El 14 de junio de 1808 tuvo lugar la batalla de Alagón, en el valle del Ebro, a unos pocos km de distancia de la ciudad de Zaragoza.
Fue el último intento de frenar el avance napoleónico antes de que llegasen a las puertas zaragozanas.
HILO decimonónico⬇️
#GuerraYcuchillo
La noche del 13 de junio varios oficiales sin su tropa llegaron a Zaragoza con la noticia de la derrota de Mallén. Las nuevas causaron gran conmoción y alboroto en la ciudad a pesar de las altas horas. Palafox ordenó tocar a rebato y reunir a los Tercios Aragoneses.
De madrugada, se reunieron en las Eras del Rey unos 8.000 paisanos encuadrados en los Tercios Aragoneses. Muchos aún no habían combatido y aún creían en la victoria, por lo que apremiaron a su Capitán General, Palafox, al combate.
Salieron de la ciudad en medio de un tremendo caos en mitad de la noche. Se mezclaba la angustia por las noticias del avance napoleónico, la necesidad de creer en la victoria y el ir y venir de gentes y animales. A muchos les acompañaron sus mujeres. Media ciudad en marcha.
Muchos iban armados como podían: “centenares armados con chuzos, espadines, espadas de esgrima, fusil o escopeta cargados con 3 o 4 cartuchos para matar más franceses a cada tiro según se prometían” aunque eso en vez de matar enemigos podía reventar el arma en su cara.
Delante iba una vanguardia de 400 soldados profesionales y paisanos mandados por el coronel Piedrafita: el 1º de Voluntarios de Aragón, una compañía del Regimiento Extremadura, la compañía de Extranjeros, 50 artilleros con 4 cañones, algunos jinetes...
Esa vanguardia llegó a las 7 de la mañana a Alagón y sorprendieron y apresaron en una fonda a un sargento y una decena de soldados franceses que se habían adelantado a inspeccionar el terreno.
Tras ello, tomaron posición al sur de Alagón, sobre el puente del Canal Imperial, cerca del pueblo de Figueruelas, donde en una elevación del terreno apostaron los cañones y afianzaron la posición en lo que debía de ser flanco izquierdo del despliegue español.
Sobre las 11 de la mañana del 14 de junio llegaron a Alagón los Tercios de paisanos aragoneses. Se esparcieron por los campos a descansar y almorzar, reunidos por gremios y barrios, sin atender órdenes de oficiales militares.
Palafox dio órdenes para el despliegue para la que sería su primera batalla. El ala izquierda, al mando de Piedrafita, debía evitar que fuesen rodeados por la caballería enemiga, como había sucedido en Tudela y Mallén.
Entre la vanguardia y Alagón se colocaron 500 soldados de tropa de línea al mando de José de Ayerbe, reforzados por 200 Dragones del Rey. Además, rompieron algunas acequias, inundando los campos, lo cual debería obstaculizar o al menos ralentizar al enemigo.
En el centro, en unos olivares a la salida de Alagón, por donde venía el ejército napoleónico, se situaron paisanos en formación dispersa. Detrás de ellos, debían formar líneas de combate en el centro, flanco derecho hasta el Ebro, y una reserva en el puente sobre el río Jalón.
Pero fue imposible formar tales líneas con unos desorganizados Tercios de paisanos. El general Cornel manifestó a Palafox lo desacertado del terreno elegido para el combate, rodeado de llanuras y con el río Jalón a la espalda... Pero la suerte ya estaba echada.
Palafox subió a la torre de San Pedro en Alagón, para ver los movimientos de tropas. Las fuerzas de Lefebvre, unos 6000 soldados, avanzaron en tres columnas de infantería, apoyadas por su artillería de campaña y precedidas por escaramuzadores. Por el flanco, la caballería.
La vanguardia de Piedrafita resistía en el flanco, los tiradores de ambos ejércitos abrían fuego, la artillería francesa hizo bajar a Palafox de su posición. Tras ello dirigió una infructuosa carga de caballería, en la que fue herido levemente.
Los paisanos no obedecían a los oficiales, no formaban en línea de batalla sino que disparaban según les convenía. Mientras tanto las 3 columnas de napoleónicas avanzaban sin apenas bajas, prontas a romper las líneas del Ejército de Aragón.
Por el sur, la situación se tornó crítica rápidamente, pues los lanceros del Vístula franquearon el Canal, pero no por el puente defendido por Piedrafita, sino dando un rodeo por el pueblo de Grisén. Así sorprendieron por el flanco y retaguardia a los españoles.
Al correrse la noticia de que la caballería polaca les estaba envolviendo, todo el frente aragonés se desmoronó. Cundió el pánico y el caos. Se hizo imposible resistir y la retirada, cruzando el puente del Jalón, era la única opción. Miles de paisanos se lanzaron hacia allí.
Si no resultó una masacre mucho peor que la de Mallén fue porque los pocos soldados de Voluntarios de Aragón y del Regimiento Extremadura cubrieron esta penosa desbandada. Consiguieron mantener sus líneas en una retirada ordenada que impidió la persecución napoleónica.
Pasadas las 2 de la tarde del 14 de junio de 1808, la primera batalla que dirigía José de Palafox había terminado. No fue una buena experiencia para el flamante nuevo Capitán General de Aragón. Zaragoza se daba por indefendible, por perdida...
Y sin embargo...
Para saber más: 📕#GuerraYcuchillo @esferalibros
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Las fotografías de recreación histórica utilizadas en este hilo son de Valischka, Fernando Sánchez, J. F. Darius, J. L. Cebolla, M. Minaya.
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