Este finde vi el #elamordespuesdelamor.
Y escribí este hilo para los que nos vimos ahí, entre la primavera democrática y las búsquedas existenciales después del trauma de la dictadura, tratando de responder porque nos emocionamos.
Espero les guste
Intro: Nací en el 69. Con Armstrong llegando a la Luna. Pertenezco a la generación que vivió la dictadura como un niño. Empecé la primaria en marzo de 1976. Nos criamos entre el miedo. Y en el medio de ello conocimos el rock. Un espacio de libertad y goce.
Con la llegada de la democracia descubrimos lo que había pasado por medio de canciones. Y también conocimos la esperanza que el rock veía en esa salida. Ante tanta muerte, se trataba de vivir, esa era la historia. Somos la vida, era el slogan de Alfonsín. A lo mejor resulta bien.
Y aparecieron nuevas canciones, urgencias y demandas. Y ahi, Fito. Un chico talentoso que nos acompañó en ese camino de tratar de crecer.
¿Que es lo que hace que hoy, a 40 años de su irrupción en nuestras vidas, que coinciden con la democracia, nos conmueve de la serie?
Porque antes de verla ya sabíamos que se trataba de un pibe sensible y esperanzado al que lo golpean las muertes y que hundido fue construyendo su salida. Lo sabemos. Y sin embargo la vemos y nos llega a las tripas. Porque nos interpela.
La serie es un hecho politico, no solo un espectáculo. Como en Argentina 1985 poco sentido tiene debatir la rigurosidad histórica. Interpela a los jóvenes que fuimos en aquella ilusoria en la primavera democrática. A nuestros sueños de poder y de querer cambiar el mundo.
Y nos recuerda como le pusimos el cuerpo. Llenamos las plazas del país en Semana Santa. No solo no todo estaba perdido, teníamos las ganas de reconstruirlo. Fito contando su vida, nos contaba, exhibiendo sus llagas y cicatrices nos interpelaba como chicos y como sociedad.
Buscando amores, probando y experimentando, insatisfecho o enojado, por momentos rebelde, por momentos esperanzado, por momentos golpeado, sus letras de amores y desamores, excesos y enojos, perdidas y ausencias reflejaban lo que vivíamos y sentíamos.
Y esa desesperada búsqueda personal de redención ante el dolor y las ausencias, fue contemporánea a la desesperada búsqueda de la paz en la post dictadura ante el dolor y las ausencias. A Fito lo cura el amor, a la sociedad, la justicia.
Por eso puede ser vista como otra cara de Argentina 1985.
Se trata de construir un camino de redención. De salida.
Esa búsqueda interior y existencial de Fito, esas letras desnudas eran el contrapeso a la fiesta necesaria e irónica a la que nos invitaban Virus, Soda y los Twist
Del baile extasiado, frenético, liberador y festivo, con Fito el baile era vacío, oscuro, doloroso.
Hoy, muchos pasamos por algunos golpes que ese chico pasó a los 22. Por eso escuchar Ciudad y Track Track, 35 años después, sigue siendo conmovedor.
Hasta que el éxito llega. Pero no el éxito de un disco (que lo fue) sino como acto de sanacion ante el dolor. El amor después del amor es la llegada, la redención. En mi supuesta rebeldía fue el disco que odié. Que no compré. Porque Fito, enamorándose, nos había traicionado.
Solíamos decir que, enamorado, enterró al Fito maldito y verdadero. Hoy vemos que fue al revés. Era cuestión de crecer. Años después, pudo sintetizarlo en Dejarlas Partir. Y nos dejó la ilusion de una calle al final. Ahí empecé a entenderlo. Y a dejarlo partir.
Asi, se puede comprender por qué, años después, el tiempo lo puso en otro lado, se sentó al lado del camino y dejó de pertenecer a algún ismo.
¿Y nosotros? ¿Adonde quedaron nuestras ilusiones de cambiar el mundo?
¿Como fue que nuestros sueños y esperanzas en las respuestas de la democracia hoy parecen ingenuidades frente a lo que vino después y a la invasión de derecha que hoy nos rodea?
Como Argentina 1985, la serie entra en nuestras memorias.
Y reabre nuestros pasados no pasados.
Porque hoy, 40 años después, todo se ha puesto en debate de nuevo. Hasta aquel consenso democrático.
Por eso la serie nos interpela como sobrevivientes de los 80. ¿Adonde están esos jóvenes que éramos? ¿Que hicimos con lo que hicieron aquellas canciones con ellos?
No tengo respuestas. Solo las preguntas qué nos genera mirar la serie y mirarnos. Si. La vida es una moneda. Y tenemos deudas con los que fuimos. En tiempos de Mileis y payasos que la cuestionan de puro antik, la serie también funciona como espejo.
Para celebrar la redención de Fito y la nuestra. Su resiliencia y la nuestra. Pero también para reencontarnos en aquellas ilusiones que hoy deberíamos poder reconstruir.
Con canas, pero con las mismas ganas de preguntarnos, una vez más, quien dijo que todo está perdido.
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