Luciano Mondino Profile picture
Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales UCALP 🇦🇷/ Máster en Política Internacional UCM🇪🇸 /Frontline against anti-Semites. Facts and opinions.

Jan 18, 2023, 46 tweets

Un nuevo año después del asesinato del fiscal Nisman, vamos a hacer un repaso de la pista iraní y sus ramificaciones: los vínculos locales, el encubrimiento, el memorándum del kirchnerismo y la propagación intrusiva de Hezbollah en América Latina.

#JusticiaPerseguirás

Con @SergioPik hablaremos de este tema en una nueva entrega de @pdevista_ este lunes, así que les recomiendo que los sigan y estén atentos porque es un tema que da mucha tela para cortar.

Vamos a intentar condensar muchas cosas en muy poco tiempo.

Nisman investigaba uno de los atentados terroristas más graves de la historia de nuestro país.

Investigaba no solo el hecho, sino todo un entramado que conectaba al islamismo, el crimen organizado y que precisó de una complicidad local para actuar en 1992, 1994 y 2015.

No debemos olvidarnos tampoco de que Nisman fue designado por quien entonces fuera presidente argentino y esposo de la presidente y acusada por Nisman, Cristina Fernández, para alcanzar la verdad en el atentado que había dejado 85 víctimas fatales y más de 300 heridos.

El ataque a la AMIA ocurrió el 18 de julio de 1994 cuando un vehículo suicida conducido por una célula de Hezbollah, Ibrahim Hussein Berro, se estrelló en el edificio de la calle Pasteur.

Dos años antes, Argentina también había sido atacada por el terrorismo islámico: el ataque sobre la embajada de Israel en Buenos Aires fue el penoso antecedente previo y que mostraba la nueva táctica del vehículo explosivo en Medio Oriente, pero trasladada a América Latina.

Ni bien ocurrió el atentado de 1994, parte de los entonces servicios de inteligencia argentinos investigaron una pista que era la iraní que articulaba con un nombre hasta entonces desconocido: Moshen Rabbani, un agregado cultural de la embajada iraní en Buenos Aires.

La pista iraní fue avalada por la investigación que dirigía Nisman atando algunos cabos hasta entonces sueltos: altas esferas del gobierno de Irán, una estructura de espionaje ilegal (Brigadas Quds), una fuerza operativa (Hezbollah) y una complicidad local organizada.

Para esos años, la cuestión nuclear entre Irán y la Argentina se había tensado lo suficiente tras la interrupción de contratos entre ambos países. Lo que para Teherán fue una traición, para Argentina fue apartarse, al menos por un rato, de una amenaza entonces naciente.

Desde 1979, Irán se había convertido en un régimen teocrático bajo las órdenes de los Ayatollah y de Jomeini, quienes estaban enviando emisarios a distintos países de América Latina como Argentina y Brasil. Esto último tenía un objetivo: expandir la revolución.

Adoptado como un principio de la constitución islámica, los iraníes pretendían expandir su modelo en todo el mundo.

Ya para esos años, el programa nuclear iraní comenzaba a crear la amenaza que existe hoy y que tiene al mundo en vilo por su peligrosidad.

A esto hay que sumar una faceta más del gobierno iraní: su constante acoso y accionar contra Israel y el pueblo judío dentro y fuera del Estado Judío. Para esta misión se estructuró una verdadera organización militar y de grupos de elite que responden a los Líderes Supremos.

En boca de todos, la Guardia Islámica Revolucionaria y las Brigadas Quds, un cuerpo de elite al servicio de los primeros, eran y continúan siendo los responsables de organizar la expansión de la revolución y consolidar los países o grupos satélites de Irán.

Los trabajos que realizaron en Argentina fueron lo que se conoce como un trabajo silencioso y de hormiga: esto le fue encargado a Mohsen Rabbani, quien además de estar en la embajada era uno de los referentes de la Mezquita At-Tauhid de Flores.

Sobre este aparato de inteligencia criminal y clandestina, hay algunos datos que son verdaderamente importantes: ¿se acuerdan de la aeronave YV3531 de Emtrasur Cargo, una aerolínea venezolana y que tiene vínculos con Mahan Air, aerolínea iraní sancionada?

