El 20 de octubre de 1992, Madonna editó Erotica, e introdujo un cambio de paradigma con respecto del rol de la mujer en la industria musical.
Su 29º aniversario contribuye a tomar conciencia de hasta qué punto las reglas del juego habían cambiado para siempre. Abro hilo.
Erotica trajo consigo el primer fracaso de Madonna. Seis millones de copias no es una cifra baladí, pero Vogue se había consagrado como el himno absoluto del año 1990, y The Immaculate Collection, su último recopilatorio, había logrado comercializar más de 30 millones de copias.
¿Cuáles fueron los desencadenantes de su rendimiento comercial tan pobre? Sin duda, su tonalidad sexual desempeñó un papel relevante, pero el elemento más influyente fue Sex: el libro con fotografías de Steven Meisel en el que Madonna relataba sus fantasías y vivencias sexuales.
Sex es indisoluble de Erotica en tanto que su repercusión y el ostracismo tan inimaginable al que fue relegado su autora. Por un lado, elevaba considerablemente el carácter sexual exhibido en aquellos temas y, por otro, eclipsó por completo su valor musical tan significativo.
Sex, hasta la fecha, continúa postulándose como el mayor hito de liberación sexual que jamás haya presentado una figura de la cultura pop. En pleno 1992, veía la luz una recopilación de relatos y fotografías que contribuyeron a la resignificación de prácticas consideradas tabú.
Madonna confesaba que el sexo anal era la práctica más placentera, o afirmaba que “cualquier hombre heterosexual debía tener la lengua de otro hombre en su boca, al menos, una vez en la vida”, entre desnudos en los cuales la heterosexualidad brillaba por su considerable ausencia.
La reivindicación de Sex no solo se orquestaba en torno a la premisa feminista de que se encontrase en la sexualidad una forma de empoderamiento. Su esencia revolucionaria también se debía a su normalización de comportamientos sexuales altamente estigmatizados en aquella época.
Sus páginas ilustran escenas de sadomasoquismo, homoerotismo, bondage e, incluso, prácticas tales como el anilingus. También retratos interraciales, entre los que cabe destacar la presencia de Naomi Campbell, que se sumó a su realización junto con otros modelos y actores.
Para comprender la coyuntura de esta etapa artística basta con tener en mente, por ejemplo, que no fue hasta el año 1990 cuando la Organización Mundial de la Salud hubo desclasificado la homosexualidad de su listado de patalogías mentales.
El hastío hacia Madonna durante esta época no repercutió de forma exclusiva sobre los sectores conservadores que tanto la aborrecían, sino que la opinión pública se posicionó en su contra. Lo sucedido podría conceptualizarse, sin duda, como una protocultura de la cancelación.
La misoginia imperante también se tradujo en su recepción crítica. Su propuesta se vio absolutamente ensombrecida por los numerosos escándalos que fomentaba su imagen artística, en detrimento de Erotica. De manera paradójica, este constituía su álbum más sólido hasta la fecha.
Desgranar Erotica entraña deambular de forma constante, cuasi errática, entre la fenomenología social y la musicología. No obstante, su contenido hizo de él la que posiblemente suponga la obra maestra de Madonna -con permiso de Ray Of Light-, y sus composiciones más complejas.
A sabiendas de la confluencia de estilos tan diferenciada entre los períodos de su discografía, no resulta sencillo categorizar una corriente específica como un sonido atribuible a Madonna. Erotica, no obstante, cristaliza la posibilidad de atribuirle una identidad sonora fija.
Erotica fue la primera gran renuncia de Madonna hacia los convencionalismos del pop con el que había triunfado en la década de los ochenta. De la mano de Shep Pettibone, con quien creó sus catorce cortes mano a mano en Nueva York, se integró de lleno en los horizontes del house.
Este afán de irrupción en una escena más electrónica fue puesto de manifiesto en los 75 minutos de duración del largo. El despido de las extensiones pop convencionales no era anecdótico, sino que daba cuenta de un enfoque más ambicioso con respecto de su concepción de la música.
Además, integraba un abanico de géneros más diversificado que sus anteriores elepés. Su carta de presentación homónima, Erotica, es un corte trip hop que sustrae prioridad al canto para priorizar el uso del denominado “spoken-word”, que enfatizaba su núcleo sexual.
