Desde que anunciaron que el próximo estreno de Sorrentino se llamaría 'Fue la mano de Dios' intuí —tampoco había que ser un lince— que por fin iba a contar en una película su tragedia personal.
Quien considere esto un posible destripe/spoiler, que no siga leyendo este hilo:
Paolo Sorrentino es un napolitano nacido en 1970, lo que le sitúa con 14 años cuando Diego Maradona fichó por el equipo de su ciudad. Desde que cumplió 15 imploró a sus padres que le dejasen viajar para ver un partido como visitante, fuera de Nápoles, pero no había manera.
El 5 de abril del 87 el Nápoles jugaba en Empoli, provincia de Florencia. Restaban solo cinco jornadas para lo que podría convertirse en el primer título liguero de la historia napolitana. Locura. Sorrentino volvió a pedir permiso para ir. Era un desplazamiento de 500 kilómetros.
Aquella vez, nadie sabe por qué, el padre consideró que Sorrentino ya no era tan pequeño y le permitió viajar a Empoli en vez de acudir al plan habitual de los findes: recorrer 150 kilómetros hasta la segunda residencia de la familia en Roccaraso, en L'Aquila, una zona montañosa.
Los padres se marcharon para pasar fuera el fin de semana y Sorrentino se quedó en Nápoles para viajar el domingo a Empoli y poder ver a Maradona y a su equipo jugándose el Scudetto. Ese era el plan. Pero el plan que quedó desbaratado por la tragedia.
El domingo por la mañana tocaron la puerta de su casa y Sorrentino salió, creyendo que su amigo pasaba a recogerlo para el viaje. Pero no. Era el portero: sus padres habían muerto durante la noche en la casa de Roccaraso intoxicados por monóxido de carbono tras un escape de gas.
Sorrentino quedó huérfano a los 17 años. Alguna vez ha resumido el suceso con una frase: «Maradona me salvó la vida». Es grandilocuente pero es verdad; si no fuera por sus ganas de viajar a Empoli, aquel fin de semana habrían muerto tres personas y no dos por un escape de gas.
El Nápoles empató a cero en Empoli y terminó ganando la liga.
Sorrentino se convirtió en un extraordinario director de cine. En 2014 logró el Oscar y en su discurso se lo agradeció a Maradona —algo que sacó la sonrisa de Toni Servillo—. ¡Qué menos!
No leo críticas de cine antes de ver la película porque odio los destripes, pero he bicheado los comentarios desde el festival de Venecia solo para confirmar si la nueva de Sorrentino contaba esta historia. Y, efectivamente, así es.
QUIERO VERLA YA.
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