Una de las consecuencias de la "cultura del riesgo" es la sobreprotección (paternidad paranoide). Las mismas acciones que reducen el peligro razonable impiden el desarrollo de las habilidades necesarias para afrontarlo.
Las conductas de riesgo son HORMÉTICAS: dosis moderadas promueven habilidades de afrontamiento, altas dosis el daño, pero muy bajas dosis inhiben las funciones adaptativas. El mundo se hace confortable y minúsculo.
La activación autonómica y adrenal en la infancia aporta INFORMACIÓN sobre las amenazas y oportunidades del ambiente. Si se repite, esta información se integra a los parámetros (setpoint) generando patrones o modalidades de reactividad ajustadas a su evaluación del mundo.
La subcompensación por la ausencia de un estresor necesario, hormesis inversa, la ausencia de desafíos, degrada o inhibe el desarrollo de habilidades de afrontamiento en la ventana de oportunidad del neurodesarrollo. “Prepare al niño para el camino, no el camino para el niño”.
¿Qué constituye un “buen estrés” óptimo? Solo ocurre en un entorno en el que se siente seguro (percepción evaluativa).
Transitorio
Leve a moderado
En un entorno benevolente
Otras denominaciones: excitación, alerta, compromiso, juego, estimulación, etc.
Hay una contradicción existencial posmoderna
entre el deseo de estabilidad protectora que se parece a la muerte y la necesidad de estímulos para sentir que estamos vivos.
"Los mejores caballos pierden cuando compiten con los más lentos y ganan contra rivales más fuertes.
La ausencia de desafíos puede degradar lo mejor de nosotros." ('Antifrágil', Nassim Taleb")
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