En esa aeronave viajaba parte de la tripulación ligada a esas Brigadas Quds. Después de 28 años del atentado, el avión venezolano iraní desnudó la fragilidad de la inteligencia argentina y que todo sigue más o menos igual como en aquel entonces. Poco y nada cambió.

Tripulados por Gholamreza Ghasemi, la tripulación estaba vinculada con las Brigadas Quds y los vuelos a Siria y al Líbano para provisión de armamento a Hezbollah, algo alertado no solo por informes del FBI sino por inteligencia de países árabes.

Volviendo a la cuestión iraní, vamos al punto central en América Latina: la alianza estratégica, política, militar y nuclear con Venezuela. Especialmente la relación (hasta personal) entre Mahmoud Ahmadinejad y Hugo Chávez materializada sobre un material clave: el uranio.

Desde que Chávez llegó al poder en Venezuela, la empresa nacional Ehdasse Sanat comenzó a operar en el país para la extracción del material que es clave para el programa nuclear iraní.

A esto se debe sumar la fabricación de misiles nacionales y las ojivas nucleares.

Argentina aparece en escena durante el 2007 después de que Chávez anunciara los inicios de un programa nuclear venezolano y al momento en que las relaciones con Irán estaban más vivas que nunca. El país persa ya estaba alcanzado por sanciones de todo tipo.

Las relaciones políticas y comerciales entre los gobiernos no era el problema, sino que el tema estaba en que fue Chávez quien favoreció la creación de un monstruo nuclear alojado en Oriente Medio y que hoy, 16 años después, amenaza la seguridad de los países vecinos.

En el 2007 también ocurrió un hecho que despertó todas las alertas: el venezolano Antonini Wilson fue detenido en el aeropuerto de Ezeiza, Buenos Aires, con un maletín con 800.000 dólares de la petrolera chavista.

Todo empezaba a quedar en familia.

¿Dónde entra Argentina en todo esto? A partir del 2011 cuando Cristina Kirchner comienza su alineamiento carnal con la Venezuela de Chávez y la República Islámica de Irán gobernada por Mahmoud Ahmadinejad, uno de los gobernantes más reaccionarios del chiismo.

Envalentonados por unas elecciones que le dieron el control casi total del Poder Legislativo, la totalidad del Poder Ejecutivo y avasallando el Poder Judicial, el kirchnerismo comenzó a trabajar en lo que se conocería como el Pacto con Irán firmado en 2013.

El Pacto con Irán, declarado inconstitucional en 2014, barría con la causa AMIA para fines políticos: Argentina que atravesaba una fuerte crisis energética, producto de las malísimas políticas del gobierno de Kirchner, decide inclinar el triángulo Buenos Aires-Caracas-Teherán.

Bajo una diplomacia paralela en Siria, en ese momento comenzando su guerra y la matanza promovida por Al Assad e Irán, el kirchnerismo empezaba a dar pasos muy complejos al meterse de lleno en las peores caras de Medio Oriente y el mundo islamista.

Tiempo antes de que esto se hiciera público, el periodista Pepe Eliaschev reveló lo que se estaba negociando en Siria. Para ese entonces, la investigación por encubrimiento saltó por los aires y se encendieron las alertas de la fiscalía.

No hay que olvidarse tampoco que, para esos años, Argentina atravesaba un fuerte aislamiento internacional, crisis de su deuda y despertaba nulo interés en los foros regionales y mundiales. Para eso entonces, Irán fue un socio estratégico del Kirchnerismo.

Quienes mantenían además aceitados vínculos con personas ligadas a Irán y la mezquita de Flores, apuntada como el eje de inteligencia para cometer el atentado a la AMIA, eran y continúan siendo personajes verdaderamente deplorables de la Argentina.

Una pieza clave que motorizó y continúa motorizando la relación entre grupos islamistas y América Latina es Tareck El Aissami, quien fue ministro del régimen de Maduro y hoy es ministro del petróleo. Es, además, el denunciado nexo con Hezbollah y el islamismo.

