Ahí van unas pinceladas para animar al estudio del segundo de los trabajos que han aparecido en el último número de Línea Proletaria —reconstitucion.net/Documentos/LP_…— acerca de la experiencia revolucionaria china y el 𝑎𝑛𝑡𝑎𝑔𝑜𝑛𝑖𝑠𝑚𝑜 entre comunismo y feminismo.
El objetivo ideológico y político principal del trabajo del Comité por la Reconstitución (CxR) es manifiestamente claro y no llama a engaño a nadie:
Frente a toda clase de mixtificaciones, el feminismo en China, como en el resto del mundo, actuó de hecho como mecanismo contrarrevolucionario de encuadramiento femenino, en este caso de las masas femeninas organizadas por el Kuomintang (KMT).
En oposición franca y abierta a la línea feminista del KMT de la época, el Partido Comunista de China (PCC), desde muy pronto, pugnó por la creación de un movimiento femenino proletario, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑛𝑜 de un “‘movimiento feminista de mujeres’ divorciado de la revolución”.
Un movimiento femenino proletario, partícula del movimiento revolucionario 𝑔𝑒𝑛𝑒𝑟𝑎𝑙 chino, que dio al proletariado mundial figuras de vanguardia como Liu Ju-Lan o Kang Ke-qing, entre otras muchas revolucionarias.
Fundada la Federación de Democrática de Mujeres de toda China (FMC) meses antes de la constitución de la República Popular China, la federación de organizaciones femeninas adolecerá de una clara “falta de 𝗽𝗲𝗻𝗲𝘁𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗶𝗱𝗲𝗼𝗹𝗼́𝗴𝗶𝗰𝗮 del marxismo”.
Lo cual tendrá consecuencias evidentes en el despliegue de una línea feminista, como lo muestra esta declaración de una delegada de la FMC:
Se materializará el matrimonio entre feminismo y oportunismo chino ideológicamente, sobre todo, a través de la noción de 𝑓𝑎𝑚𝑖𝑙𝑖𝑎 𝑠𝑜𝑐𝑖𝑎𝑙𝑖𝑠𝑡𝑎, incorporada “al repertorio ideológico de la derecha del PCC y al 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑢́𝑛 doctrinario de la FMC”.
Con el Gran Salto Adelante (GSA), que estira “el paradigma del Ciclo de Octubre”, va a tener lugar una gigantesca movilización revolucionaria de ingentes masas de mujeres, en particular bajo la forma de incorporación a la producción social.
Tal paradigma sirve “a la revolución a condición de la 𝗿𝗲𝘃𝗶𝘁𝗮𝗹𝗶𝘇𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲𝗹 𝗲𝗹𝗲𝗺𝗲𝗻𝘁𝗼 𝘀𝘂𝗯𝗷𝗲𝘁𝗶𝘃𝗼, de la 𝗱𝗶𝗿𝗲𝗰𝗰𝗶𝗼́𝗻 que la línea ideológica y política le imprimía al proceso”, sedimento para la Gran Revolución Cultural Proletaria (GRCP).
Una movilización concretada en una mastodóntica “campaña de 𝘀𝗼𝗰𝗶𝗮𝗹𝗶𝘇𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲𝗹 𝘁𝗿𝗮𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗱𝗼𝗺𝗲́𝘀𝘁𝗶𝗰𝗼 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗺𝗮𝗿𝗰𝗼 𝗱𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗰𝗼𝗺𝘂𝗻𝗮𝘀” con que el feminismo ni ha podido ni puede soñar en su historia de apuntalamiento del orden burgués.
Decía que la alianza entre feminismo y oportunismo en el seno del PCC cada vez cristaliza más en la FMC (con el GSA, ya “𝗲𝗻 𝗯𝗿𝗮𝘇𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗱𝗲𝗿𝗲𝗰𝗵𝗮 𝗱𝗲𝗹 𝗣𝗖𝗖”), en particular respecto a la posición revolucionaria de abolición de la familia. Un ejemplo claro:
Ejemplo enfrentado radicalmente a la postura mantenida por el ala izquierda del PCC, que en ese momento prosigue el hilo rojo del comunismo revolucionario respecto al problema de la familia como instancia nuclear de la opresión histórica de la mujer.
La FMC, por el contrario, insiste a la sazón en “𝗹𝗶𝗺𝗶𝘁𝗮𝗿 𝗹𝗼𝘀 𝗺𝗲́𝗿𝗶𝘁𝗼𝘀 𝗱𝗲𝗹 𝗚𝗿𝗮𝗻 𝗦𝗮𝗹𝘁𝗼 𝗔𝗱𝗲𝗹𝗮𝗻𝘁𝗲 𝗮 𝗹𝗮 𝘀𝘂𝗽𝗲𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲𝗹 𝗽𝗮𝘁𝗿𝗶𝗮𝗿𝗰𝗮𝗱𝗼 𝗳𝗲𝘂𝗱𝗮𝗹 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗰𝗮𝗺𝗽𝗼”.
