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Sep 29, 2020, 31 tweets

Julio de 1797. El vicealmirante Horatio Nelson arriba a las islas Canarias con una gran escuadra con intención de tomarlas, pero no cuenta con el arrojo de un pequeño contingente de milicianos, soldados y marinos, mandados por un anciano oficial. El día que Nelson perdió su brazo

El 21 de julio de 1797, el vicealmirante de la Royal Navy, flor y nata del Almirantazgo inglés, Horatio Nelson aparece en el horizonte, frente a Terife, con una formidable escuadra de 4 navíos de líne, 4 fragatas, 1 goleta, 1 balandra, lanchas de desembarco y más de 4000 hombres.

Sus órdenes: desembarcar y asaltar Santa Cruz de Tenerife, hacerse fuerte ahí y establecer una punta de lanza y base en Canarias para los ataques británicos a las costas andaluzas. Su plan táctico constaba de dos puntos importantes que permitiría hacerle salir victorioso.

La maniobra de Nelson, en una primera fase, consistía en desembarcar en la playa de Valleseco (a dos millas al nordeste de la ciudad), avanzar hasta el montículo de Altura y tomar por la retaguardia el castillo de Paso Alto para desde allí negociar la rendición de la ciudad.

Si al finalizar la primera fase no se conseguía la rendición, se iniciaría la segunda fase, en la que se enviarían fuerzas de asalto para desembarcar en la ciudad y tomarla en combinación con las de Valleseco, castigando los fuertes con artillería naval desde navíos y fragatas.

A este fin, Nelson contaba con los navíos de línea de 3ª clase HMS Theseus, de 74 cañones, HMS Culloden, HMS Zealous, el HMS Leander (50 cañones), las fragatas HMS Emerald (36c), HMS Seahorse (38c), HMS Terpsichore (32c), HMS Fox y la bombardera Rayo, capturada a los españoles.

La fuerza de desembarco la componían unos 900 hombres, entre royal marines y soldados, para tomar la ciudad. Sin embargo, el inglés no contaba con el arrojo de los tinerfeños ni la genialidad del comandante de la plaza, el teniente general Antonio Gutiérrez de Otero y Santayana.

Antonio Gutiérrez de Otero, gobernador de Tenerife, militar burgalés, tenía experiencia batiendo a los ingleses ya que como coronel había participado en 1770 en la expedición española a las islas Malvinas, tomando Fort George y Puerto Egmont, restableciendo la soberanía española.

Además, Santa Cruz de Tenerife era famosa por su gran protección a través de sus fuertes y castillos, ya que poseía fortines artillados y baterías situados en la costa y en las alturas, una ratonera casi perfecta para los asaltantes. Sin embargo, su guarnición era humilde.

Los planes de Nelson no tardaron en torcerse ya que sus buques fueron avistados por unos pescadores en la noche del 21 al 22 de julio, información con la que el teniente general Gutiérrez dio la orden de preparar las defensas para un inminente ataque.

Los oficiales españoles pronto reunieron y desplegaron todas las fuerzas isleñas de las que disponían, siendo en su gran mayoría milicias formadas por los propios vecinos, sin apenas militares de línea peninsulares, y marineros, pescadores y labriegos canarios, entre otros.

En la madrugada del día 22 de julio, tres fragatas inglesas se situaron a unas tres millas de tierra, y comenzó el movimiento de dos formaciones de lanchas de desembarco hacia la costa. La primera, con 23 lanchas, se dirigió al barranco del Bufadero.

La segunda, con 16 lanchas, navegó hacia Santa Cruz para realizar la segunda fase del plan. Aunque el plan era hacerlo inadvertidamente, los defensores ya estaban alertados de los planes de Nelson y los vientos fueron desfavorables, haciéndolas zozobrar, y fracasaron.

La mañana del día 22, las fragatas inglesas fueron remolcadas por las lanchas para fondear lo más cerca posible de Bufadero, y se produjo el desembarco de unos 1000 hombres en la playa de Valleseco. A pesar de tomar una pequeña cota, gracias a la defensa no pudieron progresar más

Intentaron pero no pudieron tomar el castillo a causa del fuego cruzado de los defensores, que disparaban desde el castillo de Paso Alto y desde otras posiciones fortificadas. Además, el teniente general Gutiérrez había enviado refuerzos para ocupar los pasos de Valleseco.

