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Podcast de divulgación histórica y cultural presentado y dirigido por Pablo Suárez. También por escrito en https://t.co/e22IKxy65C

Sep 30, 2022, 16 tweets

EL NOBEL QUE LE ROBARON A GALDÓS

En 1912, Benito Pérez Galdós fue candidato a recibir el Premio Nobel.

Sin embargo, una campaña orquestada por intelectuales conservadores convenció a la Academia Sueca para que jamás se lo concediesen.

🧵 Dentro hilo 👇🏼

Benito Pérez Galdós es uno de los escritores más relevantes de la historia de España.

Autor de los Episodios Nacionales o de Fortunata y Jacinta, hay quien lo considera el mejor novelista de la historia de España por detrás de Cervantes.

Galdós fue un hombre de ideas liberales y progresistas, que terminó sus días en el republicanismo socialista.

Pero para él la política nunca se superpuso a lo personal, siendo muchos de sus mejores amigos conservadores o tradicionalistas.

Galdós mantenía una gran relación con intelectuales políticamente opuestos a sus ideas, como el conservador Menéndez Pelayo o el tradicionalista José María de Pereda.

En esta foto figura junto a ellos y el también escritor Palacio Valdés.

En 1912, cuando muchas de sus mejores obras ya estaban publicadas, Galdós fue propuesto por medio millar de intelectuales españoles para el Nobel de literatura.

Apoyaban su candidatura figuras de la talla de Ramón Pérez de Ayala, Jacinto Benavente, Ramón y Cajal o José Echegaray

Sin embargo, un complot conservador frustró las posibilidades de Galdós de conseguir su merecido Nobel.

Sus enemigos políticos, que no soportaban las ideas progresistas del novelista canario, escribieron a la Academia Sueca para que no le concediesen el premio.

Los autores de esta campaña de desprestigio propusieron que el Nobel fuese en su lugar para Menéndez Pelayo, afín al ideario conservador.

Lo curioso es que Menéndez Pelayo era íntimo de Galdós, y jamás se pronunció contra su amigo ni participó en las sectarias campañas que buscaban enfrentarlos.

La Academia Sueca, ante las protestas que llegaban desde España, decidió desechar la candidatura de Galdós con el fin de no entrar en polémicas.

Esto supuso no sólo una injusticia, sino un nuevo triunfo de una España cainita que maltrata a sus mejores hombres.

Tal vez lo que motivó el boicot a Galdós fuese la envidia de que un progresista como él narrase como nadie la historia de España en los Episodios Nacionales.

Tal vez fuese la envidia de que intelectuales de ambos lados del espectro político lo valorasen y procurasen su amistad.

El caso es que, cuando en 1915 volvió a ser propuesto, en Suecia volvieron a negarle el galardón.

Hay que señalar que, en décadas anteriores, el mismo sector ultraconservador había torpedeado su ingreso en la RAE, aunque ahí don Benito sí terminó siendo admitido en 1897.

Las reacciones al boicot contra Galdós no se hicieron esperar. Lo más destacado de la intelectualidad española asistió con rabia y desencanto a los acontecimientos.

Unamuno calificó la campaña antigaldosiana como «vergonzosa».

Jacinto Benavente se refirió a lo sucedido como «un lamentable espectáculo de nuestras divisiones e intolerancias».

Pese a todo, sus obras serán siempre más relevantes que cualquier galardón.

El nombre de Galdós, que amó a España con su pluma y con su corazón, pervivirá por siempre en nuestra memoria y en nuestra historia.

Del nombre de los sectarios, afortunadamente, nadie se acuerda.

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