Salva Gutiérrez Solís Profile picture
En librerías/plataformas COLGADOS DE UN HILO, mis mejores historias virales. https://t.co/UDzk70JUKW Mi IG es @gutisolis https://t.co/PF2FrZ2KeE

May 1, 2021, 39 tweets

Suena el portero electrónico y no espero a nadie. ¿Publicidad, me puede abrir?, pregunta una voz aguda. En la cancela hay un buzón para la publicidad, le respondo y no le abro. Estoy a punto de volver a sentarme en el sofá cuando suena de nuevo el portero electrónico>>>

Como me temía, es otra vez el repartidor de publicidad. Por favor, ábrame, si no dejo los folletos en los buzones no me los cuentan como repartidos y no cobro, me explica con voz lastimera. Déjalos en el buzón de la cancela y en un rato los reparto yo, le ofrezco sin abrir>>>

Mire, es muy importante que me abra y que pueda meter los folletos en los buzones, porque el inspector está cerca y me quedaré sin trabajo si no lo hago, me explica. Durante unos segundos dudo qué hacer, tampoco sé qué decir. Te abro, al final le digo y pulso el interruptor>>>

He estado a punto de decirle que llamara a otro piso, pero me he acordado de que la mayoría de mis vecinos se han marchado a la playa, aprovechando que han abierto los límites provinciales. No creo que nos hayamos quedado más de 4 vecinos en el bloque este fin de semana>>>

Durante varios segundos, ya minutos, permanezco con el telefonillo pegado a la oreja, para asegurarme de que el repartidor se va. Pero pasan los minutos y no escucho pisadas, ni el interruptor de apertura ni nada. Cómo puede haberme convencido, no debería haberle dejado pasar>>>

Con lo insistente que soy en las reuniones de comunidad, diciendo que no abran la puerta a los repartidores, por los casos que se dan de robos y demás, voy y le abro. Agarro otra vez el telefonillo, sigo sin escuchar nada. Estoy casi seguro de que el repartidor sigue dentro>>>

Le envío un mensaje a Pedro, del primero, preguntándole si ha escuchado algo, pero no responde. Una rayita, ni lo ha recibido. Lo llamo y tiene el teléfono apagado. En otras circunstancias llamaría a Luis, pero tras la última discusión que tuvimos no me parece apropiado>>>

Durante años me llevé bien con Luis, pero tras una reunión de comunidad discutimos. Votó en contra de colocar cámaras de vigilancia y yo le dije que por su culpa iba a poner en peligro a todos los vecinos. Encima, unos meses después robaron en el garaje y yo se lo reproché>>>

Desde entonces, Luis y yo apenas nos saludamos, cómo para llamarlo ahora para contarle lo del repartidor que se ha colado; acabará creyendo que lo estoy culpando de algo. El mensaje sigue sin entrarle a Pedro. Ya no espero más; voy a bajar a ver lo que veo en el portal>>>

Por temor a asustar a algún vecino, no me atrevo a coger la pistola de fogueo que compré hace 2 años, cuando no pudieron instalar las cámaras de seguridad por culpa de Luis. Desde que la tengo la guardo en la mesita de noche, por si las moscas, aunque espero no utilizarla>>>

Por si acaso, llevo un martillo, que nunca se sabe. Muchas veces utilizan la excusa de la publicidad para colarse en las casas y robar. Bajo la escalera sin hacer ruido y no escucho nada. En el portal todo está en orden, pero no han dejado publicidad en el buzón, está vacío>>>

De repente, el ascensor se pone en funcionamiento, lo han solicitado desde las plantas de arriba. Comienzo a subir la escalera cuando el sonido de mi propio móvil me sorprende. Es Pedro, que me devuelve la llamada. Le cuento lo sucedido y su respuesta no puede ser peor>>>

Mi cuñado el policía me ha contado que hay unos ladrones por el barrio que se hacen pasar por repartidores y que entran en los pisos, con los dueños dentro, y que los secuestran hasta que viene alguien con el dinero que piden, me cuenta Pedro con su característica voz grave>>>

