#ElHiloDeLaSemana La Capilla del Obispo, con su retablo y cenotafios, es uno de los secretos de Madrid. Construida en el siglo XVI para albergar las reliquias de San Isidro, el Patrón no reposa en este templo y su espacio lo ocupan miembros de la familia Vargas. ¡Dentro hilo!
Durante siglos, las reliquias de San Isidro han sido objeto de pleito entre diversos personajes de la historia madrileña, no siendo pocas las veces que el cuerpo incorrupto del Patrón de Madrid y de los agricultores ha sido trasladado de un sitio para otro.
Precisamente, el origen de la Capilla de Nuestra Señora y San Juan de Letrán se encuentra relacionado también con la figura de este Santo tan castizo, que celebra su IV centenario de canonización este 2022 con la declaración de un Año Jubilar por parte de la Santa Sede.
San Isidro y su esposa, Santa María de la Cabeza, trabajaban para la familia Vargas, asentados en el Barrio de San Andrés, un extremo del Mayrit musulmán que era hogar de mozárabes pero que con la reconquista cristiana pasó a ser en una de las áreas predilectas por los nobles.
Fue en el cementerio de la Iglesia de San Andrés donde el Patrón de Madrid fue enterrado tras su muerte en 1172, hasta que su fama milagrera comenzó a extenderse, momento en que su cuerpo incorrupto se recuperó para venerarle, comenzando su larga lista de traslados.
Francisco de Vargas, heredero de la familia para la que trabajó San Isidro, solicitó bula a León X en 1518 para fundar una capilla en la Iglesia de San Andrés en la que venerar el cuerpo del santo. Sin embargo, el fundador falleció en 1524, dos años después de iniciar las obras.
Gutierre de Carvajal y Vargas, Obispo de Plasencia e hijo de Fco. de Vargas, asumió el patronazgo de la capilla y se postuló como su impulsor. Esto explica que, lejos de ser conocida como Capilla de Nuestra Señora y San Juan de Letrán, lo sea por Capilla del Obispo, en su honor.
A pesar de que la finalidad de construir la capilla era albergar las reliquias de San Isidro, aquí no yace el Patrón ni que tampoco hay alusión alguna al mismo. Después de diversos pleitos con el párroco de San Andrés, el cuerpo incorrupto no pudo trasladarse al nuevo espacio.
Después de perder la función para la que fue creada, el Obispo de Plasencia ordenó cerrar el acceso a la capilla por la Iglesia de San Andrés y reconvertirla en panteón familiar. Para ello, contactó con Francisco Giralte, discípulo de Berruguete, para el proyecto decorativo.
En 1547, Giralte comenzó a ejecutar el encargo, un trabajo que finalizó en 1550 y le coronó como escultor del Renacimiento. Todo el conjunto está tallado, no contando con decoración pictórica, y representa pasajes de la vida de Cristo, siendo destacables las escenas de la Pasión.
Además de estar conformado por escenas de la vida de Cristo, en el retablo de la Capilla del Obispo también encontramos en las entrecalles imágenes de los Apóstoles y los Padres de la Iglesia. Una cosa queda clara: no hay ninguna referencia a San Isidro en el conjunto.
A cada lado del retablo de la Capilla del Obispo se localizan los cenotafios de Francisco de Vargas, a la izquierda, y su esposa, a la derecha. Ambos siguen un mismo patrón estilístico, en actitud orante, siendo dos obras renacentistas ejecutadas también por Giralte.
En el lado de la Epístola se encuentra la otra joya de la Capilla junto con el retablo: el cenotafio de Gutierre de Carvajal y Vargas. Fue realizado también por Giralte y ejecutado en alabastro de Guadalajara. Es uno de los grandes monumentos funerarios del Renacimiento español.
El Obispo se representa en el centro de la escena, arrodillado y rezando ante Cristo atado a la columna, que recuerda al del retablo. Todo el cenotafio está repleto de minuciosos detalles, como niños cantores y músicos, los cuales están rezando el Salmo 41, propio de funerales.
La historia de la Capilla del Obispo continuó escribiéndose al unísono de la de Madrid, aunque afortunadamente ha corrido mejor suerte que otros monumentos de la villa. Por ejemplo, durante la Guerra Civil, la anexa Iglesia de San Andrés fue completamente destruida y expoliada.
El aspecto exterior de la Capilla del Obispo, que se asemeja más a un palacio nobiliario que a una iglesia, confundió a las tropas, que pasaron de largo. Gracias a ello, su magnífico retablo, único en Madrid, y los sepulcros de los Vargas se salvaron de la destrucción.
La Casa de Alba, que ostentaba la propiedad, cedió la capilla a la Archidiócesis de Madrid, con la condición de que llevasen a cabo su restauración y reapertura. Sus cultos se han encomendado a las Hermanitas del Cordero y desde 2010 madrileños y turistas disfrutan este tesoro.
El @museoalmudena es el organismo que gestiona las visitas a la Capilla del Obispo. Su magnífico grupo de guías conducen a los visitantes no solo al interior del templo, sino también por la historia que relatan sus piedras, su retablo y los detalles de los cenotafios.
¡Hasta aquí el hilo! La Capilla de Nuestra Señora y San Juan de Letrán es uno de los grandes secretos de Madrid, como si de un verdadero tesoro se tratase. Gracias a ello, este impresionante monumento de trazas góticas y renacentistas ha podido llegar hasta nuestros días.
Si quieres descubrir más secretos de la Capilla del Obispo, puedes hacerlo en el artículo de la web de #TuristaEnMiPaís. ¡Muchas gracias y hasta el próximo hilo semanal!
turistaenmipais.com/2022/05/31/vis…
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