Nacho Montes de Oca Profile picture
Periodista y escritor. En Youtube: https://t.co/HoWfcX2ptn

Jan 23, 2022, 43 tweets

Vamos a explicar el conflicto en Ucrania y su gravedad para los tiempos que se vienen. Se combinan factores históricos, apetencias políticas y un escenario de urgencias cruzadas que afectan a todos, incluyendo a los países lejanos al conflicto como el nuestro. Sale hilo

Todo arranca en 1932 con Josef Stalin y una hambruna genocida, el "Holodomor", cuando impuso la colectivización forzada en Ucrania. En esos días la llamaban “el “granero de Europa”. Su fracaso provocó 12 millones de muertos por inanición y por los fusilamientos a disidentes.

Frente al rechazo de los ucranianos a los rusos Stalin impuso una política que luego se iba a repetir en todas las colonias de su imperio: en 1936 comenzó a instalar poblaciones rusas y a darles lugares preferentes en el poder local y en las tierras más productivas y estratégicas

En lugar de calmar las tensiones, Stalin reforzó la rusificación de Ucrania iniciada por el zar Pedro I en 1720 que oprimía el uso de la cultura ucraniana en la vida cotidiana y el uso del idioma local. Los ucranianos, lejos de aceptarlo, sostuvieron sus tradiciones

Es por eso que cuando los nazis avanzaron sobre la Unión Soviética en 1941, muchos ucranianos colaboraron con los invasores e incluso formaron regimientos que lucharon contra el Ejército Rojo. La enorme mayoría no eran nazis, pero el nacionalismo anti ruso era intenso

Por eso tras la Segunda Guerra Mundial sometieron a Ucrania a impiadoso proceso de “rusificación”, que incluyó el envío a Siberia de políticos, intelectuales y militantes del nacionalismo y el aumento de la migración rusas en el Sudeste, en la región de Donbás

Hacia 1989 Donbás tenía cerca de 5 millones de ucranianos de habla rusa. En 1991, Ucrania se independizó de Moscú e intentó hacer su propio camino. Fue un proceso de equilibrio entre Rusia seguía siendo la potencia rectora y la mayoría ucraniana buscaba acercarse a Occidente

Todo marchaba bien: Ucrania impuso reformas de mercado, “descomunizó” el estado, hizo un arreglo para sacar las armas nucleares rusas de su territorio e incluso afrontó la catástrofe de Chernobyl con ayuda de Moscú. Pero en 2008, la recesión agudizo las diferencias internas

Entonces entró en escena el primer ministro pro ruso Viktor Yanukovich. En 2013, siguiendo el libreto escrito en Moscú, anuló el proceso de acercamiento con la Unión Europea y anunció el inició de las negociaciones para integrarse a la Unión Aduanera Eurasiática que armaba Rusia

Ahí se armó el “Euromaidán” en noviembre de 2013, nombre que recibió la revuelta popular de la mayoría ucraniana contra los sectores prorusos. Yanukovich huyó al año siguiente. Murieron 82 personas a manos de la policía controlada por el primer ministro. Pero pasó algo más

Cuando Putin vio que Ucrania se le iba de las manos, apoyó la formación de paramilitares en Donbás. La Milicia Popular de Donetsk fue la primera. Luego se formó una similar en Lugansk. Entrenadas y equipadas por Moscú, derrotaron al ejército ucraniano en pocas semanas

Para darse una idea del apoyo ruso a las milicias, recordemos la caída del vuelo 107 de Malayisa Airlines sobre Donetsk el 17 de julio de 2014. Fue derribado por las milicias separatistas con misiles “Buk” entregados por Rusia para enfrentar a los aviones militares ucranianos

Fue así que en Mayo de 2014 se proclamaron las repúblicas de Donetsk y Lugansk luego de hacer un referéndum que tenía un resultado cantado porque entre la mayoría de habla rusa y la presencia de milicias, fueron pocos los que se animaron a votar en contra. Ahora, Crimea

