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Para que no sea interminable, voy a circunscribir las menciones a las estrictamente cinematográficas —pelis, directores, actores—. Así, dejo fuera personajes literarios o reales popularizados en la pantalla. Es decir: me salto Superman, Nosferatu, Bonnie y Clyde, etc.
Paolo Sorrentino es un napolitano nacido en 1970, lo que le sitúa con 14 años cuando Diego Maradona fichó por el equipo de su ciudad. Desde que cumplió 15 imploró a sus padres que le dejasen viajar para ver un partido como visitante, fuera de Nápoles, pero no había manera.
El misterio, para quien no haya leído el otro hilo, era saber qué dice exactamente Calamaro en este verso. Es muy curioso: hasta en su propia web oficial aparece esto: un punto en lugar de la palabra cantada.
Para situarnos: Paloma y otras 36 canciones integraron Honestidad Brutal, quizás uno de los últimos grandes discos en español. Excesivo, majestuoso, apareció en 1999 y dicen que fue el más caro jamás grabado por su discográfica.
Solo en los siete primeros versos se encuentran hasta tres homenajes/parafraseos lorquianos. El arranque está sacado del famoso Romance sonámbulo; el yunque y el martillo recuerdan al Romance de la luna, una alusión que se confirma de inmediato gracias al «polisón de nardos».
Silvio escribió esta y otras canciones en 1970 tras recibir el encargo para una exposición celebrada en Santiago de Chile en 1972 —sonarían en el pabellón de Cuba—. Pero su publicación en un disco oficial no llegó hasta 1978, fecha del segundo álbum de Silvio, grabado en Madrid.

«El milagro del Palmar» apareció en su segundo disco, fechado en 1977. Iba a publicarse en abril del 76, pero Cano, siempre comprometido, retrasó la grabación en solidaridad con los conservatorios, que fueron a la huelga. 
Abre con una de las letras más logradas, que suena a verdad gracias a frases brutales, sin artificios. Usa versos larguísimos, pero las sílabas se aprietan hasta encajar en el ritmo y en el cerebro de quien las oye. Cuatro estrofas, cuatro retratos.
La narradora relata el encuentro en tercera persona. Nunca revelará el nombre del personaje, ni falta que hace para que nos compongamos una imagen perfecta gracias al ambiente portuario y a los rasgos físicos y emocionales del susodicho. Primer tatuaje: un corazón en el pecho.
A los Beatles les fascinaba Dylan. Paul lo describió como su ídolo. «Era nuestro héroe», dijo Ringo. Durante las sesiones de grabación de Let it be, el grupo se entretenía improvisando versiones de numerosas canciones de Bob, especialmente George.
En el relato 'Festivalero', un personaje lee precisamente ese libro, al que luego no se hace ninguna otra mención en las treinta páginas que ocupa.
Aviso: por suerte, esto va a leerlo gente de fuera, ajena a ese universo aparte que es el carnaval de Cádiz y su concurso de agrupaciones. Temo que un hilo no sea el formato propicio para bosquejar una introducción al respecto, así que mejor vamos directamente con la letra.
Es bien sabida la influencia que sobre Noel Gallagher ejercieron los Beatles, y más concretamente Lennon. Para descubrir la primera referencia basta escuchar con atención el arranque; la introducción a piano de este tema es calcada a la de Imagine.
Evangelina Sobredo nació en El Pardo, en una familia pudiente: hija de militar y diplomático, siete hermanos, educación bilingüe, creció entre Inglaterra, Estados Unidos, Portugal y Jordania, donde le pilló la guerra. En los albores de los 70, ya veinteañera, regresó a Madrid.
"Es una canción que escribí lleno de amargura, por ver en qué ha quedado esa religión del siglo XX que fue la Revolución rusa y todo lo que vino después", explicó Sabina sobre una letra "muy nostálgica". Para hacerlo, el texto mezcla referencias políticas y un romance alegórico.
La protagoniza Alfonsina Storni, suiza porque allí emigró su familia pero criada en Argentina, donde desarrolló su exitosa carrera literaria. En 1938, con 46 años, apesadumbrada por el cáncer de mama, decidió terminar su vida. Esta semana se cumple el aniversario de la muerte.
El romance más extendido es el octosílabo, pero este lo compone con versos de seis sílabas —y se cuela alguno de siete—. Será la métrica, la temática o simplemente la calidad, pero deja un regusto a texto clásico que induce a muchos a pensar que no fue Serrat quien lo escribió.



Repito: era lo primero que escribía. Prometo que lo estoy subiendo tal cual me lo he encontrado, sin modificar ni una coma. Sed compasivos, por favor. 


En concreto, el tema se lanzó como single el 19 de septiembre del 94. Lo compuso en una noche Dolores O'Riordan, líder de la banda, con su guitarra acústica. Pero ya en el cuarto de ensayo el grupo comprendió que el mensaje que querían transmitir necesitaba el toque grunge.
La letra está minada de alusiones a la joven protagonista, su novia de entonces, pero también rebosa referencias futbolísticas. Y abundan los argentinismos, porque a Sabina le encanta enriquecer un texto con vocabulario específico.
Penny Lane es una calle, pero en realidad la canción se inspira en el cruce donde desemboca. Allí hacían trasbordo los autobuses urbanos que McCartney y Lennon usaban para visitar la casa del otro, y también era donde se encontraban para viajar juntos al centro de la ciudad. 