Tal día como hoy, 1 de enero de 1717, nacía Antonio Barceló. ¿Sabían que siendo un brillante marino fue muy discutido en su tiempo? Hubo muchas envidias a causa de su extracción humilde por parte de los aristocráticos oficiales de la Real Armada y contó con más bien pocos amigos.
El hecho de que soliera gritar las órdenes, aunque no hubiera ruido, debido a su incipiente sordera, le dio fama de autoritario entre sus subordinados. Por otro lado, se le consideraba un hombre poco instruido y se dice vestía con despreocupación, siendo eminentemente práctico.
Además, daba poca importancia a las formas y maneras, algo muy valorado por la aristocria y los círculos cortesanos, donde eran habituales los oficiales navales de alto rango. En 1762, había sido herido en un abordaje, recibiendo una bala de mosquete en la mejilla izquierda.
Su rostro, así quedó marcado para siempre, haciéndolo poco atractivo, algo que al final de su carrera aumentaría su incipiente sordera. Sin embargo, su tropa le respetaba y amaba y era el ídolo de las clases populares y los marineros. Era todo serenidad, diligencia y destreza.
A pesar de todo, ascendió en la escala de guerra de forma meteórica hasta el grado de teniente general de la Real Armada, fundamentalmente en virtud de su valor. Y los marineros le cantaban:
"Si el Rey tuviera
cuatro como Barceló
Gibraltar sería nuestro
y de los ingleses no".
En 1784, en el contexto del bombardeo de Argel donde comandaba la escuadra, la falúa en la que estaba recibió una andanada, provocándole vías de agua y que se fuera a pique; aunque Barceló estuvo a punto de morir, fue rescatado ileso y continuó dando órdenes desde otro bote.
Además, en su juventud, se había hecho famoso por gobernar su jabeque-correo, transitando habitualmente desde las islas Baleares hasta la península, ruta habitualmente atacada por corsarios argelinos, contra los que combatió. Así, fue como recibió sucesivamente honores militares.
Si todo esto fuera poco, fue el inventor e innovador de las famosas lanchas cañoneras, una idea táctica que resultó ser crucial para la defensa de las costas españolas del Sur y Levante, y que resultarían peligrosísimas en los asedios a Gibraltar, siendo temibles para ingleses.
Aunque su figura fue olvidada, al final, la memoria de este marino de corazón noble fue restituida póstumamente al colocarse una lápida con su nombre en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, en la capilla Este. La fragata F115 estará dedicada a Barceló, el capità Toni.
Bibliografía:
Rodríguez González, A. R. (2016). Antonio Barceló: mucho más que un corsario. Madrid: EDAF.
Láminas:
Carlos Parrilla
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