Como todo estratega, Putin conoce el valor estratégico de la península de Crimea. Alarmado porque Ucrania se alejaba de su esfera, envió a los grupos prorusos a ocuparla en febrero de 2014 y validó el referéndum para decidir su unión a Rusia en marzo. La anexionó sin disimulo

Lo que más le importa a Rusia eran las bases navales de Crimea, que desde 1997 le alquilaba a Ucrania. Las tropas rusas no dudaron en apuntarles a sus colegas ucranianos para echarlos. Europa hizo como que no pasaba nada. Dilató un problema que hoy le estalló en la cara

Para sostener su presencia en Ucrania, Moscú se apoya en el 18% de la población pro rusa y en los paramilitares basados en Donetsk y Lunbask, que operan con grupos similares en el norte y sur en donde hay poblaciones de habla rusa. El recuerdo yugoslavo y sus masacres, asustan

Sucede que en la zona de Donbás en donde se concentra la población de habla rusa, hay regiones de habla ucraniana y las tensiones se agudizaron desde 2014, hasta el punto de registrarse un éxodo masivo y hasta acusaciones de uso de armas químicas contra la población pro rusa

El estado ucraniano sabe que si se desata una guerra étnica, Rusia tiene la excusa perfecta para intervenir a gran escala en defensa de los “rusos” ucranianos. Y no tiene fuerzas armadas capaces de hacerle frente al inmenso poderío de su adversario. Le queda acudir a Occidente…

Hasta acá, la génesis del conflicto. Ahora vamos a la parte más actual. Ucrania va perdiendo el 30% de su territorio a manos de Rusia, pero además vio partir zonas muy productivas e incluso observa como la presencia de rusos parlantes amenaza con cortarle el paso al Mar Negro

Vamos a Rusia. Desde su llegada al poder, Putin viene cumpliendo su promesa de restaurar el antiguo imperio soviético, pero sin comunismo. Quiere devolver el respeto al oso ruso, más aún cuando su lugar está cada vez más amenazado por el dragón chino. Esa es la urgencia

¿Qué tiene Rusia para presionar? Por un lado el gas que necesita Europa y que pasa también por Ucrania y por el otro armas, muchas y cada vez más modernas. Necesita revalidar sus credenciales como potencia. Tener armas nucleares es disuasivo. Pero no se pueden usar así nomás

La excusa perfecta para mostrar el músculo militar renovado es un conflicto regional. Hay algo de verdad en su planteo sobre la cercanía de sus adversarios. Desde la Caída del Muro, la mayor parte de sus ex colonias se acercaron a Occidente y la OTAN. Siente el respiro en la nuca

Ucrania era llamada “la pequeña Rusia” en la era soviética. Desde su territorio se accede al sur ruso y sus materias primas más valiosas. Occidente quiere a Ucrania de su lado. Putin no va a aceptar nunca que eso suceda. Así se gestó el conflicto y nadie sabe que puede suceder

Tal es el nivel de este juego, que Rusia respondió a la ayuda militar de occidente a Ucrania, especialmente de EEUU, sugiriendo que va a desplegar sus tropas en Cuba y Venezuela. Si Occidente amenaza el vientre ruso, Rusia amenaza el vientre de su principal potencia. Delicado

Occidente no puede estar en peor momento para enfrentar la crisis. El militarismo ruso lleva dos décadas modernizando sus arsenales. Europa occidental, no tiene ni la capacidad ni el número de armas para siquiera igualar la apuesta de Rusia. Y depende de EEUU, otra vez

Rusia sabe que con la combinación de riesgo de conflicto y de cortar la provisión que gas y otras materias primas, expone a Europa con una recesión que se agudizaría si las obliga a estresar sus economías frente a un escenario de tensión bélica cerca de sus capitales

Como en un efecto dominó, las economías aun dañadas por la pandemia deberían hacer frente a un doble desafío de aumento de gasto militar e incertidumbre en la llegada de insumos y energía. Quizás dejen de comprar a Rusia y nos compren a nosotros ¿Quién sabe? Todo es posible

Y China, igual de decidida a ser primera o segunda potencia, podría verse empujada a recuperar protagonismo y ese peso global militar al que también aspira, en un momento en que comienza a mostrar agotamiento de su sistema energético, financiero, industrial y exportador

