Azucena Martín Profile picture
Biotecnóloga, redactora en @Hipertextual y metida en tos los fregaos en @ciencialm. Empoderada, pero torpe. Influencer de higueras y cortinas de ducha.

Aug 6, 2021, 20 tweets

Últimamente, a raíz de todo lo de las felicitaciones selectivas en los JJOO, he leído a algunas personas hablar de raza negra y blanca. Y me ha chirriado mucho; porque, biológicamente hablando, las razas humanas no existen. ¿Queréis saber por qué? Tomad asiento y leed el hilo.

Para empezar, es importante dejar claro que ni siquiera es un término científico para hablar de otros animales. A día de hoy, se usa a modo orientativo para animales domésticos, pero no es una clasificación taxonómica.

En la actualidad hay términos más correctos, como el de subespecie, que hace referencia a grupos dentro de una especie que reúnen las características morfológicas generales de esta, pero también otras que permiten agruparlos entre ellos.

A menudo el concepto de raza se ha usado para hacer referencia a este concepto. Pero, como os digo, no es científicamente correcto. Ahora bien, vamos a retroceder a lo que en su día hizo referencia el término.

Para poder hablar de razas humanas, tendríamos que tener grupos muy bien definidos, con unas características concretas que los diferencien del resto, principalmente en su apariencia, pero también en sus genes.

Si nos fijamos en la apariencia, es imposible hacer grupos cerrados, pues no hay caracteres morfológicos que vayan siempre unidos. Por ejemplo, no todas las personas de ojos azules son altas. Y genéticamente pasa lo mismo.

De hecho, aunque nos traiga de cabeza estudiar historia, los humanos no llevamos tanto tiempo en el planeta como para haber evolucionado a subespecies. Y los movimientos poblacionales no han permitido que haya grupos separados durante mucho tiempo.

Otra razón por la que no podemos hablar de razas humanas es que no hay clasificaciones claras. Según a quién le preguntes, te hablará de más o menos grupos separados. Eso sí, la mayoría coinciden en separar a blancos y negros.

Pero esto tampoco es válido, pues genéticamente los individuos de piel blanca y negra no son tan distintos. De hecho, hay dos estudios que, vistos en conjunto, vienen muy bien para comprenderlo.

Uno, publicado en 2010 por científicos de la Universidad Erasmus de Rotterdam, analizaba la ascendencia genética de las personas definidas como blancos y negros en Estados Unidos, a través de algo conocido como marcadores genéticos geográficamente informativos.

Vieron que los blancos generalmente tenían ascendencia europea y los negros africana.

Por otro lado, otro publicado en 2009 por científicos de la Universidad Federal de Río de Janeiro hacía lo mismo con los blancos y negros brasileños. Y lo curioso es que había blancos brasileños con más ascendencia africana que los negros estadounidenses.

Y es que, en realidad, el hecho de ser blanco o negro no es más que una adaptación evolutiva por la que se sintetizan diferentes cantidades de melanina, un pigmento que absorbe la radiación UV del sol, protegiendo las células de la piel de sus efectos.

Ya vamos viendo claro que no hay razas humanas. Lo que sí hay es variabilidad genética. Evolutivamente nos hemos ido adaptando a diferentes circunstancias, pero eso no nos convierte en razas diferentes. Podemos verlo con algo tan simple como la tolerancia a la lactosa.

No todas las personas disponen de la enzima lactasa, mediante la cual podemos descomponer y digerir la lactosa de la leche. Por eso, se habla de tolerantes e intolerantes. El sudeste asiático es el lugar del mundo donde más personas intolerantes a la lactosa hay.

El norte de Europa, uno de los lugares donde menos. Pero si nos encontramos con una persona intolerante a la lactosa en Finlandia, ¿podremos decir que pertenece a otra raza? Obviamente no.

En definitiva, todos somos únicos y a la vez muy parecidos. Hablar de razas es algo más cultural que biológico, pero aun así se ha convertido en algo despectivo, por lo que deberíamos desecharlo de una vez por todas.

Y, para terminar, la pregunta del millón: Si no debemos hablar de razas, ¿por qué hablamos de personas racistas? Pues, quizás, deberíamos también abandonar ese término. Yo aconsejo directamente cambiarlo por gilipoll… SE LA LLEVAN.

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