En pleno 2021, el vídeo musical de Erotica continúa posicionándose como el escándalo de liberación sexual más controvertido que jamás haya provocado una estrella del pop. Un despliegue pornográfico que secuenciaba parte del universo visual de Sex mediante imágenes orgiásticas.
La polémica no se hizo esperar y, de hecho, la cadena MTV transmitió el clip tan solo en tres ocasiones, a partir de la franja horaria nocturna, antes de proceder a su veto. Existe, también, una versión todavía más explícita, en la que se omite la censura en ciertos planos.
Erotica, a pesar de su fachada sexual, era en gran medida una oda a la vulnerabilidad. Entre sus catorce pistas, tan solo cuatro -al margen de posibles interpretaciones metafóricas- aludían a un contexto carnal. Entre ellas, Where Life Begins es una invitación al sexo oral.
Entre el new jack swing, el hip hop o el R&B, hacía acto de aparición un auténtico clásico: Deeper and Deeper. Pese a lo que la creencia popular pueda presuponer, es una de las escasas ocasiones en las que Madonna ha hecho una inmersión palpable y genuina en el género disco.
Percibida como una expresión del deseo, pone de manifiesto tanto a nivel compositivo como visual el estatus de Madonna como icono LGBTI+. Su vídeo, cuyas referencias abarcan desde Goethe hasta Warhol, pasando por la cinematografía de Hollywood, recreaba el ocio de ambiente.
Una de las grandes virtudes de Erotica radicaba en el énfasis que se hacía en la soltura de Madonna como baladista. En este ámbito deslumbra Rain, con tintes new age y R&B, cuya dirección artística hizo de su vídeo musical todo un hito estético para su ya aclamada videografía.
La que se cataloga como su gran balada pop, no obstante, es Bad Girl. Un corte sublime tanto en su dimensión sonora como visual, en el que Madonna retrata con maestría a una mujer que se aboca a su trágico desenlace por sus hábitos autodestructivos. Conlleva todo un cénit.
También sobresale Secret Garden, un homenaje a la vagina de la propia artista que, a su vez, implica uno de sus techos artísticos mayúsculos, puesto que se encarga de dar cierre a Erotica con broche de oro, el cual establece un nexo ambicioso y exquisito entre el house y el jazz.
Thief of Hearts, por un lado, da alas a la proyección más teatral del disco; Bye Bye Baby, por otro, presume de una de sus interpretaciones más agudas y acertadas, en clave hip hop. In This Life, no obstante, acarrea un eje temático tan lacrimógeno como esencial.
Pese a su infravaloración tan injustificada, In This Life entraña un punto de inflexión en la figura de Madonna como referente LGBTI+, al otorgar plataforma a la lucha contra el sida, en una época en la que tal discurso se consideraba marginal e indeseable.
“¿Alguna vez has visto a tu mejor amigo morir?
¿Alguna vez has visto a un hombre adulto llorar?
Algunos dicen que la vida no es justa, pero yo creo que, sencillamente, no les importa.
Prefieren mirar hacia otro lado, y esperar a que esto desaparezca”.
Erotica se configuró como un proyecto de culto que solo se dignificaría como producto del paso del tiempo. Tres décadas más tarde, su lanzamiento categoriza a Madonna como el referente de empoderamiento sexual más transgresor de la historia de la industria del entretenimiento.
La medida en la que Erotica hizo tambalear los convencionalismos puritanos, la estructura patriarcal y la subordinación femenina en el plano sexual contribuyó a catapultar a Madonna hacia la esfera académica en términos artísticos, sociológicos, filosóficos y políticos.
Erotica dinamitó los convencionalismos con una sagacidad tan radical que, hasta la fecha, la cultura pop no ha vuelto a atestiguar ningún episodio semejante de emancipación en la esfera sexual. Su legado es palpable en todas y cada una de las figuras femeninas de la industria.
Lejos de la hipersexualización que proliferaría con posterioridad en la cultura pop, Madonna se articuló a sí misma como sujeto independiente y autosuficiente de deseo.
Con Erotica, cimentó su legado como el referente feminista más revolucionario de la posmodernidad.
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