"Nadie es perfecto" es la frase final más divertida de Billy Wilder y, probablemente, de toda la historia del cine.
Se podría pensar que fue fruto de una genialidad de Wilder o de un arduo y meticuloso trabajo de guion, pero ¿fue realmente así?
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Wilder tuvo diferentes coguionistas, aunque con dos tuvo una relación más fructífera: Charles Brackett, hasta 1950, y I.A.L Diamond, que lo acompaño durante más de 25 años.
Con Brackett era una colaboración; con Diamond, una hermandad. Se entendían. Se llevaban más que bien.
Empezaron a colaborar en 'Ariane' y desde entonces ya no dejaron de hacerlo.
En su haber: 'Con Faldas y a lo loco', 'Irma la dulce', 'Uno, dos, tres' y 'El apartamento', por la que ganaron el Oscar en 1960. Su agradecimiento es directo, preciso y sutil como sus guiones.
En gran parte gracias al "nadie es perfecto", se concibe 'Con faldas y a lo loco' como un canto a la tolerancia y el respeto a la identidad sexual.
Cuando le preguntaban qué pasaba después entre Osgood y Jerry, Wilder decía que le daba igual. Solo le importaba hacer reír.
En realidad, es una película sobre impostores:
👯♀️Dos músicos se hacen pasar por chicas para huir de la muerte.
⚓️Un tipo finge ser millonario para ligarse a Marilyn, que a su vez oculta su alcoholismo.
💍Otro es incapaz de confesarle a su "novio" millonario que no es un hombre.
Diamond y Wilder modificaron el guion incluso durante el rodaje buscando la perfección.
Un ejemplo: Improvisaron un baile de maracas entre los diálogos de una escena de Lemmon y Curtis, para que las risas no hiciera que el público se perdiese las réplicas. ¿Genialidad o cagada?
Pues era la noche antes de rodar la escena final y aún no la tenían clara. Les faltaba algo, un cierre, pero no se les ocurría cómo rematarla.
Ante el apagón de ideas y para salir del paso, Diamond propuso "nadie es perfecto". Total, ya la cambiarían más adelante.
Al final decidieron rodarla así y desde el primer pase con público se demostró el acierto de esa opción casi accidental.
"Nadie es perfecto" es historia del cine. Y pese a ser de Diamond, algo que Wilder siempre reconoció, marcó de por vida (y de por muerte) al Dios de Trueba.
Por cierto, si sois Wilderianos o Wilderistas o Wilderibers, deberías leer esta maravilla.
Las conversaciones del genio austriaco con Cameron Crowe. Muy disfrutable.
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