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Valorar y mantener el legado del pasado en nuestro presente es el más valioso paso que podemos dar hacia el futuro.

Sep 25, 2022, 33 tweets

Quien hoy escribe ✒️ en #CuentosDeMedianoche no es su editor, sino un fantasma 😱 anónimo que decidió relatar su propia historia y la de tantos fantasmas de la ciudad que han quedado en la desmemoria del caraqueño, de esos que seguimos allí pero de los que ya nadie se acuerda...

Debo confesar que traté muchas veces de "convencer" al editor para que escribiera sobre nosotros, pero no tuve éxito: Encendía de repente su computador y le dejaba información pero no la revisaba; movía cosas y dejaba pistas, pero no las tomaba en cuenta...

#CuentosDeMedianoche

En su biblioteca sacaba los libros y los dejaba abiertos en algunas de nuestras historias, pero entonces llegaba su esposa y los volvía a colocar en su sitio... eso sí, con el acostumbrado sermón: "¡Luis volvió a dejar todo regado en el escritorio, siempre hace lo mismo!"

Así estuve intentándolo pero nada, de nuevo llegaba el sábado y le daba prioridad a los fantasmas, espantos y aparecidos más conocidos en #CuentosDeMedianoche y nosotros de vuelta a la banca, ¡olvidados!

Por eso decidí hacerlo yo mismo e iniciar este relato, que dedicaré a algunos de los fantasmas que conozco de aquellos sitios que frecuentaba cuando aún tenía vida material... ¿me acompañan?

#CuentosDeMedianoche

En ese entonces pasé los mejores años de mi vida en la Plaza Bolívar y sus alrededores, era el punto de encuentro por excelencia de los caraqueños.

A las 05:00 pm, nos reuníamos en la plaza para conversar y ponernos al tanto de las noticias (y uno que otro chisme) del día.

Todos nuestros temas eran muy relevantes, desde poesía, arte y cultura hasta las últimas novedades científicas, tecnológicas y de todo tipo que nos llegaban de Europa y los Estados Unidos.

La gente no preguntaba ¿qué se dice en Caracas?, sino ¿qué se dice en la Plaza Bolívar?

Al llegar la noche nos íbamos a la inolvidable 🍺 Cervecería Donzella🍻 lugar de culto y centro de la llamada "movida nocturna caraqueña", regentada por Don Pepe Donzella, el "Rey de la 🍻 Cerveza", siempre atento, cordial y servicial.

En Caracas las cervezas se servían en grandes copas alemanas, "pumpás", como el sombrero de copa, las cuales dejaron de conseguirse durante la I Guerra Mundial; desde entonces, se usaban unos tarros lisos, sin adornos ni tapas, a los que se les llamó simplemente "Lisas" 🍺🍻

Disculpen, me dejé llevar por los recuerdos y me desvié del tema principal...

Al retirarnos de la Donzella, bajo el efecto de numerosas "Lisas" 🍺🍻 encima, salíamos en grupo, sin separarnos hasta dejar el centro, caminando raudos a casa y sin mirar atrás.

#CuentosDeMedianoche

Las calles caraqueñas escondían sus misterios, sombras y fantasmas en cada esquina. Allí hacían vigilia espantos y aparecidos, vivían anclados a ellas como viejos centinelas, caminando de un lado al otro, asustando 😱 o jugándole alguna broma a los caminantes nocturnos.

Justo en la esquina de La Torre y al frente de la Catedral era donde más había actividad paranormal, allí hacían sus apariciones el conocido "Enano de la Catedral" y las almas errantes que vagaban buscando sus sepulturas en el viejo cementerio eclesiástico.

#CuentosDeMedianoche

Allí precisamente hacían vida las "siete cabezas de la Catedral" 💀💀⛪️💀 tratando, desesperadamente, de buscar el resto de sus cuerpos, que fueron descuartizados en 1814 por orden de José Tomás Morales, comandante general del ejército realista.

#CuentosDeMedianoche

Las mismas correspondían a siete oficiales españoles que se negaron a reconocer la autoridad de Morales, siendo ajusticiados en Oriente y sus cabezas traídas a Caracas y puestas al sol en la Plaza Mayor, hasta ser enterradas el 13/12/1814 en el cementerio de la Catedral.

Las "siete cabezas de la Catedral" 💀⛪️💀 se dejaban ver con en las oscuras y solitarias noches caraqueñas, pidiéndoles a los caminantes trasnochadores que les ayudarán a encontrar sus cuerpos. Éstos, lívidos de pánico, pegaban la carrera sin pararse hasta llegar a sus casas...

Pero no sólo eran las almas de estos españoles, sino las de muchos condenados y ejecutados en la horca en la antigua Plaza Mayor, cuyos cuerpos quedaban colgados por días como advertencia a los caraqueños del destino que sufrirían si osaban enfrentarse al poder de la monarquía.

