#Hilo 🧵👏 ‘Hay momentos en la vida que son verdaderamente momentáneos’. Se cumplen 28 años de mi despedida de los escenarios y de la vida misma. Me conocían como ‘Cantinflas’ y ¡aquí está el detalle de lo que fue mi vida!, que no es ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario.
Llegué a este mundo un 12 de agosto de 1911, muchos me decían como apelativo: Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes.
Mi infancia y juventud transcurrieron en la DF, en el barrio de Santa María La Redonda. Antes de entender que el espectáculo era lo mero mío, fui boxeador, torero de gran estampa y estilo deslumbrante; taxista, cartero, entre otras cosas. Eso de la escuela nunca fue lo mío.
Poca gente sabe que en 1928, cuando era chavo, hice un intento por enlistarme en el Ejército, pero mi padre solicitó mi baja al presentar documentos de que apenas tenía 17 añitos.
En las carpas encontré mi primer amor, Valentina Ivanova. El acto matrimonial (1934) fue en las carpas donde nació mi otro yo, el peladito de barrio, con el pantalón por debajo de la cintura, una camiseta desgarrada, un bigote poco lucidor y una gabardina bastante venida a menos.
De ‘Cantinflas’ hay varias versiones. Una es que me lo puse para no causar pena a mis padres. Otra porque los parroquianos no entendían mi forma de hablar y me gritaban: ‘¿Cuánto inflas?’. De ahí vino la inspiración del nombre.
Mi plena entrada al cine se dio en 1940 cuando hice ‘¡Ahí está el detalle!’, que fue el inicio de una carrera exitosa que haría inmortal a un personaje que decía mucho y no decía nada. Incluso sería reconocido por la Real Academia de la Lengua con el verbo ‘cantinflear’.
Por ‘Ahí está el detalle’, me pagaron 15 mil pesos. El juicio de la película fue retomado de una historia real (1925). Me juzgan por un homicidio y me ufano de haberlo hecho, pero el equívoco viene cuando trato de aclarar que la víctima había sido un perro y no un cristiano.
Un año después vino el famoso ‘A sus órdenes jefe’ en la película ‘El gendarme desconocido’. Más tarde ‘Un día con el diablo’, ‘Ni sangre ni arena’, donde mostré mis dotes de torero, ‘El circo’, ‘Gran hotel’, ‘¡A volar joven!’, todas en los venturosos cuarenta
Con el tiempo refiné el personaje, con ese don de decir mucho y al final no decir nada. Nunca expliqué bien de dónde vino el nombre y al final aquí me tienen delante de ustedes y ustedes delante de mi....y es una verdad que nadie podrá desmentir.
En los cincuenta emprendí, en compañía de Jorge Negrete, la lucha sindical por los derechos del gremio de los actores y de ahí nació la Asociación Nacional de Actores.
Sobre mis amores, sin duda Valentina fue el más grande. Los rumores que viajaban en los sets cinematográficos me relacionaron con Miroslava Stern y años después de que mi Valentina murió, en 1966, tuve un romance con la actriz Irán Eory.
‘La vuelta al mundo en 80 días’, me llevó a triunfar en Hollywood. Me gané un Golden Globe en 1956 y luego filmé ‘Pepe’. Decidí regresar a México porque eso del inglés no era para mí. En 1970, le entregué a Ray Charles un premio y fue de la pocas veces que tuve que hablar inglés.
Esos años trajeron una leyenda por algo que dijo o tal vez no dijo, Charles Chaplin sobre mi personaje. Dicen algunos que después de ver una de mis películas, el gran ‘Charlotte’ mencionó que yo era el mejor cómico del mundo, ¿cómo la ven chatos?, ahí nació la leyenda.
Mi personaje fue inmortalizado por maestros de la talla de Diego Rivera y Rufino Tamayo. Mi singular forma de hablar fue motivo de intrincados argumentos del buen Carlos Monsiváis.
Tenía por costumbre fumar tres cajetillas de cigarros al día, un asunto que luego me pasó factura. Mi cifra de la suerte fue el ‘777’, de ahí vino aquello del ‘Patrullero 777’.
Mi última película fue ‘El Barrendero’ (1982). El final llegó el 20 de abril de 1993. Antes de pasarme a retirar y que digan ‘Parece que se ha ido, pero no es cierto’, les recuerdo que la 'filosofía' de la vida es 'to be or no to be', que quiere decir "te vi o no te vi".
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