1/ Me piden que comparta una historia (de las muchas que me contaron los exiliados) del golpe de estado de 1973, cuando México afortunadamente tenía como embajador en Chile a Gonzalo Martínez Corbalá, un tipo a carta cabal, aquí presentándole sus cartas credenciales a Allende.
2/ Como aparte, Martínez Corbalá como senador contra las leyes antiinmigración de EE.UU., me dio mi única nota de ocho columnas (desusada para un periodista cultural/científico) en Excélsior, cuando entrevisté a Hortensia Bussi de Allende y vi por última vez a Zitarrosa, en 1986.
3/ El caso es que ante el golpe de estado, Martínez Corbalá (MC) se ocupó de asilar a Hortensia Bussi y a sus hijas y dio orden de abrir la embajada a todos los que se pudiera para que huyeran de lo que evidentemente era un golpe sediento de sangre.
4/ No se trataba de tomar el poder, se trataba de aterrorizar y aniquilar a todos los relacionados con el gobierno legítimo de Allende. El agregado militar era Orlando Carrillo y la embajada se vio rodeada de francotiradores que buscaban matar a algunos asilados en especial.
5/ Hay dos subhistorias importantes. Fernando Gamboa, el museógrafo que se había encargado de fletar los barcos que llevaron a México desde Francia al exilio español, estaba en Santiago con una exposición que se iba a inaugurar el 13 y tuvo que salvar noqueimporte.blogspot.com/2017/08/fernan…
6/ La otra: Manuel Mejido, reportero de Excélsior, tuvo la suerte de comunicarse con un diario argentino por la única línea telefónica que los golpistas no habían cortado, la más antigua. Durante semanas, la información salió por allí al mundo sin que los golpistas supieran cómo
7/ La situación era tensa y la embajada sólo tenía 6 subametralladoras UZI y la pistola del capitán Carrillo. El capitán le dijo a MC que tenía seis balas, pero sólo dispararía cinco, porque la otra era para él, que no permitiría ser apresado. MC le dijo "Dispare sólo cuatro".
8/ MC fue negociando salvoconductos para que los asilados pudieran llegar a los aviones fletados cada semana por el gobierno mexicano para llevarlos a lugar seguro. Se leía la lista de los beneficiarios de los salvoconductos, y un autobús los llevaba al aeropuerto.
9/ Un día, el autobús volvió del aeropuerto con un pasajero, Sergio Maurín, director de la editorial Quimantú. Creyó que lo llamaban y fue al autobús, pero no tenía salvoconducto y fue devuelto. El autobús paró frente a la puerta de la embajada, bloqueada por militares golpistas.
10/ El autobús era territorio mexicano, la embajada también. Los pocos metros entre ambos eran territorio chileno y por tanto se podía detener a Maurín. Otro militar mexicano, Mario del Valle, tuvo una idea. Cruzó la barrera de militares y subió al autobús.
11/ Cuando se abrió la puerta del autobús, Del Valle traía a Maurín en brazos, envuelto "como un tamal" en la bandera mexicana. Contaba con que los militares chilenos no se atreverían a mancillar la bandera ni a tocar al militar mexicano. Funcionó. Maurín volvió a Chile en 1989.
12/ Heroísmos así, casi de novela barata, de riesgo de cursilería y de epopeya a ras de suelo son los que se llegan a ver en condiciones extremas. MC varias veces dijo que esperaban en todo momento la entrada de los militares a la embajada a sangre y fuego.
13/13 Y al final, cada vez más, los violentos son juzgados contra las mejores virtudes de las personas a las que intentan destruir. La historia es cada vez menos amable con golpistas, terroristas, asesinos y "héroes bélicos". Eso es bueno. Aunque alguno quiera vendarnos los ojos.
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