Si la suerte nos acompaña al cruzar frente a la Catedral y no aparecen "las siete cabezas", hay que tener cuidado si escuchamos, pasada la medianoche, rezos, voces y cánticos fúnebres de un oficio de difuntos que, con velas encendidas, piden ayuda para salir del purgatorio.

Y no debemos olvidar la presencia en el centro histórico de los "Güijes", pequeños y muy fastidiosos seres de luz similares en aspecto a los duendes, que pueden adoptar cualquier forma o género, aunque aparecen casi siempre como niños pequeños, negritos o ancianos enanitos.

Los "Güijes" se esconden en las esquinas oscuras, en las fuentes y espacios húmedos, así como en los árboles y jardines, por lo que muchos han hecho de la Plaza Bolívar su lugar favorito. Sólo buscan fastidiar o burlarse de los transeúntes, pero no ocasionan daños mayores.

Al acercamos a la Casa Amarilla, antigua Casa de Gobierno, hay que tener mucho cuidado ya que allí moran las almas de los condenados a muerte en sus tiempos como cárcel, pero también las de los presidentes Francisco Linares Alcántara, Raimundo Andueza Palacio y Cipriano Castro.

Y, para finalizar nuestro recorrido, no podemos olvidar al fantasma de Antonio Leocadio Guzmán, prócer de la Federación, fundador del Partido Liberal y padre de Antonio Guzmán Blanco, quien aparece en los predios del viejo Convento de San Jacinto, en donde estuvo preso.

Según se cuenta, al morir Antonio Leocadio Guzmán en 1884, exhaló un quejido de dolor tan profundo que se escuchó en toda Caracas y que, al serle administrada la extremaunción, el sacerdote no pudo resistir tal cantidad de pecados y enloqueció.

Aunque su cuerpo fue embalsamado en 1928, su ataúd fue abierto para mover sus restos en el Panteón Nacional, encontrándose sólo una lata llena de agua fétida, lo que dio lugar al comentario de que el maligno se lo llevó.

🖼 Antonio Leocadio Guzmán;
Martín Tovar y Tovar, 1874

Pero si de lamentos y gritos se trata, los trasnochadores caraqueños deben evitar cruzar por la esquina de El Principal, ya que en sus predios moran las almas en pena de quienes perdieron sus vidas en las lúgubres mazmorras del antiguo cuartel principal de la Guardia Real.

En las noches oscuras, al sonar la última de las doce campanadas del reloj de la Catedral, se escucha una atormentante sucesión de fuertes golpes de martillos, cesando bruscamente para darle paso a los gritos lastimeros de los condenados pidiendo clemencia.

Los golpes de martillo eran dados por los mismos condenados, quienes debían preparar el cadalso para su propia ejecución en la madrugada en la Plaza Mayor.

Pero no todas las presencias, espantos y aparecidos caraqueños están asociadas al dolor y la tristeza, por lo que no podemos olvidar a Mr. Middleton, representante diplomático del gobierno inglés, quien desde 1894 se dedicó a proteger a los perros callejeros de la ciudad.

Mr. Middleton suele ser visto, en las tardes caraqueñas, en el trayecto que llevaba desde el Hotel Saint Armand hasta la Casa de Gobierno, actual Casa Amarilla, seguido de una larga fila de perros callejeros marchando en correcto orden.

Y para terminar nuestro relato de hoy, recordamos al fantasma del noble amigo Cenizo, el popular perro mestizo de la Plaza Bolívar que, al morir su dueño, se mudó a los pies de la estatua ecuestre del Libertador y convirtió a la plaza en su hogar.

Cenizo aún sigue sus andanzas como siempre y, al llegar las docd del mediodía, se deja ver de manera ceremoniosa frente a la estatua, con su cabeza en alto y la mirada fija en Bolívar, manteniéndose inmóvil por algunos minutos en honor y reverencia al Padre de la Patria.

Su respeto era tal que le ladraba e impedía el paso por el centro de la plaza a quienes venían con paquetes.

En las noches acompañaba a los grupos de señores que se reunían con sus sillitas a conversar y, a las once en punto, se retiraba a dormir en los escalones de la policía.

Cenizo murió el 29 de agosto de 1927, lo que representó una de las noticias más tristes para los caraqueños, quienes lo convirtieron en un amigo más, compañero de tertulias y edecán honorario del Libertador... su fantasma sigue recorriendo día a día nuestra Plaza Bolívar.

Con este interesante relato del fantasma anónimo, que prácticamente invadió la redacción, invitamos a nuestros seguidores a participar con sus propias experiencias, cuentos y relatos en 😱 #CuentosDeMedianoche 💀

¡Gracias por acompañarnos!

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