Miguel Barrero Profile picture
Escritor, periodista y lo que surja. Mi última novela, «La otra orilla» (@G_Gutenberg). Dirijo la @snegra, colaboro en @zendalibros y soy autor de @Dos_Passos.

Oct 13, 2021, 24 tweets

El 13 de octubre de 1821 se consagraba en Oviedo, por aquel entonces capital del Reino de Asturias, la basílica del Salvador. Con el tiempo, se acabaría convirtiendo en el edificio de la foto.

Es decir, que la catedral de Oviedo cumple 1.200 años y eso merece un breve hilo. 👇🏻

Fue Alfonso II quien mandó levantar aquella basílica, en el mismo lugar donde su padre, Fruela, había erigido un templo —también dedicado al Salvador— que destruyeron los musulmanes en una de sus acometidas

Alfonso no quiso que fuera una basílica cualquiera. Él había situado la capital del Reino en Oviedo y diseñó un complejo en el que ese templo se integraba en un complejo del que formaban parte su palacio y otra iglesia (Santa María) destinada a acoger en panteón real.

De todo aquello, lo único que hoy permanece más o menos igual —luego iré explicando el «más o menos»— es la capilla del palacio real. Tenía dos plantas que son las que ahora se conocen como Cámara Santa y Cripta de Santa Leocadia.

La basílica del Salvador fue un lugar importante. Era el templo principal de un reino cristiano que se iba expandiendo en una península dominada por los musulmanes, y ya de por sí eso le daba caché. Custodiaba, además, un arca que, según decían, acogía importantes reliquias.

Y desde sus mismas puertas salió Alfonso II para dirigirse a un lugar de la Gallaecia romana donde, según le dijeron, acababan de encontrarse los restos de un apóstol.

Es decir, que en la antecesora de la catedral de Oviedo nació nada más y nada menos que el Camino de Santiago.

Ahí empezó, precisamente, su declive. Compostela fue ganando adeptos y relegando a Oviedo en el imaginario de la cristiandad. Pero en el siglo XI se abrió aquel arca llena de reliquias que nadie había inspeccionado hasta entonces (es curioso) y ¡oh, sorpresa!

Aparecieron allí una sandalia de San Pedro (literal), unos pocos litros de leche de la Virgen (también literal), espinas de la corona de Cristo y, por si fuera poco, hasta el sudario en el que quedó envuelto el cadáver de Jesús.

Todo esto reavivó la vieja chispa. Se ornamentó adecuadamente el arca (en lo sucesivo, Arca Santa) y se inventó aquella coplilla que rezaba:

«Quien va a Santiago
y no al Salvador,
visita al criado
y olvida al señor.»

(El chovinismo asturiano, como se ve, no es de ahora.)

La basílica, que a esas alturas ya era catedral, experimentó cambios importantes y se le adhirió una torre en el lado sur. También se amplió la capilla palatina (es decir, la Cámara Santa), añadiendo un apostolado románico que es una absoluta maravilla.

Fue el inicio de una transformación en toda regla. A finales del siglo XIII comenzaron a edificarse el claustro y la sala capitular sobre los terrenos del antiguo palacio, y sobre la antigua basílica se levantó un templo de traza gótica.

Andaba ya avanzado el siglo XV cuando la catedral adquirió el aspecto que tiene ahora, el mismo que veis ahora. Falta el coro, que un obispo de infausto recuerdo decidió cargarse a finales del XIX o principios del XX. La sillería que sobrevivió se conserva en la sala capitular.

Lo último que se levantó, ya en el XVI, fue el pórtico y la magnífica torre. «Poema romántico de piedra, delicado himno de dulces líneas de belleza muda y perenne», la describió «Clarín» en «La Regenta».

No obstante, hubo nuevos añadidos en las épocas renacentista y barroca: la girola, la capilla de Santa Eulalia, la de los Vigiles, la de Santa Bárbara...

... Y la del Rey Casto, que a mí no me gusta nada y sustituye a la vieja iglesia de Santa María, con panteón real incluido. Lo mejor que tiene es, en mi opinión, la portada gótica que en origen dio entrada a la catedral por el brazo norte del transepto.

Desde su nacimiento, la historia de la catedral ha estado ligada a la de Asturias. En su sala capitular se reunió desde el siglo XVI la Junta General del Principado, y allí se decidió declarar la guerra a Napoleón el 25 de mayo de 1808.

Padeció los efectos de la Revolución del 34, que se cebó espacialmente con la torre, el claustro y la Cámara Santa. Por suerte, el conjunto pudo recuperarse. Aún se aprecian agujeros de bala en algunas paredes.

En el verano de 1977, un ladrón entró de noche en la susodicha Cámara Santa y destrozó la Cruz de la Victoria y la Cruz de los Ángeles, que son dos joyas de la orfebrería prerrománica y, sobre todo, los símbolos por antonomasia de Asturias y de Oviedo.

La catedral ha venido siendo escenario de fiestas y ceremonias litúrgicas, pero también de protestas, como ésta que entre 1996 y 1997 protagonizaron los trabajadores de Duro Felguera, que de pasaron 318 días encerrados en ella.

Y bueno, ahí sigue la catedral a día de hoy. Hace mucho que no la piso, pero la tuve muy pateada. Si vais por allí, aquí dejo cuatro maravillas más o menos escondidas, para que las busquéis con calma.

Y por supuesto tenéis que echarle un ojo al portentoso retablo mayor, de estilo gótico hispano-flamenco, que según los entendidos es uno de los mejores de España en su género, con los de Sevilla y Toledo.

No es la catedral más bonita del mundo ni lo pretende, pero tiene su encanto. Vio nacer el Camino de Santiago, acogió al órgano que aún hoy representa a los asturianos y sale retratada en una de las grandes obras de la literatura española.

Razones de sobra para felicitarla.

(*821)

FE DE ERRATAS.— En el primer tuit, como es evidente, debería poner «821».

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