Esta semana nuestro #HiloNatGeo está dedicado a una de las obras maestras de la pintura gótica flamenca, una escena sombría (la muerte de Cristo) pintada de forma luminosa, con colores vivos y cálidos. El descendimiento, de Rogier van der Weyden 🧵🎨✝️👇
Se trata de un retablo pintado al óleo hacia 1440, expuesto en el @museodelprado. Un descendimiento o deposición (nombre poco afortunado) es una obra que representa la bajada del cuerpo de Cristo, muerto, de la cruz. Aquí tienes algunos ejemplos.
El descendimiento de Van der Weyden era un tríptico del que se han perdido los laterales. Fue un encargo del gremio de ballesteros de Lovaina (Bélgica). En el falso marco que pintó dejó un detalle para el gremio.
Es una escena descrita de los evangelios. El rico José de Arimatea, acompañado de la virgen María y otros personajes del séquito de Jesús, baja el cuerpo de Cristo para amortajarlo y sepultarlo.
Lo primero que llama la atención en la obra de Weyden es su monumentalidad, mide 2'04 x 2'61 m, y la agobiante sensación de falta de espacio. Esto es porque fue concebida como un friso escultórico. Las figuras "esculpidas" resaltan sobre el fondo dorado que elimina la perspectiva
Aunque esa perspectiva es engañosa y cambiante. En la parte superior, el criado y el tablón de la cruz parecen pegados al marco pintado por Van der Weyden y a medida que bajamos, el espacio se ensancha "mágicamente" para que quepan la cruz, la escalera y varios personajes.
Van der Weyden esconde la base del tablón vertical de la cruz y de la escalera tras un bosque de personajes y el cuerpo anormalmente alargado de la virgen para disimular este cambio de perspectiva.
El único paisaje que muestra la pintura es la fina franja de hierba del suelo. La calavera hace referencia al lugar de la muerte, el monte Calvario o Gólgota, donde está enterrada la calavera de Adán. Junto a la planta simboliza la muerte y resurrección.
La ausencia de paisaje centra todas las miradas en los personajes. La postura de los personajes principales, la virgen María y su hijo, equipara el sufrimiento de la madre al de su hijo, en una clara comparación de ambos padecimientos.
De hecho, la tez de la madre es más pálida que la de su hijo. Se diría que la muerta es ella.
Por el rostro de Jesucristo cae la sangre. La barba no es poblada como se representa tradicionalmente. Parece crecida en los tres días que ha estado prisionero. El nivel de detalle de la sangre llega a diferenciar la seca de la fresca con dos tonos de rojo distintos.
El ojo derecho no esta completamente cerrado. Si nos acercamos mucho... ¡¡Se entrevé en interior blanco!!
Como explica el evangelio de Juan, una vez muerto Jesucristo "uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua".
El paño en el que envuelven a Jesucristo es tan fino que se transparenta la sangre, aunque ni lo mancha.
Un detalle sublime en su brazo. Los pelos pintados uno a uno.
Los personajes principales dividen la escena en dos partes: los que ayudan a la virgen María y los que sostienen el cadáver de Cristo.
Un verdadero retablo de catálogo de rostros de dolor.
Que llega a un nivel de detalle impresionante en las lágrimas. Sin duda lo que más llama la atención de esta pintura.
Pero el nivel de detalle va mucho más allá. Un alfiler sujeta el pañuelo de María Cleofás
El rico José de Arimatea muestra su lujosa ropa con un tejido precioso. A la moda de los Países Bajos del siglo XV. Aunque bajo esa suntuosidad hay un aspecto desarreglado, como se hubiera vestido con prisa. Los corchetes desabrochados o el tocado mal puesto.
El abrigo de Nicodemo también está rematado por vistosas joyas.
María Magdalena va mucho menos recatada que las otras mujeres. Parece que tampoco ha tenido tiempo de ponerse nada por encima del corpiño con un escote pronunciado (¿referencia a su pasado pecador?).
Su cinturón tiene escritos los nombres de Jesús y María.
Aprieta las manos haciendo una gran fuerza.
Es una pintura que por mucho que se observe siempre se encuentran detalles nuevos. Aquí comenta alguno Lorne Campbell, especialista en Rogier van der Weyden.
Hasta la semana que viene. Ya sabéis mirad el lado bueno de la vida
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