Una visión, la de la FMC respecto al “patriarcado feudal”, cuya música suena a las presentes letanías feministas sobre el patriarcado, uno de los conceptos nucleares y basales del feminismo, junto con la categoría de género.
La FMC va mostrando cada vez su tendencia al separatismo feminista —“autoconciencia femenina”, “historia colectiva de mujeres”, “hermandad entre mujeres”—, con declaraciones como esta (recogida en Línea Proletaria), que meten el pie de lleno en la charca del feminismo:
Toda una declaración de intenciones que constituye de hecho, de forma pionera respecto a las feministas europeas o norteamericanas, “la definición y elaboración última de una 𝗹𝗶́𝗻𝗲𝗮 𝗶𝗱𝗲𝗼𝗹𝗼́𝗴𝗶𝗰𝗮 𝗳𝗲𝗺𝗶𝗻𝗶𝘀𝘁𝗮 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗹𝗲𝘁𝗮”.
Este es el núcleo político-ideológico fundamental sobre el desarrollo del feminismo “rojo” chino (y, por cierto, vale la pena insistir en ello: pionero, obviamente por su carácter contrarrevolucionario, en relación con sus ℎ𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑎𝑠 del Occidente imperialista):
La izquierda del PCC, pese a todo, continúa en ese lapso histórico su lucha contra el tándem oportunismo-feminismo, una vez apagados los rescoldos del GSA.
Como la historiadora (feminista) Croll no puede más que admitir, a principios de los 60 se desarrollan en China dos "movimientos [femeninos] separados":
Otra fuente nada sospechosa de "fobia" al feminismo, Johnson, admite que la GRCP “reafirmó las cuestiones de clase y la lucha de clases como las categorías primarias para entender todos los problemas sociales y condujo al rechazo del género como categoría social significativa”.
Durante la GRCP, mujeres y hombres que encarnaban la línea izquierda del PCC despliegan una implacable lucha contra el feminismo, contraponiendo la concepción proletaria-revolucionaria del mundo a la concepción burguesa (feminista, en este caso):
Frente a la perspectiva de género (racionalización contemporánea del feminismo), incompatible con el materialismo histórico, mujeres y hombres de vanguardia del PCC sitúan entonces al feminismo como 𝑎𝑙𝑖𝑎𝑑𝑜 necesario del oportunismo y el 𝑠𝑡𝑎𝑡𝑢 𝑞𝑢𝑜 burgués.
Y es que en el frente de la mujer, oportunismo y espontaneísmo solo se pueden traducir “como 𝑓𝑒𝑚𝑖𝑛𝑖𝑠𝑚𝑜, ‘rojo’, verde o multicolor, como la forma de conciencia burguesa, espontánea, de las mujeres que no se reconocen a sí mismas como más que lo que ya son…”.
Por ir concluyendo, estos fragmentos representan una buena síntesis de cómo evolucionó el problema de la mujer y el movimiento femenino burgués al calor de la lucha de clases revolucionaria y de la lógica del entero Ciclo de Octubre:
Pese a las limitaciones históricas del comunismo en China (véase el trabajo central del primer número de LP: reconstitucion.net/Documentos/LP_…), ni siquiera una conocida académica y sinóloga feminista como Croll puede negar el papel jugado por las mujeres revolucionarias en la GRCP:
Aplastada la GRCP, el feminismo “rojo” chino, con una izquierda a la deriva, insistirá en la necesidad de combatir la ideología “feudal-patriarcal”. La FMC se erigirá como “𝒃𝒓𝒂𝒛𝒐 𝒇𝒆𝒎𝒊𝒏𝒊𝒔𝒕𝒂 𝒄𝒐𝒓𝒑𝒐𝒓𝒂𝒕𝒊𝒗𝒐 𝗱𝗲𝗹 𝘀𝗼𝗰𝗶𝗮𝗹𝗳𝗮𝘀𝗰𝗶𝘀𝗺𝗼 𝗰𝗵𝗶𝗻𝗼”.
Termino volviendo a recordar que toda defensa adanista de un feminismo 𝑑𝑒 𝑐𝑙𝑎𝑠𝑒 (¿de qué clase...?) no es más que la farsa reeditada de una tragedia corporeizada en la FMC que solo podía y puede contribuir a liquidar la posibilidad de edificación consciente del comunismo.
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