Matías Baldo Profile picture

Jul 25, 2021, 21 tweets

La madrugada de ayer nos dio una de las mejores historias de todos los tiempos de los Juegos Olímpicos.

Parece una exageración pero no lo es. Algún día será una película o un documental.

Esta es la historia de Anna Kiesenhofer, campeona femenina de ciclismo en ruta #Tokyo2020

Kiesenhofer aterrizó en Tokio como una más de las 67 ciclistas de 40 países que participarían de la prueba.

No es que no era candidata: Anna era totalmente desconocida. Sin equipo profesional ni compatriotas, era imposible que pudiera luchar con el cuarteto de lujo holandés.

Tras el primer kilómetro, Kiesenhofer protagonizó la fuga inicial junto a la sudafricana Oberholzer, la namibia Looser, la polaca Plichta y la israelí Shapira. Ninguna de ellas era favorita.

Salvo Anna, cada una de ellas fue absorbida por el pelotón a lo largo de la prueba.

A 41,4 kilómetros de la meta, Kiesenhofer protagonizó un momento determinante: se cortó de Plichta y Shapira, las únicas dos sobrevivientes de la fuga inicial, y se escapó en soledad sin saber en aquel momento que en esa acción rutinaria había ganado la carrera.

Atrás venían las candidatas holandesas como parte del pelotón que iban siendo neutralizadas con naturalidad, a la espera del ataque final que en los últimos kilómetros definiría a la campeona. Kiesenhofer seguía corriendo sola a la espera de una caza que nunca llegó.

Anna Kiesenhofer cruzó la meta en un tiempo de 3 horas, 52 minutos y 45 segundos. Incrédula por su hazaña, celebró con sus últimas fuerzas su consagración olímpica. La austriaca había consumado uno de los mayores batacazos en la historia pero lo mejor estaba por venir.

La holandesa Annemiek van Vleuten, una de las mejores del mundo y estrella del equipo Movistar, cruzó la línea 1 minuto y 15 segundos después de Kiesenhofer pero celebró como si hubiera ganado la medalla de oro.

¿Por qué? Nunca se había dado cuenta del liderazgo de Kiesenhofer

Como en el ciclismo olímpico está prohibida la comunicación por radio, nadie pudo avisarle a van Vleuten ni a ninguna de las otras 55 participantes del liderazgo de Kiesenhofer, que mientras todas felicitaban a van Vleuten intentaba recuperar el aliento acostada sobre el cemento.

Van Vleuten no podía creerlo: "Estoy destrozada. Ninguna de nosotras sabía si todo el mundo estaba en el pelotón. Es un ejemplo de lo que ocurre si se corre una carrera importante como ésta sin comunicación", reflexionó aún triste tras colgarse la medalla plateada.

El oro representaba una revancha para van Vleuten, quien lideraba la prueba en Río 2016 cuando sufrió una caída a falta de 10 kilómetros que le impidió terminar la prueba y le sirvió el titulo a su compatriota Anna van der Breggen.

Der Breggen, reina del Giro de Italia y 15ª en #Tokyo2020, confesó el error: "No conocíamos a Kiesenhofer, no podíamos subestimar a alguien que no conocíamos. Cuando neutralizamos a la polaca y a la israelí, pensábamos que íbamos por el oro. No sabíamos que había otra corredora".

De vuelta con Kiesenhofer, su festejo en sumamente conmovedor. También fue un premio a una ciclista que era considerada como una de las potenciales colistas de la prueba. Completamente amateur desde 2017, su nombre ya pertenece a la historia olímpica.

La historia de Kiesenhofer en el deporte había comenzado como especialista de triatlón y biatlón hasta que en 2014 debió abandonar su práctica por una serie de lesiones. En busca de una nueva actividad para canalizar su pasión por el deporte, eligió al ciclismo como prioridad.

Por entonces afincada en Cataluña para completar un doctorado, se sumó al Frigoríficos Costa Brava que le permitió ganar la Copa Nacional de España 2016. Su buena producción llamó la atención del Lotto Soudal Ladies pero una serie de abandonos interrumpió su relación en 2017.

Tras un año sabático en 2018, volvió en 2019 como ciclista amateur: ganó el campeonato austríaco de contrarreloj entre 2019 y 2021 además de consagrarse en el campeonato nacional de ruta de 2019. Su aterrizaje en Tokio fue como corredora amateur, sin contrato con ningún equipo.

Kiesenhofer es doctora y tiene una maestría en matemática. Estudió en Vienna, Cambridge y Cataluña. Hoy enseña en Lausanne. El 3 de julio publicó en su cuenta los detalles de su entrenamiento, que cumplió en saunas para acostumbrar a su cuerpo al calor.

¿Volverá Kiesenhofer a enseñar en la Universidad de Lausanne? ¿Recibirá ofertas de algún equipo profesional? Por ahora son todas incógnitas.

Lo único concreto es que Anna Kiesenhofer fue campeona olímpica en una historia que encarna el espíritu amateur de los Juegos Olímpicos.

Sumo datos de Kiesenhofer gracias a @Ariasccg, quien fue su compañero en el Club Ciclista Gràcia en Barcelona entre 2012 y 2014. "Venía del duatlón y triatlón, pero no había hecho ciclismo. Al llegar a Barcelona se apuntó y empezó a centrarse en el ciclismo".

Más de @Ariasccg sobre Kiesenhofer: "Cuando empezó con nosotros hacía ciclismo para disfrutar. Pasó el tiempo y empezó a tomárselo en serio, en los entrenamientos y su alimentación. Llegó a hacer algunas salidas con el grupo más fuerte del club siendo la única mujer".

Ahí recibió el apodo de 'Guerrera': "Nunca se rendía, entrenaba con mucha rigurosidad y disfrutaba de grandes retos y etapas largas. Su mayor fortaleza era la mental, en las rutas largas podía poner a prueba su gran fondo y carácter". Su crecimiento la llevó al profesionalismo.

Su compañero @Ariasccg recuerda una anécdota que en #Tokyo2020 conoció el mundo entero: "Nos llamaba la atención que no le gustaba rodar en grupo, prefería hacer la escapada en solitario o hacer la subida a su ritmo. El pelotón la agobiaba. Nos hizo gracia que así ganó el oro".

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