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May 18, 2021, 17 tweets

#Hilo 🧵🎸El 18 de mayo se suicidaron con una distancia de 37 años: Ian Curtis, vocalista de Joy Division y Chris Cornell, vocalista de Soundgarden. Recordamos sus historias y las de otros rockeros que tomaron el camino del suicidio.

En 1978, Ian Curtis, vocalista de Joy Division, era la expresión del post punk. Nacido en 1956, en Stratford, Reino Unido, vivió como un joven introvertido de clase media, amante de Kafka, la poesía modernista, agobiado por la epilepsia y leves toques de agorafobia.

David Bowie, Iggy Pop, Lou Reed desfilaron por el oído del creador del ‘baile epiléptico’ y conoció a sus cómplices musicales, léase Bernard Sumner y Peter Hook, durante un concierto de los Sex Pistols en 1976.

'Warsaw’, fue el nombre de la primera banda y luego vendría ‘Joy Division’. El grupo ganó notoriedad en el circuito de pubs de Manchester. En mayo de 1978 firmaron con Factory Records. De ese contrato saldrían dos discos de culto: Unknown Pleasures y Closer.

La epilepsia y los pasajes de depresión, lo llevaron el 18 de mayo de 1980 a colgarse en su casa de Manchester, cuando apenas tenía 23 años. ‘Una nube pende sobre mí, marca cada movimiento profundamente en el recuerdo de lo que en otro tiempo fue amor’.

A la distancia de 37 años, Chris Cornel, una de las voces más reconocidas del sonido ‘grunge’ que vino de Seattle, tomó la misma decisión de Ian Curtis, suicidarse por ahorcamiento.

Cornell, nacido en 1964 en Seattle, tuvo varios pasajes de depresión durante su adolescencia y sería la música una de las vías para salir adelante. A mediados de los ochenta dio vida a su primera banda y a finales de la década saltó a la fama como la voz de Soundgarden.

Con Soundgarden editó seis discos y luego vino ‘Audioslave’ y más tarde varios discos como solista que lo mantuvieron entre el gusto de los amantes del llamado ‘Hard Rock’.

La decisión fatal la tomó el 18 de mayo de 2017, a los 53 años, luego de un concierto en Detroit. Al parecer la depresión lo llevó a quitarse la vida.

Recordemos ahora un par de bateristas que hicieron época y que por lo excesos pusieron fin a su carrera. Primero Keith Moon, baterista de The Who, y que dejó huella por su estilo disparatado de aporrear los tambores, pero contribuyó al sonido de la banda.

El 7 de septiembre de 1978, Keith Moon a los 32 años se tomó, sin medir las consecuencias, 36 pastillas de un medicamento llamado Clometiazol que tomaba para vencer la adicción al alcohol y nunca más despertó.

John C. Bonham, integrante de Led Zeppelin, es reconocido como uno de los más grandes bateristas de todos los tiempos y con su forma de golpear los tambores y los platillos, fue parte vital del sonido de una de las grandes leyendas del rock.

El 25 de septiembre de 1980, en la casa de Jimmy Page, en la campiña inglesa, Bonham fue encontrado muerto. La autopsia arrojó que se había ahogado con su vómito y todo como resultado de la ingesta de más de un litro de vodka.

Layne Staley, vocalista de otro de los puntales del grunge, ‘Alice in Chains’, fue víctima de su grave adicción a las drogas. El 5 de abril de 2002, su cuerpo fue encontrado en su casa de Seattle rodeado de un cóctel de heroína y cocaína. La muerte lo alcanzó a los 31 años.

De la banda australiana ‘INXS’, su vocalista Michael Hutchence, era un frontman que llenaba el escenario. Hutchence, hizo una carrera como solista y al parecer, los excesos lo llevaron a la muerte el 22 de noviembre de 1997, por ahorcamiento, en Sidney, a la edad de 37 años.

La muerte de Chester Bennington, vocalista de ‘Linkin Park’, ocurrida dos meses después de la de Chris Cornell tuvo una extraña relación. Los dos músicos compartieron escenario y su muerte fue por ahorcamiento. El deceso de Bennington ocurrió el 20 de julio de 2017.

Cerramos este recorrido con una recomendación para revisar la vida de Ian Curtis que presagiaba música de alta manufactura pero los demonios pudieron más, nos estamos refiriendo a la película ‘Control’ de 2007. Final del #Hilo.

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