Calentamos motores para #FluzoPadres con una pregunta sencilla: ¿A qué te dedicarías tú si tu padre fuera el rey de España?👑🇪🇸
Fácil, ¿no?
A explorar el mundo y vivir aventuras🏔️🧗♂️
Nos explicamos
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Del hijo de un rey se espera que algún día lo sea él también o, al menos, que sea infante y que siga los estrictos protocolos y participe en actos en sociedad.
Sin embargo, la cosa no es tan sencilla cuando hablamos de Amadeo de Saboya y sus hijos.
Como sabrás, Amadeo llegó a ser rey de una forma un tanto casual: tras la Revolución Gloriosa de 1868, los Borbones fueron expulsados de España, y la búsqueda de un nuevo rey llevó a Italia, fijándose en la figura de Amadeo de Saboya.
Así, en 1971 fue coronado rey de España.
Sin embargo, Amadeo sería el primer y último monarca español de la dinastía Saboya, pues apenas dos años después, en 1873, presentó su renuncia al trono y regresó a Italia con su familia.
Así, heredar el trono ya no era una opción para sus hijos, que se dedicaron a otros quehaceres.
El mayor de ellos, Manuel Filiberto, que había ostentado incluso el título de príncipe de Asturias, hizo carrera militar e incluso Mussolini lo nombró Mariscal de Italia.
El segundo, Víctor Manuel, también dedicó buena parte de su vida al ejército, aunque mantuvo las distancias con el fascismo.
Una de las anécdotas más estrambóticas de su vida fue un duelo a espada con el príncipe francés Enrique de Orleans que acabó en empate.
Pero quien estaba llamado a jugar un papel mayor en la historia era el tercer hijo de Amadeo, el único nacido en España durante su breve reinado: Luis Amadeo.
Aunque también hizo carrera militar, se destacó sobre todo como explorador y pionero del alpinismo.
Con 19 años comenzó a formarse como alpinista con algunos de los mejores de la época, y alcanzaría picos inalcanzados hasta entonces.
Entre sus más célebres escaladas se encuentran el Cervino, el Chogolisa, el K2 o el San Elías.
Además, se convirtió también en uno de los pioneros en la exploración del Ártico.
Aunque su expedición no alcanzó el polo, tal y como pretendía, sí que pudo avanzar 700 millas más de lo logrado hasta entonces.
Fruto de esa vida, ha quedado el topónimo Abruzzi (ostentaba el título de duque de los Abruzzi) que podemos ver en distintos puntos de la geografía mundial: desde Canadá a Pakistán.
Bautizó islas como Luigi, en el círculo polar Ártico.
Y hasta dio nombre a especies animales.
Su vida amorosa no fue menos aventurera: se enamoró perdidamente de una estadounidense, pero el rey Humberto le denegó el permiso para casarse con una plebeya.
Cuando se recuperó, se casó con una aristócrata italiana, Antoinette Brizzi. Aunque esta murió pronto.
Luis Amadeo terminó sus días en Somalia, donde había creado un asentamiento y, huyendo una vez más del estricto protocolo cortesano, se emparejó una última vez con una somalí, Faduma Ali.
Por cierto, fruto de su segundo matrimonio, Amadeo de Saboya tuvo un cuarto hijo. Pero este murió a causa de la gripe de 1918, así que eso ya es cosa de #FluzoPandemias.
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