Y para colmo, también me cuenta Pedro que está fuera y que hasta mañana no volverá. Yo que tú me encerraba y no le abría a nadie, me aconseja. Nada más escucharlo corro a la mayor velocidad que soy capaz, con el martillo en la mano, hasta que consigo encerrarme en mi casa>>>

Nada más hacerlo, con la oreja pegada a la puerta, escucho como el ascensor se detiene en mi planta. A través de la mirilla no alcanzo a ver el ascensor, aunque escucho como se abre la puerta, y luego unos pasos, pero soy incapaz de ver a nadie. Debería llamar a la policía>>>

Aunque con todas las veces que he llamado en las últimas semanas no sé si me harán caso ahora. Las 2 últimas veces ya ni vinieron, y se limitaron a tomar nota de mi denuncia. Me dijeron que es muy difícil comprobar si alguien me está acechando a la salida o entrada del garaje>>>

Y que no es suficiente con ver a una persona, parada, cerca de la puerta de un garaje, que ese no es ningún delito. Yo estaba seguro de que estaba esperando para colarse, pero no lo pude demostrar. Si se hubieran instalado las cámaras que Luis impidió no estaríamos ahora así>>>

Me pego otra vez el telefonillo del portero electrónico a la oreja y suena mi teléfono. Sorpresa: es Luis. Nada más escuchar su voz sé que tiene un problema: Ayúdame, me pide. Qué te pasa, le pregunto. Si no vas a un cajero y sacas 1000 euros me van a matar. ¿Qué dices, Luis?>>>

Lo que oyes, tienes 15 minutos, y luego empezará a cortarme los dedos hasta que llegues, me dice con voz temblorosa. ¿Qué?, no puedo creer lo que escucho. Por favor, vete ya, tiene el cuchillo preparado, no puede ocultar Luis el terror que siente. Me voy ya, le respondo>>>

¡Espera!, me grita a través del teléfono. Dime. Nada de policía, por favor, me ha jurado que me mata si aparece uno, me advierte. No, nada de policía, le digo. Finalizo la llamada y salgo corriendo. Por suerte hay un cajero cerca, en menos de 10 minutos estoy de vuelta>>>

He tardado 4 minutos en llegar al cajero, que está ocupado por un anciano que actualiza su libreta. Por favor, es muy importante que me deje sacar dinero, le pido. Ya está escribiendo la libreta y no puedo sacarla ahora mismo, espérese, me responde enfadado por mi petición>>>

3 minutos ha tardado en actualizar la libreta, joder. Cuando al fin puedo meter la tarjeta me confundo al teclear la clave secreta. Joder, joder. Yo creo que es la primera vez que me pasa. Cancelar, cancelar, cancelar, no puede ser más lento el cajero. Tecleo ahora despacio>>>

No me lo puedo creer: me señala el cajero que mi límite máximo de sacar dinero es 900 euros. Joder. No me lo pienso ni 2 segundos, mejor llevar 900 euros que nada. Además, creo que tengo 40 en un cajón, será suficiente. Me quedan 3 minutos para llegar a casa. Demasiado justo>>>

He empezado a sudar y el corazón me late en la garganta. Espero que esto no le cueste un dedo a Luis, pero no puedo correr más. Unos metros antes de llegar al bloque me encuentro con un coche de la policía, por un segundo estoy tentado pero recuerdo la advertencia de Luis>>>

Estoy a menos de 20 metros cuando suena el teléfono, es Luis. ¡Me va a cortar el dedo!, grita desesperado. Estoy, estoy, repito, al tiempo que corro a marcar su portero electrónico, el 2H. Abren la puerta y al ver que el ascensor no está en el portal decido subir corriendo>>>

Sin aliento llego al piso de Luis, y pulso el timbre. Me habla sin abrir la puerta: pasa el dinero por la ranura de abajo. Sólo me ha dejado sacar 900 euros, y en mi casa tengo 40 más, lo siento, explico. Dice que vale, que metas los 900 euros por debajo y que te vayas>>>

