevadas torres de asedio"

"Las máquinas se cubrían con planchas de hierro o con pieles mojadas, con el fin de evitar que los proyectiles incendiarios de los defensores les prendieran fuego". Esta cita y la del anterior twet están sacadas literalmente del libro de @Javier__Negrete, recomendado para el tema

Aníbal no conseguía hacer mucho daño a la férrea defensa de los saguntinos, incluso resultó herido en un muslo por una lanza al acercarse demasiado a las murallas asediadas, pero la cosa tampoco pintaba muy bien para los saguntinos, era cuestión de tiempo.

La esperanza de Sagunto estaba depositada en la ayuda de sus poderosos aliados romanos. Pero la potencia latina se limitó, en principio, a enviar una embajada para pedir a Aníbal que detuviera el asedio. Aníbal ni siquiera recibió a los romanos y siguió su labor militar.

El asedio se alargó durante meses, y la única salida propuesta por Aníbal a los saguntinos era entregar todas sus riquezas y las armas, debían salir con lo puesto y solo entonces se les perdonaría la vida.

En la Antigüedad, perder las armas era como dejar de ser hombre libre, por lo que los saguntinos se negaron. Prefirieron prenderle fuego a sus riquezas antes que verlas en manos cartaginesas y muchos se arrojaron a las llamas.

El fuego se fue extendiendo por la ciudad hasta derrumbar una torre, lo que permitió entrar a unos cartagineses con mucha rabia acumulada, pasando a cuchillo a los hombres que quedaban con vida y apresando a mujeres y niños con los que poder comerciar como esclavos.

Aníbal sacó un gran botín y aun mejor prestigio entre su ejército y en las instituciones cartaginesas. La ayuda de Roma nunca llegó a pesar de los meses que duró el asedio, prácticamente un año.

Lo que sí sucedió es que, tras la toma de Sagunto por Aníbal, Roma formó un gran ejército y envió a sus dos cónsules con sus respectivas tropas a territorios que pudieran evitar la invasión de Italia por parte de Cartago.

Como ya acostumbraba Roma, envió otra embajada a Cartago, esta vez con personajes de más importancia, todos encabezados por Fabio Buteón. Éste pidió la entrega de Aníbal por haber roto un acuerdo que existía entre Roma y Cartago.

Cartago argumentó que el tratado no decía nada sobre Sagunto, a lo que Buteón contestó agarrándose sus vestiduras: “aquí traigo la guerra y la paz. Elegid lo que queráis”.

Cartago volvía a ser poderosa tras pagar la deuda que Roma le impuso al resultar vencedora de la Primera Guerra Púnica. Además se había beneficiado de una política imperial muy fructífera a lo largo de su periplo por la Península Ibérica. Y se sentían fuertes con Aníbal al mando.

La elección fue la guerra.

Así dio comienzo la Segunda Guerra Púnica entre Cartago y Roma. Y aquí termina este #Hilostoria akropolitano. Si queréis más, presentad armas y pedid más hilos con la continuación. Aníbal ya ha puesto rumbo a Roma.

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