Como mañana es Día de Todos los Santos y este fin de semana es costumbre visitar los camposantos, les invito a recorrer algunos de los mausoleos de maestros del toreo que más me gustan.
¿Qué por qué toreros? Porque sí y porque me apetece. Ea.
Va hilo.👇
Manolete. Como no podía ser de otro modo, que estamos en Córdoba. En el Cementerio de la Salud yace el Califa, don Manuel Rodríguez Sánchez. El torero impávido.
También en la Salud, don Rafael Guerra Bejarano, «Guerrita». El filósofo.
Y ahora, Rafael Molina, «Lagartijo», también cordobés y también el la Salud.
Y el tercer Rafael de la Santísima Trinidad del toreo cordobés, don Rafael González «Machaquito».
Salgamos a las afueras. Sevilla tuvo la suerte de ver nacer a los Gallos. Y entre ellos, Joselito, sobresalió sobre todos. El día que murió en Talavera hasta la Macarena vistió de luto.
En el cementerio de San Fernando.
Y en el mismo camposanto, el «Pasmo de Triana», don Juan Belmonte. La quietud.
Sevilla también acoge el eterno descanso de «El Espartero» . Con una columna truncada, símbolo de la vida rota por la guadaña de la parca.
Y en Valencia se homenajea a Manuel Granero, la figura que murió a los veinte años de una certera cornada.
Aún recuerdo el día en el que un toro le partió el corazón a José Cubero «Yiyo». Que gran torero hubiera sido quien hoy yace en el madrileño Cementerio de la Almudena.
Y si el de Manolo Vázquez honra el capote, el de Manolo González lo hace con la muleta y los trastos de matar.
El toreo es vida y muerte; valor y miedo; fiesta y llanto. Y de esa lucha inmortal, nace el verso y con él, la gloria o el olvido, pues, como escribió José Bergamín:
«Ni el torero mata al toro,
ni el toro mata al torero.
Los dos se juegan su vida,
a un mismo azaroso juego».
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