En todo ese contexto es que Argentina firmó el memorándum con Irán para fabricar su inocencia. Especificado por los enviados iraníes: no se pueden hacer avances comerciales mientras subsistan las acusaciones contra Irán. Y esto tenía un motivo.

En el 2011, el ministro iraní, Ahmad Vahidi, fue expulsado de Bolivia dado que sobre él subsiste la búsqueda de Interpol (circulares rojas) por el cual deben ser inmediatamente detenidos una vez que las fuerzas de seguridad lo interceptan.

Algo similar había ocurrido cuando funcionarios iraníes quisieron viajar a Corea del Sur. Era y continúa siendo muy poco feliz para funcionarios de envergadura del gobierno de Irán tener que escapar de Interpol ante cada viaje. Y esto realmente no es menor.

Las acusaciones argentinas en Interpol en 2007, que fueron validadas por países que podrían haber estado más cerca de Irán en ese entonces, apuntan a funcionarios de las altas esferas: uno de ellos es actual vicepresidente, Mohsen Rezai, quien viajó en enero de 2022 a Nicaragua.

Todos estos años de vinculación entre Irán y Argentina, vía Venezuela, se dieron también en simultáneo con el crecimiento de Hezbollah en la Triple Frontera que une a Brasil, Argentina y Paraguay donde hoy no existe ninguna intención de controlarla.

Existe un acuerdo de cooperación firmado después de los atentados del 2001 llamado 3+1, pero es muy poco el compromiso para mantenerlo en pie.

Estos acuerdos, además, fueron seriamente desalentados durante los gobiernos de Lula Da Silva y Kirchner, respectivamente.

Con Brasil ocurre algo más: los gobiernos brasileros nunca han designado a Hezbollah como una organización terrorista, algo que sí hizo el gobierno de Macri en 2019.

Todo esto hizo eclosión en el año 2015 cuando Nisman denuncia a Cristina Kirchner.

En la Triple Frontera y Venezuela estos grupos islámicos operan en una zona gris en donde comulga el terrorismo islámico y el crimen organizado, especialmente la falsificación y distribución de documentación de viaje (pasaportes), tráfico de armas, personas y otros.

¿Por qué fue asesinado el fiscal Nisman? La justicia persigue hoy 2 premisas: primero que Nisman murió por la denuncia que había realizado. El fiscal pretendía mostrar la existencia de un pacto de impunidad y la confabulación criminal para exculpar a Irán

Segundo, que Nisman fue asesinado y que el suicidio no pudo ser demostrado, que esa noche hubo movimientos inusuales cerca del domicilio de Nisman por parte de los espías, que hay contradicciones en sus declaraciones y que la escena del crimen fue invadida.

Hay además un dato que muchas veces se deja de lado: el 17 de enero, un incendio en Casa Rosada eliminó miles de registros del ingreso a la casa gobierno de los últimos cuatro años cuando el gobierno argentino estaba negociando con Irán.

Lo que había ahí ¿nunca? lo sabremos.

Muerto Nisman, el hombre que más conocía la causa AMIA y que estaba decidido a desbaratar un entramado de más tres décadas, Irán continuó ingresando en Argentina y los grupos ligados a la mezquita continúan funcionando, a la espera de una rendija de impunidad.

En el 2019, Cristina Kirchner, la entonces denunciada por liderar la confabulación criminal, presentó su libro “Sinceramente” en Argentina.

Uno de los asistentes fue, ni más ni menos, que Mohsen Alí de la mezquita de Flores y un conocido negacionista y antisemita.

Vía @danilerer recuerdo uno de los viajes de Mohsen Alí a Irán para reunirse ni más ni menos con Ali Akbar Velayati, uno de los prófugos por haber atentado contra AMIA.

Es tal la gravedad que Irán no solo no coopera con la entrega de los acusados, sino que se producen hechos como este. En 2018 fue Velayati quien llegó a Rusia, donde no pidieron su detención tal como lo solicitó Argentina.

La muerte de Nisman desempolvó más de tres décadas de una estructura paralela que golpeó en dos ocasiones en nuestro país y que está siempre viva para volver a atacar.

El olvido, lamentablemente, termina siendo aliado de la impunidad.

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