#SciFi2020 #Bradbury2020 Leyendo Farenheit 451 me dio curiosidad por buscar un poco sobre la quema de libros en la historia. Los libros son una forma persistente de la memoria, un símbolo de los que nos hablan los que pasaron.
Desde la antigüedad hubo quienes quisieron preservar la memoria colectiva o personal, en monumentos, edificios, escritos. Algunos para continuar el saber, otros como forma de mantenerse vivos después de muertos.
La caída de dinastías, o la muerte de algún faraón controvertido hacía que en Egipto se borrasen sus nombres y sus monumentos se desfiguren para olvidarlos. Un caso famoso es el de Akenathon, que quiso imponer el culto monoteísta a Atón, el dios sol allá por el 1350 a.C.
Otro caso, quizás de los primeros documentados, es el de destrucción de escritos religiosos del viejo orden en el interregno de casi 140 años entre la caída del Imperio Antiguo y el Imperio Medio en Egipto (2190 ac-2052ac). Época fascinante para investigar.
También se destruyeron los archivos de Ninive cuando cayó Asiria, aunque como sus libros eran tablas de arcilla, algunos se pudieron recuperar durante la historia. Como el caso de algunas tablillas con la Historia de Gigamesh.
Peor suerte corrieron los archivos aqueménidas en Persépolis, que eran grabados en plomo y estaño y guardados en la Sala 33 de la Fortaleza de los Espíritus, el palacio de los reyes. Fueron quemados por Alejandro Magno, probablemente como venganza de los incendios de la Acrópolis
Aparentemente de ese incendio, donde se quemaron los principales Asvestas, escritos en letras de oro sobre piel preparada de vaca, se salvó un libro manuscrito original del propio Zoroastro, que finalmente encontró su destino en el fuego en Alejandría
La famosa Biblioteca de Alejandría, fundada probablemente por Ptolomeo II Filadelfos (283 a.c.-246 a.c.) hijo de Ptolomeo I, el general de Alejandro y fundador de la última dinastía de Faraones, sufrió varios incendios y decayó gradualmente.
En sus inicios era no solo un lugar de consulta, sino algo más parecido a una Universidad actual. Empezó a declinar con una purga de intelectuales en el 145 a.c. y su colección de papiros antiguos sufrió un incendio importante durante las guerras civiles romanas en el 48 a.c.
Supongo que era el lugar ideal para armar una biblioteca, una mezcla del gusto de los griegos por el saber, y muy cercano a templos y papiros que tendrían guardados los templos egipcios. Los últimos registros de socios son del 260 d.c. y para el 275 d.c. ya no quedaba nada
Los últimos vestigios aparentemente sobrevivieron hasta que en el 391 d.c. el papa Cópto Teófilo de Alejandría ordenó demoler y saquear el Serapeum, que era una biblioteca “hija” de la de Alejandría. (hoy es un Santo)
Los romanos tenían como castigo su damnatio memoriae, para aquellos que el Senado consideraba enemigos del estado. Se borraban sus nombres de los registros oficiales y de todos los monumentos, y se destruían sus estatuas. El emperador Domiciano fue un caso.
Una pérdida monumental es la de la Biblioteca Imperial de Constantinopla, donde hubo cientos de miles de rollos de papiros. Aunque probablemente “gracias” al saqueo latino de esta ciudad durante la Cuarta Cruzada, se haya encendido el Renacimiento.
Más acá en la historia, los libros sufrieron su identificación como símbolos de ideas. Las quemas de libros, destrucción de monumentos y de vidas, durante las guerras de religión, no son más que sacrificios simbólicos a la “verdad” del fanatismo.
Así encontramos a los nazis, mostrando la quema de libros y obras de arte "degenerados" para reafirmar su propia pertenencia a una tribu.
La censura durante los gobiernos militares locales, tratando de impedir quien sabe qué cosa.
Los talibanes destruyendo monumentos de Buda, o los restos de Palmira.
El movimiento actual de “cancelación” con el que los fanáticos de la corrección política y cultural intentan envenar la libertad de expresión y el conocimiento con argumentos ideados por neosofistas.
Por otro lado, desde el punto de vista práctico del saber, la quema de una idea no se me hace importante a largo plazo. Las ideas son muy persistentes y recursivas en los hombres. Nada pensado por una mente humana no podrá ser pensado nuevamente.
Desde el punto de vista de la verdad histórica erudita, si, es una pena y probablemente se haya perdido mucho conocimiento. También desde el punto de vista artístico la pérdida es grande. Pero no solo el hombre, sino el tiempo destruyen.
Pero sí es importante desde el punto de vista simbólico, lo que el fanatismo lleva dentro, el concepto que hay quienes deban ser cuidados de algo que pensaron o dijeron otros hombres, como si fueran niños.
No podemos oponernos al tiempo que todo lo destruye, contra el que constantemente hacemos, pero sí al fanatismo que ciega. Ese es uno de los mensajes que creo da F 451
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