#Hilo 🧵🎸A 27 años de mi muerte les recuerdo que ‘El arte cuando es de gran valor no puede ser apreciado por las mayorías. Como siempre, sólo un pequeño porcentaje lo podrá valorar y eso quiere decir que es bueno’, soy Kurt Donald Cobain, voz de Nirvana e imagen del Grunge.
Mi ciudad natal fue Aberdeen, Washington. Las penurias económicas y el divorcio de mis padres acompañaron mi infancia y adolescencia. La música se convirtió en el refugio de la inestabilidad familiar. Entre aquellos sonidos que fui atesorando estaban las canciones de los Beatles.
Mi primer interés musical fue la batería. luego entendí que lo mío era la guitarra. El divorcio de mis padres y las situaciones que de ahí nacieron me marcaron de forma muy especial. Mi padre tuvo una nueva familia y mi madre fue víctima de un golpeador; algo muy jodido.
Junto a la primera guitarra eléctrica que me regaló uno de mis tíos, llegó la falta de un hogar estable. Primero con mis abuelos, más tarde un tío y otros familiares. En menos de dos años estuve en 10 domicilios distintos.
Un año clave en mi vida fue 1983 cuando conocí de cerca al Punk Rock. Me relacioné con un grupo llamado ‘The Melvins’, y dos años después, en 1985, fue cuando conocí a Kris Novoselic, con quien pondría las bases de lo que sería Nirvana.
Con Steve Newman, le dimos vida a ‘The Sellouts’. En ese tiempo todavía me empeñaba en tocar la batería. Llegaron nuevos amigos, se fueron otros y vinieron otros nombres para la banda: ‘Fecal Matter’, ‘Skid Row’, ‘Pen Cap Chew’ y ‘Ted Ed Fred’, al final: Nirvana.
En 1988, Dave Grohl se encargó de la batería. Ahí entendí que la guitarra y la voz eran lo mío. Kris cerraba el círculo en el bajo; ese año firmamos un contrato con la disquera ‘Sub Pop’ y con ellos lanzamos nuestro álbum debut ‘Bleach’.
Ese mismo 1988 llegó a mi vida Courtney Love, con quien después me casé. El primer éxito que nos puso en los cuernos de la luna fue ‘Smells like teen spirit’, que era parte de nuestro segundo disco ‘Nevermind’. Muchos proclamaron que en este punto nació el ‘Grunge’.
Con ‘Temple of the dog’, ‘Mudhoney’, ‘Alice in chains, ‘Soundgarden’, pusimos en el radar del mundo un estilo de vida atormentado, furioso, de ropa desgastada, dejando claro que el sueño americano era una idiotez. Elegimos la lluviosa Seattle como refugio del ‘Grunge’.
Luego llegaron los grandes contratos, conciertos interminables, una adicción a la heroína para apagar los terribles dolores estomacales y la atormentada relación con Courtney. La certeza de que el final estaba cerca se apoderaba de mí.
En 1993, lanzamos el disco ‘In Utero’. Acá intenté suicidarme después de un concierto en Alemania; por supuesto, la recuperación fue lenta.
Antes de narrar el final, confieso que me encantaba filmar con una pequeña cámara de Super 8. También que una de mis mayores posesiones fue un ejemplar de ‘El almuerzo desnudo’ de William Burroughs y que de niño tuve un amigo imaginario al que llamaba ‘Boddah’.
El final llegaría el 5 de abril de 1994, en mi casa de Aberdeen, a los trágicos 27 años, con mucho por cantar y escribir. Recuerden que, ‘si mi sonrisa mostrara el fondo de mi alma mucha gente al verme sonreír lloraría conmigo’.
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