Rusia inició un proceso que vuelve el calendario a 1989, pero esta vez con 3 polos de poder y sin comunismo. Es tiempo del modelo militarista ruso, con apetencias globales y con un claro reclamo para que Occidente le reconozca su “lebensarum”, su espacio vital para desarrollarse

Lo que Putin planeaba en Ucrania, ya se concretó. Mostró que el oso está vivo. Es difícil que quiera anexar más territorio y enfrentar una guerra como la de Chechenia con una población mayoritaria decidida a causarles un daño constante. Pero eso no invalida otros escenarios

Así, puso a todos en un dilema: reconocen a Rusia como potencia y su área de influencia o van a enfrentar otra vez una Guerra Fría con conflictos permanentes en sus puertas y en la periferia. Paz o militarismo. Chamberlain o Churchill. El mensaje es también para China

Rusia necesita que registren su autoridad militar. Si va a destruir al ejército ucraniano en una ofensiva rápida o va a hacerle un bullying con milicias desde las zonas que controla, está por verse. El objetivo siempre es mostrar poder. Es ajedrez y Putin lo juega a nivel experto

Para terminar: el juego ruso no funciona si el tablero se limita a Europa. Putin anhela con una potencia global y el mundo es su campo de juego. Y ya no se trata de difundir la ideología comunista, ahora es el peso económico que necesita Rusia para ser potencia global renovada

Aprendieron la lección de Gorbachov cuando Reagan lo puso de rodillas en la “Guerra de las Estrellas” al obligarlo a quebrar su economía para alcanzar los logros militares y tecnológicos de Occidente. Rusia aprendió al fin que con discursos y épica no se financian los arsenales.

El premier ruso sabe que sin una economía fuerte, no hay potencia. Sin influencia económica global, no hay economía fuerte. Y que si su economía aun no es sólida, la espera se hace más llevadera sin un conflicto desata el poderoso nacionalismo ruso dentro y fuera de sus fronteras

Un peso estratégico global abre las puertas a acuerdos comerciales más favorables. Desde el inicio de la historia, los ejércitos son un arma comercial y un argumento económico. Rusia, China y Rusia saben usarlos. La Unión Europea políticamente correcta, recién ahora lo recuerda

Trump se entendía con Putin porque compartían la idea del comercio por sobre el conflicto y la necesidad de sostener un sistema militar poderoso como respaldo. Pero EEUU hizo un repliegue en la última década y Rusia lo opuesto. Y Biden… su decisión miliar es una incógnita

El despliegue en Ucrania es apenas una parte de lo que se viene. Rusia, al igual que lo hacen Occidente y China, va a reclutar aliados políticos y militares para tener una esfera económica que le asegure que el sueño imperial esta vez no se derrumbe como el rublo en los 90

Así, todos quedan implicados en el conflicto. Como en 1914, 1939 y 1945, el mundo afronta la decisión de sumarse a un bando, en momentos que la neutralidad se hace complicada de sostener porque somos infinitamente más interdependientes. Sí, todos tenemos que decidir

Todo arrancó con Stalin y su decisión de implantar población rusa para controlar a Ucrania, sus recursos y su posición estratégica. Putin es heredero de Josef en varios sentidos, en particular en su decisión de usar cualquier herramienta para consolidar su poder y el de Rusia

Los ucranianos, de ambos lados, cargan décadas de furia y miedo. El recuerdo del Holomodor, la “rusificación” y el despojo de Crimea, Donetsk y Lubansk son una afrenta que el 78% de los ucranianos quieren devolver. Del otro lado, el orgullo imperial ruso, contrapesa la furia

PS: la defensa de los “connacionales” fue usada por Hitler en Danzig y Austria. Por Francia y Gran Bretaña en Argelia, Malvinas y cientos de episodios históricos. Hasta por EEUU en la Guerra de la Sandía que segregó a Panamá de Colombia. La excusa es vieja, pero aun funciona

Continúo publicando gracias a los que me apoyan para seguir haciendo periodismo libre, sin sugerencias de anunciantes y funcionarios
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