Todos conocemos a Midas, rey de Frigia, que convertía en oro todo lo que tocaba.
Este es Midas con orejas de burro.
Hoy os cuento su historia.
🎨 Vaccaro.
Pan, halagado por los elogios que le lanzaban las ninfas al tocar su flauta de siete tubos, retó al mismísimo Apolo a una competición para ver si era mejor que él con su lira.
🎨 Pan reclinado, Rubens.
El jurado serían sus nueve Musas y el rey Midas.
🎨 Gustave Moreau.
Comenzó la competición y como no podía ser de otra manera, las Musas hicieron vencedor a Apolo; el rey Midas a Pan, lo que le costó esas bonitas orejas de burro.
🎨 Apolo vencedor de Pan, Jordaens.
Midas, horrorizado por el castigo de Apolo de colocarle esas orejas de burro, se las intentó ocultar con una diadema o un gorro frigio.
Solo su barbero conocía el secreto.
Un secreto bajo pena de muerte.
Ese secreto no se lo podía guardar, así que el barbero cavó un agujero en la tierra y allí lo gritó, volviendo a tapar el agujero y sepultando el secreto en el interior de la tierra.
Pocos meses después brotó un cañaveral que al ser agitado por el viento empezó a escucharse: "Midas, el rey Midas tiene orejas de burro".
Cansado de las constantes burlas abandonó Frigia y se encontró con Baco, que para consolarlo le prometió concederle un deseo.
La avaricia de Midas hizo que pidiese que todo lo que tocase se convirtiera en oro.
🎨 Midas ante Baco, Poussin.
Pero antes de que llegara la noche ya se había arrepentido, pues los alimentos que quería comer o el agua que bebía también se convertían en oro.
Baco se apiadó de él y le dijo que se sumergiera en el río Pactolo y así se eliminaría ese don.
Midas así lo hizo y desde entonces el río Pactolo arrastra partículas de oro.
🎨 Midas se baña en el Pactolo, Poussin.
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