#Hilo 🧵🪗‘El Rebelde del Acordeón’, fue sin duda el apodo que más me gustó a lo largo de mis 68 años de vida. Hoy celebramos mi cumpleaños, así que hablemos de cumbia, vallenato y taconazos. Soy Celso Piña Arvizu y esta es mi historia. #CelsoPiña
Nací en Monterrey, Nuevo León, en una familia numerosa compuesta de nueve hermanos. Desde siempre, la música fue mi compañera, en especial con el sonido de Los Alegres de Terán y otras bandas de acordeón y taconazo.
Tuve distintos empleos, pero cuando en la zona donde vivía, léase el Cerro de La Campaña y el Cerro de Loma, reventó una fiebre por la cumbia y el vallenato, me deje llevar por su cadencia.
Las maracas fueron mi primer instrumento, pero siempre tuve en la mente tocar el acordeón. Cuando llegó el momento de dar a conocer que este instrumento era el que hacía latir mi corazón, nació la leyenda de ‘El Rebelde del Acordeón’.
Confieso que me gustaban los Beatles y los Rolling Stones. Conocer sus propuestas le dio otra dimensión a la música que marcó mi vida y mis discos. En 1975, en compañía de dos de mis carnales creamos nuestra primera banda.
Aquella agrupación se llamó ‘Ronda Bogotá’ y el sonido no fue bien recibido en un principio. Fue hasta 1983 cuando logramos grabar nuestra primer larga duración que se llamó ‘Si mañana’ y mi primer éxito fue ‘La Manda’.
Fueron años de insistir y aferrarse al sonido original de la cumbia y el vallenato, con algunos guiños al sonido de la música norteña. Fueron los años de rolas como: ‘La cumbia de la paz’, ‘El tren’, ‘Como el viento’ y ‘La piragua’.
Durante los ochenta el sonido se afianzó y ‘Celso Piña y su Ronda Bogotá´era considerada como la portavoz de algo que se llamó ‘Cholombianismo’. Desde ahí en todo Monterrey les llegó el amor por la cumbia.
Cuando en la Sultana del Norte aparecieron agrupaciones como ‘Control Machete’ y ‘El Gran Silencio’, fuimos llamados a enriquecer el sonido de la llamada ‘Avanzada Regia’ y el siguiente paso fue nuestra presencia en el Vive Latino.
Todavía recuerdo que la banda del ‘Vive’ nos recibió con cierto resquemor y no faltó quien condenó a los organizadores de la tocada por incluir a las cumbias en el repertorio de los sonidos roqueros. Al final nos adoraron y nos convertimos en patrimonio del festival.
‘Un fenómeno social como bien dicen, y un fenómeno musical como bien se oye. Celso Piña es un conductor de tribus, si viviese en tiempos medievales, sería considerado acordeonista de Hamelin’, escribió Carlos Monsiváis sobre nuestro disco ‘Barrio Bravo’ de 2001.
Fue ‘Barrio Bravo’ quien nos llevó a la internacionalización. El disco en el cual colaboraron personajes como Café Tacuba, Resorte, El Gran Silencio, Control Machete y otras bandas, nos permitió llegar hasta Colombia, mi otra patria.
En el 2003, tuve la suerte de que Gabriel García Márquez acudiera a uno de mis conciertos. Ahí comenzamos con una gran amistad y en más de una ocasión dejó en claro su amor por nuestra versión de ‘Macondo’.
A lo largo de mi carrera compartí con todos ustedes 30 grabaciones, cientos de presentaciones, un gran amor por Colombia, el acordeón y la pasión que intentaba contagiarles con cada uno de los acordes.
El final llegó en agosto de 2019 por un problema cardiaco. Antes de la despedida un mensaje que se hizo leyenda ‘Nadie se resiste a la cumbia’ y las imágenes de García Márquez desplegando su magia en la pista al ritmo de nuestra música. Final del #Hilo.
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