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Cristóbal Colón navegaba desde el cabo de Santo Tomás hasta Punta Santa para conocer al cacique Guacanagarí. Al anochecer, los oficiales se retiraron y se dejó el gobierno de la nao a un mozo, un grumete. Unas corrientes empujaron a la nao Santa María hacia un banco de arena.
Desde 1775, a través de la empresa Roderique Hortalez y Cía y con intermediación del gobernador de la Luisiana Luis de Unzaga, Diego de Gardoqui y Pierre Caron de Beaumarchais, España envió a los patriotas la friolera de 6.150.000 Reales en monedas de a ocho, el spanish dollar.
Aunque los franceses del conde de Bougainville habían sido los primeros en asentarse en las islas, el archipiélago pertenecía legítimamente a España. Así terminarían evacuándolo. Los británicos tratarían en varias ocasiones de hacerse con ellas por su importancia estratégica.
Isabel I había organizado una grandísima escuadra compuesta por 6 galeones reales, 60 mercantes armados, 60 filibotes, 20 pinazas y un gran número de transportes de tropas, en total unos 200 buques; la tropa eran 23.375 hombres, entre soldados y marineros.
A pesar de la superioridad numérica, pues la Flota de Indias estaba compuesta por 21 mercantes y sólo 2 galeones de escolta, los ingleses no pudieron cumplir con su objetivo. Por esta razón ambos contendientes se atribuyeron la victoria, recompensando a los participantes.
A causa de la orografía rocosa de la isla, Magallanes no pudo desembarcar directamente, ni recibir apoyo de la artillería de sus naves, por lo que tuvo que anclar en la distancia y llegar en botes hasta la playa. Para la misión, Magallanes eligió a 48 hombres, sobresalientes.
Los católicos franceses de la Liga Santa o Liga Católica de Francia habían tomado Blaye y se encontraban bajo asedio de las tropas reales, con apoyo de los hugonotes y los ingleses. España había organizado una flota de 20 filibotes y pinazas con sus Tercios para apoyarles.
Lorenzo Ugalde de Orellana, comandante de la capitana, y Sebastián López, de la almiranta, y apoyados posteriormente por 4 bergantines y no más de 400 soldados y nativos, repelieron el ataque holandés en 5 localizaciones distintas desde marzo a hasta octubre.
En la Guerra de los Ochenta Años, Dunquerque había quedado como uno de los apostaderos navales más importantes, desde el que operaban tanto buques de guerra como corsarios españoles y valones. Miguel de Horna recibió el mando de la escuadra de Dunquerque en 1636.
Cabe destacar que durante horas la división de Moreno de Mondragón combatió contra hasta 5 navíos enemigos por cada uno de los suyos. Así, José de Córdova consiguió llegar al combate con 6 de sus navíos, al contrario del escuadrón de Morales de los Ríos, que no llegaría a luchar
La recuperación de Menorca suponía el último de los duros golpes que recibiría Reino Unido en el contexto de la Guerra de Independencia de las Trece Colonias, pues no sólo perdía sus territorios de ultramar en América sino que también su importante base en el Mediterráneo.
El invierno de 1796 se recordaba como uno de los más fríos y con mala mar del siglo XVIII, y una marejada había garreado el ancla al navío San Francisco, por lo que tuvo que salir a mar abierto. Entonces, el capitán de navío Torres había continuado cumpliendo con sus órdenes.
La batallas navales nocturnas fueron extraordinariamente poco frecuentes, ya que no permitían visibilidad y eso complicaba todas las maniobras. Además, no solían tener ninguna ventaja para los contendientes. En este caso, al ser luna llena, el mar estaba bien iluminado.
El 6 de enero había llegado al expedición de Francis Drake a Nombre de Dios con la intención de conquistar el territorio de Panamá para establecer una colonia desde la que realizar las depredaciones sobre el imperio español. El capitán general Alonso de Sotomayor los esperaba.
En 1717, España llevó a cabo una recuperación económica y militar casi milagrosa: se creó la Real Armada, los Batallones y Brigadas de Marina, se construyeron buques y se reorganizó el Ejército Real. Ese verano, 9.000 hombres y 100 buques iniciaron la reconquista de Cerdeña.
https://twitter.com/Guille_Nicieza/status/1742175471452746132Deponer a Isabel I era la excusa ante el Papa y para recabar el apoyo de la sociedad católica inglesa que podría contribuir con una rebelión interna, creando un segundo frente y terminando la guerra rápidamente. La ejecución de María Estuardo dio luz verde al plan.
El general inglés, barón de Mountjoy, ofreció a los españoles e irlandeses una rendición honrosa, manteniendo armas, banderas y estandartes, y ofreciéndoles barcos y pasaje hasta España. Así hicieron los españoles y los irlandeses que habían jurado fidelidad a Felipe III.
La conquista de Mallorca se había proyectado como una gran operación anfibia con una espléndida flota de 12 galeras, 25 naves de guerra, 18 táridas (naves de transporte de gran tamaño) y otras 100 naves menores, teniendo Pedro Martell el mando y Guillermo de Moncada su segundo.
La Liga Hanseática era una federación comercial y defensiva de ciudades que tenía el monopolio mercantil del mar Báltico, desde Estonia hasta Flandes, y que disputaba el control del comercio atlántico a la Hermandad de las Marismas de Castilla. Inglaterra apoyaba a la Liga.
El invierno de 1796 se recordaba como uno de los más fríos y con mala mar del siglo XVIII, y una marejada le había garreado el ancla al navío San Francisco, por lo que tuvo que salir a mar abierto. Entonces, el capitán de navío Torres había continuado cumpliendo con sus órdenes.
En el siglo XVIII, en la Royal Navy había varios tipos de guardiamarinas: los able seamen, ordinarios, extraordinarios y caballeros guardiamarinas. Los caballeros guardiamarinas son los más famosos, los niños de buena familia que embarcaban para ser oficiales.