El respeto a la diversidad cultural no preocupó demasiado a las marcas durante el siglo pasado.
En Occidente se hizo muy popular la caricatura del "negrito", que estereotipaba e infantilizaba a las personas de origen afro.
El "negrito" todavía sobrevive en algunos logos 👇
Hace poco Quaker quitó de un producto suyo —después de 130 años— a la Tía Jemima, por considerar que reforzaba estereotipos racistas. Como en el caso de Blancaflor, asociaba la piel negra (y el hecho de ser mujer) al papel de criada de la cocina. Una especie de Tía Tom.
Al estereotipo del "criado favorito" (que aparece en un montón de novelas argentinas del siglo XIX) lo reencontramos en esta publicidad de Águila de 1982.
Más insólito aún resulta el logo de la Bananita Dolca, que muestra a un mono antropomórfico y a una ¿mona? vestida con ropas "étnicas".
Y hay muchos otros casos. Hace poco @resistearchivo recordó que Guaymallen supo tener a un "negrito" como embajador de su alfajor de chocolate. También aparecía en los avisos del caramelo Media Hora y sus macabras carameleras.
Pero si hablamos de creaciones siniestras, el premio se lo llevan los "africanitos", que todavía se consiguen en ciertas panaderías.
Aunque el estereotipo del "negrito" caducó, es fascinante ver cómo la ideología puede llegar a filtrarse en los detalles más "inocentes".
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