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Farmacéutico, bipadre y del atleti. Hilos sobre historia de los medicamentos, curiosidades, farmacología y algo más… instagram/juliofdez79

Apr 2, 2023, 14 tweets

Mejillas sonrosadas, piel casi traslúcida, labios carmesí, dientes bien blancos y figuras tremendamente delgadas…así era el estándar de belleza en plena época victoriana.

Los labios rojos y ojos brillantes los usaban las trabajadoras sexuales para simular excitación. Para conseguirlo usaban carmín y Belladona.
La “tisis” también provocaba mejillas enrojecidas, labios rojos y ojos brillantes.

La tuberculosis, conocida en ese momento como consumo, fiebre agitada y tos en el cementerio, era epidemia que afectaba a todas las clases y géneros sin prejuicios.

Se asociaba con mujeres respetables y se pensaba que se desencadenaba por el esfuerzo mental o demasiado baile.

Se observó que causaba piel pálida, cabello sedoso, pérdida de peso y un tono febril en la cara (junto con síntomas que incluyen debilidad, tos con sangre, malestar gastrointestinal e insuficiencia orgánica)se trató con poco o ningún efecto con sangrado, dieta, vino tinto y opio

La hipótesis de que era causada por el esfuerzo mental, junto con el alto número de artistas e intelectuales que perdieron la vida por tuberculosis también llevó a su asociación con los poetas.

Según Alejandro Dumas “ "Era la moda de sufrir por los pulmones; todo el mundo era consumado, especialmente los poetas; era una buena forma escupir sangre después de cualquier emoción que fuera sensacional, y morir antes de llegar a la edad de treinta años".

Era lo más parecido al club de los 27 de las estrellas de la música actual, aunque por causas totalmente diferentes.

Debido a su asociación con mujeres jóvenes y poetas, la enfermedad en sí misma llegó a representar la belleza, la pasión romántica y la hipersexualidad.

Su tez casi pálida, era debida a la enfermedad, se desmayaban por falta de oxígeno más que por la tensión del corsé.
Si la enfermedad no te podía dar esa belleza “esperada” había otros atajos para conseguir cumplir los cánones de belleza.

Se decía que tomar pequeñas cantidades de arsénico regularmente producía tez clara, pálida y fantasmal. Lola Montez informó que algunas mujeres en Bohemia bebían con frecuencia el agua de los manantiales de arsénico para blanquear su piel.
Así que consumían Obleas de Arsénico.

También usaron una especie de ungüento de aceite de oliva y así hablaban de cómo aplicarlo: “Mezcle una cucharada del mejor alquitrán en una pinta de aceite de oliva puro o aceite de almendras, calentando los dos juntos en una taza de lata en agua hirviendo.

“Revuelva hasta que esté completamente mezclado y suave, poniendo más aceite si el compuesto es demasiado espeso para correr fácilmente. Frote esto en la cara cuando se vaya a la cama.

Tras varias aplicaciones, la piel se verá suave, hidratada y teñida como la de un bebé.”

Usaban amoníaco como enjuague capilar y, lo que es más preocupante, como depilatorio. Para un cabello sano. Se recomendaba frotar todas las noches con un cepillo en un recipiente de agua con tres cucharadas de amoníaco añadido.

Para lograr los "ojos brillantes" febriles ideales, algunas mujeres todavía usaban belladona (que podría causar ceguera), mientras que otras recurrieron a poner jugo de limón u otros irritantes en sus ojos.

Todo fuera por cumplir el estándar de belleza.

FIN.

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