Nacho Montes de Oca Profile picture
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Apr 2, 2021, 23 tweets

Otro 2 de abril para recordar la Guerra de Malvinas. Pero hoy vamos a hablar de cómo se pudo haber evitado en varias oportunidades. Y cómo una se perdió por la especulación de Perón y la otra por la falta de sinapsis política de la cúpula militar que gobernaba en Argentina.

En 1973 el gobierno británico ya había recibido una serie de estudios sobre la factibilidad de sostener económicamente su presencia en Malvinas. Todos decían más o menos lo mismo: aquel archipiélago era inviable, caro y sostener esa posición estratégica debía ser reconsiderado

El 8 de mayo de 1974 el embajador británico en Buenos Aires, James Hutton, se reunió con el canciller Alberto Vignes para hacerle una propuesta que debía mantenerse en secreto: devolver las islas o, dicho en lenguaje diplomático “trasladar la soberanía a la Argentina”

La idea era que ambos países acordaran un fideicomiso conjunto por 25 años luego de los cuales Argentina se haría dueña absoluta del territorio en disputa. Y a cambio se respetaría la cultura isleña y Gran Bretaña obtendría ventajas como socio comercial preferente

El mismo día que recibió la propuesta, Vignes corrió al despacho de Perón, que lo escuchó atentamente y dijo que aceptaba. El canciller preguntó por la reacción de los sectores nacionalistas ante las concesiones y Perón contestó “de los muchachos me encargo yo”.

En Londres sabían que Perón quería anunciar la devolución de Malvinas desde hacía años. En 1953, había mandado a su vice, Alberto Teisaire, a ofrecer dinero a cambio de la restauración. Lo sacaron corriendo y Perón se sintió bastante molesto. Ahora se las ofrecían gratis

El 11 de junio por fin se produjo la reunión secreta entre Perón y Hutton en la que el embajador el entregó una propuesta formal y confidencial para avanzar en reuniones bilaterales secretas para acordar el fideicomiso. Todo parecía marchar bien…

Pero el 1° de julio, murió Perón. No había dejado firmado el acuerdo ni contestado a cuestiones clave. Y apenas cayó el líder, su esposa asumió la presidencia y el ministro López Rega el poder. Ahora había que negociar con El Brujo que se sabía tenia alergia a lo británico

En una de las primeras reuniones de gabinete del periodo isabelino del peronismo, Vignes trató de someter la propuesta sobre Malvinas a la consideración de López Rega. “Que entreguen todo y se dejen de joder”, fue su contrapropuesta poco diplomática

Para peor, también falleció el embajador Hutton y su reemplazante vino con nuevas instrucciones: sabían que con el dúo Isabel y López Rega en la presidencia era imposible llegar a un acuerdo razonable y que los jefes nombrados cada arma eran tan nacionalistas como el Brujo.

No era solo una suposición. En febrero de 1976 el buque británico RRS Shackleton rastreaba yacimientos de hidrocarburos al sur de las islas. El destructor argentino ARA Storni quiso abordarlo y lo persiguió a cañonazos hasta el puerto de Malvinas. Londres retiró su embajador

En julio de 1976 se inició el contacto con la Junta Militar argentina. Ahora se proponía un fideicomiso por 8 años antes de la devolución. Al principio todo marchó bien y si hicieron encuentros en Londres, Buenos Aires, Paris y Roma, todas de alto nivel y bajo estricto secreto.

Pero un sector del gobierno militar no estaba de acuerdo con hacer concesiones y para peor los directivos de la Falkland Islands Company, la empresa dueña de casi todo lo que tenía algún valor económico en las islas, se enteraron de la propuesta. Y todo comenzó a arruinarse

La FIC financió un comité de defensa de la soberanía británica en Malvinas liderado por isleños que recibió apoyo de los conservadores encabezados por Margaret Thatcher. Vieron la veta del nacionalismo para explotarla de cara a las siguientes elecciones. Y les funcionó bien

Los conservadores boicotearon las negociaciones pidiendo más de lo que sabían que Argentina podía conceder y los sectores duros del gobierno militar argentino comenzaron a mostrarse igual de intransigentes a la hora de escuchar las propuestas de la otra parte.

En 1977 Argentina aumentó la dotación militar de su base en la isla Tule, en las Islas Sándwich del Sur, dentro de la zona disputada. Gran Bretaña reforzó su presencia con tropas y un submarino nuclear como respuesta. Negociaban, pero con la pistola sobre la mesa

En 1980 se hizo otro intento. Hubo negociaciones secretas en Italia. El jefe del Foreign Office, Nicholas Ridley y el ministro de economía argentino Martínez de Hoz hablaron de una salida al estilo de Hong Kong. Parecía que buscaban una salida diplomática, pero era una impostura

En 1981 con Thatcher y Galtieri en el poder en sus respectivos países ya no había margen de maniobra. La primer ministro enfrentaba una situación política y social atroz tras sus reformas liberales. En Argentina, la decadencia económica y la violencia avisaban el fin de una era

Siguieron las negociaciones secretas hasta el año siguiente, incluso cuando los británicos ya estaban avisados del plan argentino para desembarcar en las islas. Todavía en febrero de 1982 seguían hablando de arriendos y acuerdos, mientras en ambos lados lustraban las armas

Finalmente ni Perón ni otros militares argentinos estuvieron a la altura de las circunstancias para evitar una guerra. Y del otro lado, la necesidad de una evento que recordara el imperio perdido ayudó al naufragio de una salida pacífica. El precio fue casi un millar de caídos

Quizás hablar de historia un 2 de abril sea irrelevante, cuando los discursos belicistas y el dolor por tantas muertes ganan protagonismo. Pero de oportunidades perdidas y los hombres que cometen errores por ambición y locura, se nutren las batallas y los cementerios

PS: la historia está narrada con más detalle en el primer libro que publiqué en el año 2006. Se llama Tierra de Nadie, como se denomina a la franja de terreno entre las trincheras enemigas. Mi respeto a cada uno de los veteranos y muertos de una guerra que debió ser evitada

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