En #MiPaseo, hoy comprobaremos el porqué de aquel lema que figuraba en el mas antiguo de los escudos de Madrid, allá por el siglo XII que decía "fui sobre agua edificada...."
Un paseo que vuelve a estar lleno de naturaleza y de historia. Nos acercaremos a La Dehesa de la Villa.
Si algo destaca en la Dehesa de la Villa es el recuerdo que ha dejado en esta zona el viaje de agua de Amaniel.
Creo que o mejor será entender como eran los viajes de agua.
Madrid tiene un río, el Manzanares, pero no se utilizó como agua potable porque además de no ser de buena calidad, quedaba muy bajo respecto a la ciudad haciéndose bastante complicado la distribución del agua.
Pero no hubo ningún problema de abastecimiento, en Madrid había agua de sobra, pero estaba en el subsuelo.
Sabemos que desde la época musulmana el agua se distribuye por toda la población a través de los qanats (galerías)
Estos viajes atravesaban la ciudad desde las afueras hasta el centro, tomando el agua de las napas subterráneas. A lo largo de estos canales se construyeron pozos para poder contralar el recorrido del agua, ésta simplemente se precipitaba “se dejaba Caer”
ya que el núcleo urbano se encontraba en un nivel mas bajo, es decir fluía por la propia gravedad.
Hay varios viajes que recorren la ciudad, quizá los mas importantes sería: Amaniel, Abroñigal Alto y Bajo, Alcubilla y Fuente Castellana.
Aunque hoy no se utilizan, todos han dejado su rastro que podemos ir descubriendo.
Se calcula que habría unos 124 Km de viajes de agua bajo el suelo de Madrid y que funcionaron desde el siglo XVII hasta el XIX cuando se crea el Canal de Isabel II.
Los viajes de agua llegaban hasta las fuentes públicas y a ellas acudían los vecinos y aguadores para repartir por las casas.
Cuando se traslada la corte a Madrid, (1561) con Felipe II y se instala en el Alcázar,
manda construir el Viaje de Amaniel para que le llegue agua hasta el Palacio. Ya vimos la fuente de los Caños del Peral en la plaza de Ópera, pero estos no son suficientes y se ampliaran los ya existentes que traen las aguas desde las afueras, Fuencarral Canillejas y Chamartín
El duque de Lerma decide que se traiga agua desde la Dehesa de Amaniel y atravesando toda la ciudad llegará hasta Palacio, pagarán impuestos para poder utilizarlo la nobleza y algunos conventos y se instalaran 3 fuentes públicas.
En 1621 se termina el viaje de Amaniel que funcionará hasta 1858 cuando, al aumentar la población se quedan pequeños los viajes y se inaugura el Canal de Isabel II que traerá el agua del río Lozoya. El viaje de Amaniel tenía 2 ramales, uno atravesaba la Dehesa de la Villa.
Gracias a unas obras comenzadas en 2005, se descubrieron restos del viaje. Hoy se pueden visitar parte de sus instalaciones. En total llegó a medir 6 km y el arca principal estaba en la Puerta de Fuencarral (hoy glorieta de Ruiz Jiménez)
Cerca de la Dehesa de la Villa, en el parque de Juan XXIII, se puede visitar El Caño Gordo, donde está una parte muy interesante del viaje de agua de Amaniel pudiendo conocer el Arca vieja y las galerías subterráneas.
Las galerías están realizada en ladrillo
y miden unos 180 centímetros de alto por 70 de ancho, lo justo para poder entrar y realizar el mantenimiento. Bajo el suelo irá el canal por donde baja el agua hasta el Arca. Las arcas eran utilizadas como depósitos de agua, en la superficie estarían las Cambijas.
Distribuidos por el parque de la Dehesa, encontraremos los Capirotes que hacían las veces de tapaderas de aquellos pozos que servían para controlar la instalación y poder mantenerla en buen estado. Son piedras con forma de pirámide con un orificio lateral para poder ventilar.
Llegamos al bosque de la Dehesa de la Villa y vamos descubriendo su historia.
Desde 1434 se la conocía como Monte de Amaniel. Fue un regalo de Alfonso VII en 1152 a la Villa por luchar contra los árabes y conquistar la zona unos años antes.
