De hecho, la mayoría de la vanguardia proletaria está tan acostumbrada a tragarse la(s) película(s) del feminismo que ni siquiera ha leído a las propias feministas más honestas, que dejan muy clara la indisociabilidad entre feminismo y Estado burgués:
La desesperación por intentar casar dos movimientos y visiones del mundo antagónicos como el comunismo revolucionario y el feminismo se estrella incluso contra aquel feminismo que se sabe dominante y que no necesita al marxismo ni como elemento discursivo a instrumentalizar.
Es tal la fuerza del feminismo entre el comunismo que los que buscan salvar ese "infeliz matrimonio" aún no se han percatado de que el feminismo aspira, una vez enterrado el marxismo como teoría de vanguardia, a ser totalizador desde y por la perspectiva de género.
Hay decenas y decenas de ejemplos para quien esté dispuesto a leer a las propias feministas con ojos críticos, del marxismo revolucionario. Y el intento de salvar los muebles al feminismo es si cabe más vergonzoso cuanta mayor capa de pintura "roja" se le pretenda aplicar.
Uno más, por ahora, de dos de las figuras más señeras del feminismo "patrio". Cristalino... para quien ponga en cuestión las mixtificaciones del feminismo "rojo".
Y otro más, de la mano, esta vez, de la teórica feminista Amorós, a quien hay que agradecerle con la mayor sinceridad del mundo que exprese con tanta claridad el papel que tiene el marxismo para el feminismo:
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