La imagen de la izquierda muestra las ruinas de Tükhun. Se descubrieron en Nepal, a 7000 metros de altura y están datadas en más de 15000 años.
En la imagen de la derecha, un plato de pulpo a la gallega.
Ambas cosas están muy relacionadas.
¿Por qué?
#HILO
Empecemos por EL PULPO.
Nombre científico: Octopoda.
Lleva casi 300 millones de años en nuestro planeta.
Es el animal no humano con mayor cociente intelectual que conocemos.
En ciertos casos, resuelve problemas con mejor inteligencia que muchos humanos.
Muchos etólogos se han formulado la gran pregunta:
Con semejante intelecto y con esos tentáculos tan versátiles, ¿por qué el octopoda lleve 300 millones de años sin crear UNA CIVILIZACIÓN?
Nosotros hemos tardado sólo 4 millones y pico de años en fundar la nuestra.
Sabemos que los pulpos utilizan ciertos objetos a modo de herramienta.
En este vídeo, por ejemplo, vemos a uno de ellos usando cáscaras de coco para fabricarse una armadura:
Sin embargo, los octópodos no han necesitado aprender a construir ciudades o máquinas para sobrevivir como especie.
Ni siquiera forman sociedades complejas. Son más bien huraños, individualistas, esquivos. Tienden a evitarse entre ellos.
O eso creíamos hasta ahora.
En marzo de este año Jessie Lahn (bióloga de la Universidad de Pleanville) y Cinthia Werner (matemática) analizaron las ONDAS CEREBRALES de varios pulpos.
Y llegaron a conclusiones asombrosas.
Esas ondas cerebrales fluctuaban obedeciendo a patrones: Se trataba de UN CÓDIGO.
Lo impresionante era que los patrones de las ondas cerebrales de un pulpo se sincronizaban con los de otros pulpos.
En otras palabras: Los pulpos se comunican telepáticamente.
Comparten una especie de WiFi.
Tienen su propio ciberespacio.
La gran pregunta era:
¿Se podía descifrar ese código?
¿Se podía acceder a ese "ciberespacio"?
Con la ayuda del departamento de Informática de Pleanville, Werner analizó el funcionamiento de aquellos "mensajes telepáticos".
Y aquello tenía una complejidad prodigiosa.
Algunas partes del código tenían la estructura de preguntas. Otras parecían respuestas.
Ciertos fragmentos de información generaban, al parecer, imágenes mentales que unos octópodos compartían con otros.
Resulta que sí son bichos MUY sociables, pero en un mundo invisible.
Podría decirse que los pulpos sí construyen ciudades, e incluso imperios, pero no son materiales.
O lo único que hay de material en ellos es su propia "materia gris".
Bob Cowey, informático de Pleanville, ayudó a Werner a "traducir" al lenguaje de los ordenadores aquel sistema de comunicación detectado en los pulpos.
Cuando lo lograron, se llevaron una enorme sorpresa:
Al parecer, ellos no eran los primeros en descifrar aquel código.
En el año 2003, una empresa de Massachusetts había adquirido varias decenas de pulpos.
Un año más tarde, en 2004, esa empresa revolucionó el mundo con un software que tiene la misma estructura del "código de los pulpos".
El dueño de aquella empresa se llama Mark Zuckerberg.
SÍ:
La programación de FACEBOOK está copiada de los pulpos.
Zuckerberg se apropió de lo que sucede dentro de la cabeza del octopoda y lo adaptó a nuestra tecnología y nuestra percepción.
Su empresa invierte millones en estudiar pulpos para seguir puliendo el código.
¿Y cuál es el siguiente paso en la estrategia empresarial de Zuckerberg?
EL METAVERSO.
Quiere convertir su red social en un entorno de realidad virtual, similar al del libro (y la película) READY PLAYER ONE.
¿Es el "metaverso" la culminacion del mundo virtual de los pulpos?
Si el "metaverso" triunfa en nuestra sociedad, viviríamos cada vez más en el mundo virtual, conectados en red, que en el mundo físico.
Con el tiempo, dejaríamos de construir cosas complejas en nuestro entorno material: Sólo lo básico para alimentarnos, reproducirnos, etc.
Eso plantea una cuestión aún más perturbadora:
¿Acaso los octópodos, hace millones de años, edificaron grandes cosas en el mundo virtual que luego fueron abandonando, refugiándose cada vez más en su metaverso particular?
Eso nos lleva a las ruinas de TÜHKUN, en Nepal.
Según las dataciones más rigurosas, esta ciudad montañosa tiene un mínimo de 15000 años de antigüedad, aunque podría tener cientos de miles o incluso millones de años.
En ella se utilizan técnicas arquitectónicas que sugieren una civilización mucho más avanzada que la nuestra.
Resulta curioso que todas las estructuras y geometrías de Tühkun están basadas EN EL NÚMERO OCHO.
Nosotros solemos usar el sistema decimal porque tenemos diez dedos.
¿Qué sistema de medición usaría una especie con ocho extremidades?
En Tühkun hallamos los restos mejor conservados de esa enigmática civilización, pero existen muchos más. Algunos en la superficie, y otros construidos bajo el agua.
Según Pleanville, ése pudo ser el legado arquitectónico de los octopoda, antes de zambullirse en lo inmaterial.
Y AÚN HAY MÁS:
Algunos críticos señalan que H.P Lovecraft se inspiró en las ruinas de Tühkun para concebir ciudades imposibles como la que describe en una de sus obras cumbre: EN LAS MONTAÑAS DE LA LOCURA.
Cambió los números, cambió los nombres... pero conservó los tentáculos, y el mar.
Algunas teorías delirantes afirman que Lovecraft era un "canalizador": Recibía información de entidades extraterrestres (o extraplanares) y la plasmaba en sus relatos de ¿ficción?
Y son muchos los que señalan el inquietante parecido entre Mark Zuckerberg y H.P Lovecraft...
... y buscan en ello una explicación a por qué un joven informático tuvo ese golpe de intuición que le indujo a investigar a los pulpos... y robarles su código fuente.
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GRACIAS por leer esta historia de #FICCIÓN. Si te interesa sumergirte en otras historias de #CrónicasDePleanville, puedes hacerlo AQUÍ:
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