Se trataba de una colina con una altura de 700 m. a las afueras de la ciudad siendo utilizada en principio como coto de caza para los reyes.
Medía unas 1.000 hectáreas y el nombre se debe a un tal D. Lope de Amaniel que fue ballestero del rey Enrique II.
Estaba lleno de encinas
Desde el s. XV se utilizará como lugar de pasto para el ganado. Este ganado era el que servía de alimento a la ciudad, y se prohíbe la entrada al público, van desapareciendo las encinas, se dedica al pasto hasta que en el siglo XIX se empiezan a plantar pinos, los que hoy vemos.
La zona se va parcelando y se arrienda buena parte en el siglo XVII para sacar dinerito y poder pagar las obras del nuevo Palacio Real. Así se va perdiendo perdiendo terreno, llegando a unas 60 hectáreas que tiene actualmente.
En 1901 el estado cedió los terrenos al Ayuntamiento de Madrid para que se utilizará como parque vecinal.
En 1929 se cede el terreno necesario para construir la ciudad universitaria de la Complutense. Pero ahora,
caminemos para disfrutar del parque.
Podremos seguir el camino del antiguo Canalillo.
Se trataba de un canal que hacen para aprovechar el agua sobrante de la traída de aguas al construir el Canal de Isabel II (1868). Estas aguas se usaban para regar huertas. Se utilizó durante un siglo.
El Canalillo tenía 2 ramales.
Fue diseñado por Juan de Ribera (1863), de ladrillo, media 2 m de ancho, 1 m de profundidad, iba haciendo un recorrido buscando la pendiente, con un recorrido de 6 km. Poco queda de aquello ya que se cubrió y hoy solo vemos un paseo que sigue sinuosamente parte de su recorrido.
Podemos subir hasta la fuente de La Tomasa que hoy funciona como observatorio de aves. Hay muchas versiones sobre el origen del nombre de esta fuente. Todas coinciden en que la Tomasa era una prostituta muy conocida en la zona que iba a lavarse a esta fuente.
Seguramente por el camino encontraremos restos de la guerra civil, de algún búnker y de trincheras que han resistido el paso del tiempo. Como sucede con la llamada Cueva de la Muerte, hoy solo quedan unos restos, pues se hizo una pradera artificial y quedó oculta.
vamos dejando por el camino distintos tipos de mojones de linde o del propio canal de Isabel II unos de cemento y otros metálicos.
Subimos hasta "el parlamento" un espacio de piedra construido por los vecinos para reuniones, en algún tiempo clandestinas.
Vamos a darnos una caminata para llegar al Cerro de los Locos, incorporado al parque en 1998. Anteriormente se conocía como cerro de las balas porque estaba cerca de un campo de tiro y terminaron llamándolo de los locos por la gente que frecuentaba este lugar.
Eran toreros, boxeadores y gimnastas que subían aquí a hacer ejercicios y prácticas. Antes no había tantos gimnasios como ahora. Está costumbre empezó en 1920 y duró bastante, solo interrumpida por la guerra que fue una zona muy castigada por estar cercana al frente.
Se instalará una torre de electricidad y sus paredes se empezaron a utilizar como frontón. Hoy se puede ver una placa que recuerda esto.
Se organizaron estupendamente llegando a instalar unas duchas y una pequeña piscina.
Desde este cerro hay unas vistas estupendas de la sierra de Madrid.
Vamos bajando y llegamos hasta el centro de información donde podremos hacernos con planos y tomar nota de todo tipo de actividades que organizan en el parque.
ya saliendo, encontraremos la llamada Casa del Escudo, en su momento era la aduana para la entrada de mercancías, funcionó hasta mediados siglo XX hoy es un centro de integración. Interesante es el escudo de Madrid que conserva en su fachada.
Hemos dado un gran paseo y nos podemos marchar a descansar y a tomar la merienda, una última caminata y llegamos hasta el metro, una de las paradas mas cercanas es la llamada Vicente Alexander y allí en el anden nos recibe con uno de sus poemas.
Ahora os invito a una rica merienda para que os recuperéis y no dejo de dar las gracias por veniros a conocer parte de mi ciudad. Hay pastelitos de limón y de manzana, elegid!
Ya sabéis, compartir es precioso, no dejéis de hacerlo. ¡pasad muy buena semana! ¡Salud!
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