Hago lo que me dice y regreso a mi casa. Busco los 40 euros y agarro el martillo, por si acaso. Cierro las ventanas y le doy 2 vueltas a las cerraduras de la puerta. No tengo claro qué debo hacer ahora, en cualquier caso prefiero esperar unos minutos, ya veremos qué pasa>>>

Sentado en el suelo, con la espalda y cabeza apoyadas en la puerta, oigo el sonido del motor del ascensor en funcionamiento. El silencio a continuación, hasta que pasados unos interminables minutos suena el timbre de casa. Por suerte es Luis al que veo a través de la mirilla>>>

Menos mal, parece que está bien. Abro. Pero Luis no está solo, le acompaña alguien vestido de repartidor con la cabeza cubierta por un pasamontañas y que empuña un cuchillo. Ahora dice que lo vamos a hacer al revés, él se queda contigo y yo voy al banco, dice un aterrado Luis>>>

Ahora quiero 1100 euros y si tardas más de 15 minutos esta vez voy a empezar por las orejas, le dice el secuestrador a Luis con voz muy baja y yo ya puedo sentir como la sangre desciende por mi cuello. No puedo evitar comenzar a llorar en el momento que Luis se va>>>

Me ordena que tome asiento en el sofá y que cruce las manos mientras no deja de apuntarme con el cuchillo. En la pantalla del móvil puedo ver como los minutos pasan más lentamente de lo que nunca he recordado. Faltan 8 y presiento que no voy a ser capaz de aguantar la espera>>>

Cuando quedan 2 minutos le suplico entre lágrimas: te daré lo que quieras, pero por favor no me hagas nada. Calla, sólo dice, y a continuación me acerca el móvil y me ordena que llame a Luis. Dile que te voy a cortar la oreja izquierda como no vuelva, y acerca el cuchillo>>>

Justo cuando voy a marcar el número de Luis suena el portero electrónico. Es Luis, ya de vuelta. 1 minuto despúes está delante de la puerta y el secuestrador le indica que meta el dinero por la ranura. Ahora vete a tu casa, le ordena, tras comprobar que es la cantidad exigida>>>

El repartidor me aprieta una brida negra alrededor de las manos antes de irse. No dice nada, se limita a verme sentado en el sofá. Nada más cerrar la puerta me derrumbo sobre el asiento y comienzo a llorar. Pasados unos minutos, consigo quitarme la brida con unas tijeras>>>

Voy al piso de Luis a comprobar que él también esté bien. Unos metros antes de llegar escucho carcajadas, la voz de Luis y también la grave de Pedro. Se lo ha creído todo el muy tonto. Tenía tanto miedo que no se ha dado cuenta ni de mi voz, puedo oír entre risas>>>

Mi primera intención es abroncarlos por lo que me han hecho, pero me doy la vuelta, quiero devolverles el mal rato que me han hecho pasar. Busco en el armario un viejo mono azul y un pasamontañas y de la mesita de noche saco la pistola de fogueo que compré hace 2 años>>>

Perfectamente camuflado, nada más comenzar a bajar la escalera me topo con Pedro, disfrazado de repartidor, todavía con el rostro cubierto. Lo apunto con la pistola y le digo: ven conmigo. Mientras lo conduzco hasta mi casa, puedo sentir su miedo en mis dedos. Entra, le ordeno>>>

Marco el número de Luis. Si no me traes 1000 euros en 15 minutos empezaré a cortarle los dedos a tu amigo, uno a uno, le digo con una fingida voz ronca, sin dejar de apuntar a Pedro. ¿Qué dices, qué te pasa?, replica Luis, asustado. Tienes 15 minutos, ni uno más, insisto>>>

Pasan los minutos. Nervioso, llamo a Luis, pero tiene el teléfono apagado. Sigo apuntando a Pedro, que me mira fijamente. De un ágil movimiento me quita la pistola, recupera su cuchillo y lo coloca cerca de mi cuello. ¿Oreja o dedo?, me pregunta con voz aguda.

FIN

Share this Scrolly Tale with your friends.

A Scrolly Tale is a new way to read Twitter threads with a more visually immersive experience.
Discover more beautiful Scrolly Tales like this.

Keep scrolling