Una semana más, nuevo hilo de #arte. Y otro viernes dedicado a una obra dramática sobre la crueldad de la guerra: El 3 de mayo en Madrid, de Francisco de Goya. Una de las estrellas del Museo del Prado.
El cuadro es una obra de gran formato: 2’68 m x 3’47 m y comparte sala con su “hermana”, El Dos de mayo en Madrid. Dos episodios ocurridos, en el contexto de una jornada histórica: la revuelta del pueblo madrileño contra la ocupación francesa y la posterior represión napoleónica.
Dos y tres de mayo o La lucha con los mamelucos y Los fusilamientos como también se las conoce.
¿Tú eres más de dos o de tres de mayo?
El día 2, la mecha prendió entre la muchedumbre congregada ante el Palacio Real y se propagó por toda la ciudad. Goya retrató un episodio especialmente cruel ocurrido en la Puerta del Sol, donde los mamelucos (guardia egipcia de Napoleón) provocaron un baño de sangre.
Sofocado el levantamiento, los franceses ejecutaron a centenares de personas. De madrugada, trasladaron hasta 44 ciudadanos al Monte del Príncipe Pío para fusilarlos. Goya nos dirige a la escena central con un farol que ilumina al grupo que afronta el último instante de su vida.
Un crudo retrato de diferentes formas de encarar la muerte. La rabia de uno que aprieta los puños y la resignación de un fraile que reza. Alguien gira la cabeza instintivamente, y otro se tapa la cara...
Y la inquietante sombra de la esquina, que más bien parece un espectro
Todos tienen un punto de terror en su mirada, como el gran protagonista de la obra, con una camisa blanca que lo hace resaltar por encima de los demás: abre los brazos y ofrece su pecho. Su valeroso gesto no oculta una mirada con un punto de angustia ante su inminente destino.
Hacer de analista de arte es gratis. ¿Recuerda a propósito a Jesucristo, el inocente injustamente crucificado por excelencia?
A sus pies, un macabro adelanto de lo que les espera: cuerpos ensangrentados amontonados.
El único personaje reconocible es el fraile, Francisco Gallego Dávila. Se sabe que fue el único religioso ejecutado en el monte. El general francés al mando de las tropas, el mariscal Murat, lo eligió personalmente para dar un escarmiento.
Enfrente, el pelotón de fusilamiento. Soldados sin rostro, posicionados como un perfecto engranaje de ejecución en serie. Otros desgraciados esperan su turno al fondo.
Al fondo de Los fusilamientos, los especialistas han creído identificar el cuartel del Prado Nuevo y el convento de Doña María de Aragón, desaparecidos en el siglo XIX, muy próximos al Palacio Real.
Esta perspectiva situaría la ejecución en un lugar diferente a donde realmente se cree que ocurrió, en la actual estación del teleférico. Los cuerpos fueron trasladados al cementerio de La Florida. Tal vez sea conveniente situarnos un poco, que no todos somos madrileños.
En ese cementerio, una humilde placa recuerda sus nombres a modo de homenaje. Parece que los grandes monumentos se reservan para grandes personajes. ¿Crees que merecerían más reconocimiento?
Un detalle (otro) que lo hace fascinante. ¿Te has fijado en los trazos, gruesos y vigorosos? ¿No recuerdan un poco al estilo impresionista? Los rostros y ropa de los propios protagonistas. El traje de los soldados, simple pero los identifica como Marineros de la Guardia Imperial.
Los fusiles y los condenados de detrás.
Compara Los fusilamientos con La ejecución del emperador Maximiliano, de Édouard Manet, realizada 50 años después.
Sin duda Goya fue una inspiración. ¿Recuerdas el Guernica? Imágenes evocadoras: la luz que ilumina la barbarie y el grito desesperado.
Francisco de Goya, un genio que volcó todo el pesimismo de sus últimos años en su obra.
historia.nationalgeographic.com.es/a/goya-pintor-…
Pero no siempre fue así. También recreó la alegría de la vida simple y tranquila.
historia.nationalgeographic.com.es/a/goya-refleja…
Muchas gracias por seguirnos una semana más.
Y feliz dia de Madrid en casa.
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