Thread by @elnocturno

1/ Voy a tratar de explicar por qué me opongo al proyecto eléctrico de López Obrador. En primer lugar creo que sectores como el eléctrico, al igual que otros estratégicos, en general deben ser de propiedad estatal, empresas públicas de servicio antes que meros negocios.

2/ Evidentemente, la propiedad pública del sector eléctrico no excluye la generación privada, por ejemplo, pero el estado debe mantener autoridad total en la regulación del sector acentuando su función social.

3/ Un buen ejemplo es una sanidad pública de calidad, donde el estado no puede producir todos los medicamentos o equipos y consumibles médicos, pero cuyo suministro tiene que atender a otras preocupaciones además de las ganancias financieras y la competencia.

4/ En México, la electricidad la empezó a nacionalizar Lázaro Cárdenas en 1937 y terminó Adolfo López Mateos en 1960 al expropiar la empresa canadiense The Mexican Light & Power Company, Ltd., concesionada por Porfirio Díaz. Era la cumbre del proyecto desarrollista

5/ La CFE en todo el país y Luz y Fuerza del Centro en la capital tenían por objeto que todos los mexicanos tuvieran acceso al servicio eléctrico. Cosa que nunca pasó, entre otros motivos por la corrupción institucional.

6/ Pero hubo trabajadores y funcionarios que de verdad se partieron el lomo para lograr el objetivo. Llevar electricidad a muchas zonas simplemente no es negocio (distancia, incapacidad de pago), si no se subsidia y se deja en manos del mercado, la electricidad no llega nunca.

7/ Sin lograr la meta, aterrizan en el gobierno economistas neoliberales como Carlos Salinas que en 1992 comienza el proceso privatizador de acuerdo al mantra de que todo lo privado es mejor que lo público. Y dada la corrupción en el sector, tampoco le importó mucho a la gente.

8/ Siguió un proceso de entrada de la empresa privada en la generación eléctrica, pero la CFE siempre mantuvo el monopolio de la distribución y la mayoría de la generación, así que no hay una real privatización del sector que amerite el desplante de AMLO ni el lloriqueo liberal.

9/ Limitar la participación privada es más cosmética que funcionalidad. La CFE sigue siendo presa de sus ineficiencias, de la corrupción y de la incapacidad, y en manos de un priísta tramposo como Bartlett no hay visos de que pueda lograr cuanto promete AMLO.

10/ Y el problema son las promesas: no hay ni se ha visto un plan analizado por expertos que demuestre que bajará el precio de la electricidad y se podrá cubrir a los 3 millones que hoy siguen sin ella. Todo es, como siempre, saliva y aspaviento con priísta de guarnición.

11/ Todo es voluntarismo, ocurrencia y desplante en plan matón, pero sin sustancia, sin técnica, sin proyecto. Más poder para un Bartlett que sigue enriqueciendo a la familia Salinas con contratos de la CFE, menos control sobre la corrupción, y cero expectativas de cumplimiento.

12/ Una rectoría sólida del estado sobre el sector, transparente, honesta y con bases técnicas asumiría su parte en la lucha contra el cambio climático y pondría el acento en las energías limpias asunto que al gobierno le interesa entre nada y menos 5. De hecho va contra ellas.

13/ La visión de AMLO es anticuada, antitécnica, simplona y alejada de lo que un estado serio debe hacer.
Acaba siendo vergonzoso que hace 3 años se creyera esto en el NYT y hoy se tenga una visión de los 70, lo más alejada de una posición visionaria y seria del siglo XXI.

14/ Y esto sin contar el cuento de que todo va mejor en manos de empresas privadas, cuando éstas participan de la corrupción, no son las empresas ideales que se inventan en el papel Milton Friedman o Juan Ramón Rallo. Porque el problema no es el estado, sino cómo se gestiona.

15/15 De allí que, desde la distancia, todo parezca un teatro, un guiñol donde el ultranacionalismo casi trumpiano, simplista y visceral pone en escena un huracán de pasiones destinado a ser una más de la dolorosa cadena de decepciones que AMLO ha ofrecido a quienes le creyeron.