El objetivo de Gutiérrez era frenar una posible incursión en la ciudad de los asaltantes de Paso Alto. Tras un intercambio de fuego el 23 de julio y debido a lo escabroso del terreno, a la imposibilidad de movimientos y a la carencia de fuego naval de apoyo por la mala mar...

Los ingleses iniciaron su retirada y se reembarcaron en la noche del 23 al 24 de julio. Las fragatas inglesas levaron anclas y se alejaron de la costa. Mientras tanto, Gutiérrez, esperando un nuevo ataque, cambió su despliegue; dejando un pequeño destacamento en Paso Alto.

Su táctica fue concetrar las fuerzas para la defensa de la ciudad, reforzar las defensas de los puertos y mantener la alerta en las instalaciones defensivas. A la vista de sus dos fracasos, Nelson decidió atacar frontalmente, con un desembarco en el muelle al frente de sus tropas

Trataba de desembarcar en masa en el muelle, tomar el Castillo de San Cristóbal y desplegarse en la plaza de la Pila. A última hora del 24 de julio, los ingleses llevaron a cabo la preparación del desembarco con unos 700 soldados embarcados en seis grupos de lanchas.

A primera hora del 25 de julio, las lanchas de desembarco comenzaron a navegar hacia el muelle, en plena noche, con visibilidad escasa y prácticamente en silencio total, pero la fragata española San José las detectó y dio la alarma, y el castillo de Paso Alto hizo lo mismo.

Las baterías hicieron fuego sobre las fuerzas invasoras, y al mismo tiempo la resaca dispersó las lanchas. Solamente tres grupos pudieron dirigirse al muelle, de los que únicamente lograron desembarcar los hombres de cinco lanchas. Las restantes se estrellaron contra las rocas.

La baterías defensoras hicieron blanco sobre la Fox, le causaron 97 muertos y gran cantidad de heridos, y terminaron por hundirla repleta de armas y municiones. Nelson viajaba en el cuarto bote de los que lograron desembarcar.

Pero antes de llegar a tierra firme recibió un impacto procedente del cañón Tigre, que le destrozó el brazo, obligando a evacuarle de inmediato, malherido y perdiendo mucha sangre. Los tres grupos de lanchas restantes, arrastrados por el mar, fueron batidos por la artillería.

Algunas, dirigidas por el capitán Trowbridge, anterior jefe de la fuerza de desembarco, lo hicieron en la playa de la Caleta y llegaron a la plaza de la Pila para aguardar la llegada de las demás. La mayoría de las unidades desembarcó en la playa de las Carnicerías.

Avanzaron por tierra con cierto éxito hasta que fueron arrinconados en la plaza de Santo Domingo, donde fueron rodeados por los defensores, que les obligaron a refugiarse en el convento de Santo Domingo.
El teniente Vicente Siera capturó cinco soldados ingleses en la plaza.

Con los informes de Siera, Gutiérrez movió sus fuerzas y bloqueó a los británicos. Ocupó el muelle para evitar la llegada de refuerzos y aumentó la intensidad del cerco alrededor de la iglesia de Santo Domingo. Aquella insostenible situación llevó a Trowbridge a rendirse.

La rendición se firmó el día 25, y los más de 300 ingleses que estaban en Santo Domingo desfilaron hacia la plaza de la Pila y reembarcaron en embarcaciones inglesas y algunas españolas para devolverlos a sus naves, en una capitulación considerada honorable por ambas partes.

Nelson afirmó ante el Almirantazgo que había tenido que luchar contra 8000 defensores, en realidad sólo fueron 1700 españoles y franceses. Pero los británicos sufrieron grandes pérdidas tanto humanas como materiales y tuvieron que abandonar la isla de Tenerife.

Según el parte rendido por Nelson al almirante Jervis, tuvo un total de 349 bajas (44 muertos en combate, 177 ahogados o muertos contra las rocas, 5 desaparecidos y 123 heridos). En cambio, las bajas españolas se redujeron a 32 muertos y 40 heridos.

El cañón Tigre que voló el brazo a Nelson es conservado en el Centro de Interpretación del Castillo de San Cristóbal, en Santa Cruz de Tenerife, con muchos otros objetos como las banderas del buque insignia, el HMS Theseus. Gutiérrez de Otero murió en 1799 en su querida Tenerife.

Así fue como Gutiérrez y un puñado de milicianos y pescadores le hicieron entender a Nelson, lo que le costó un brazo, el valor de un hombre que defiende su hogar, de un canario.

Láminas de Carlos Parrilla.
Uniformes de José Mª Bueno.
Mapas y cuadros variados.

Gracias por leer.

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