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Jan 26, 2022, 22 tweets

Un joven de 14 años sale a actuar en un local de Toronto. Viste un jersey de poliéster y está nervioso.

Sus imitaciones son tan malas que el dueño lo arrastra fuera del escenario con un gancho.

Años después, regresa al local y lo rompe. Se llamaba Jim Carrey. #MakeEmLaugh

El clip no es de esa noche, sino de un par de años después, de la primera actuación de Carrey en el Tonight Show de Johnny Carson en 1983.

Había trabajado y mejorado sus imitaciones hasta conseguir prodigiosas transformaciones sin maquillaje, sin vestuario; solo con el gesto.

Salir en Carson, el mayor propulsor de cómicos durante décadas, era un paso adelante enorme, pero aún le faltaba mucho para ser quien llegaría a ser una década después.

⭐️ Carrey deseaba ser un gran actor, un artista reconocido, ganar mucho dinero, ser famoso y popular.

Lo anhelaba desde pequeño y quería lograrlo por él y sobre todo por su padre, que nunca pudo ser lo que soñaba.

Percy Carrey era un tipo alegre, divertido, de esos que iluminan una sala con su presencia.

Era un buen saxofonista, pero su sueño de ser un músico profesional nunca se cumplió. Demasiadas bocas que alimentar, demasiadas facturas que pagar.

Se hizo contable.

El padre de Carrey le repetía que nunca dejara de perseguir sus sueños y se atreviera a hacer lo que fuera necesario.

Él lo animó a probar en los clubs de comedia. “Allí podrás hacer eso que haces a todas horas, y quién sabe, a lo mejor te pagan por ello”.

Carrey pasó de probar sus "rutinas" en locales amateurs a poder vivir de ello. Rodney Dangerfield lo vio y lo reclutó como telonero de sus espectáculos en Las Vegas.

En 1983, decidió mudarse a Los Ángeles: más clubs, más actuaciones, más posibilidades de éxito.

Cuando acababa sus dos o tres actuaciones en diferentes locales, solía irse a Mullholand Drive.

Desde ahí, soñaba que tenía una de las mansiones que se veían iluminadas a sus pies; que conducía un cochazo y que dormía arropado por billetes de 100 dólares.

A finales de los 90, firmó un cheque a su nombre por valor de 10 millones de dólares por los servicios de actuación prestados a futuro.

El cheque vencía en Acción de Gracias de 1995. Lo dobló y lo guardó en su cartera, donde se fue consumiendo como condón en bolsillo de incel.

Hasta ese momento, lo más notable que Carrey había hecho, era un papel secundario para ‘Peggy Sue se casó’ de Coppola.

En directo, decidió abandonar las imitaciones que le dieron un nombre y basar sus shows en la improvisación.

Una noche de insomnio se preguntaba qué buscaba el público de sus espectáculos: "La gente quiere despreocuparse. Pues yo seré su Mr. Despreocupado."

Empezó a acuñar una frase para arrancar sus espectáculos. ¿Os suena a alguna frase popularizada por un youtuber? #MakeEmLaugh

El Jim Carrey público no es más que un Mr. Hyde. Cuando está actuando, se transforma y ese alter ego, o “avatar” como él lo llama, toma las riendas de su cuerpo.

Y entonces lo da todo, físicamente y mentalmente. Hasta la extenuación, sin medida.

Jim Carrey intentó tres veces entrar en Saturday Night Live y tres veces lo rechazaron.

En 1990 lo ficharon para otro show de sketches creado por Keenen Ivory Wayans.

‘In living color’, se dirigía al público afroamericano. Carrey era “el tipo blanco”

Durante cuatro años en el show de los Wayans, en que también debutó Jamie Foxx, Carrey dio rienda suelta a su histrionismo.

Su capacidad camaleónica y la facilidad para crear -no ya solo de imitar-, personajes loquísimos, llamó la atención de Hollywood. 💡

Por descarte, le dieron el protagonista de una película sin muchas pretensiones sobre un detective especializado en temas de animales domésticos.

Jim Carrey ayudó a rehacer el guion y construyó a su medida a ‘Ace Ventura’. ¿Sabéis cuál fue su frase estrella?

Ese mismo año estrenó otras dos cintas: ‘La máscara’ y ‘Dos tontos muy tontos’.

💵Entre las tres recaudaron más de 750 millones de dólares.

El nombre de Jim Carrey era un reclamo para llenar salas de cine de todo el mundo. Tardaría muchos años en bajarse de ese estatus.

Pocas semanas antes de que venciera el plazo del cheque que guardaba en su bolsillo, Carrey cobró 10 millones de euros por ‘Dos tontos muy tontos’.

Su sueño se había cumplido.

Su madre, no, porque murió en 1991, pero su padre, aquel saxofonista que no pudo ser, sí logró ver como su hijo se convertía en una estrella.

Cuando murió en septiembre de 1994, Jim le puso el cheque de los 10 millones en el bolsillo antes de cerrar el ataúd. ⚰️

✨Un aura de magia le ha acompañado toda su vida.

Sus padres no podían permitirse una bici, pero un día había una, nuevecita en el salón. Un amigo había puestos sus dos nombres en un sorteo. Le tocó a Jim.

Es la bici que sale en ‘Eternal Sunshine of the Spotless Mind’.

“Yo soy, porque él fue” dijo Carrey cuando murió Jerry Lewis. Se sentía físicamente conectado a él desde que lo veía en la tele, de niño.

También idolatraba a Andy Kaufman. Cuando consiguió el papel para hacer su "biopic", ‘Man on the moon’, esa conexión fue mucho más allá.

Jim Carrey solo fue un día al rodaje de la película. El primero.

El resto, quien asistía era Kaufman enfundado en el cuerpo del actor canadiense.

¿Imposible? Vedlo vosotros mismos en ‘Andy y Jim’, el documental que hay en Netflix.

De joven, Carrey ansiaba la fama, ser famoso y amasar dinero.

Con 60 años recién cumplidos, tiene una casa en Montana para vivir lo más aislado de la gente como sea posible.

Por si no nos vemos luego: buenos días, buenas tardes y buenas noches. #MakeEmLaugh

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