Mi nombre es Friné, nací en Tespias, Beocia, en el siglo IV a.C.
Mi verdadero nombre es Mnésareté, pero me pusieron de apodo Friné (sapo) por el color aceitunado de mi piel.
Fui la hetaira del mismísimo Praxíteles y hoy os voy a contar mi historia.
No me confundáis con una pornai, con todos mis respetos hacia ellas, yo no soy una prostituta que trabaje en un burdel.
Soy una hetaira, una mujer libre y refinada, una compañera exclusiva, culta y educada.
🎨 Alma-Tadema.
En el año 375 a.C, mi familia y yo tuvimos que huir de Beocia hacia Atenas ya que los tebanos volvieron a destruir nuestra ciudad como ya lo hicieron en la Batalla de Leuctra (enfrentamiento de Tebas y Esparta).
Allí conocí a mi amante, Praxíteles, el escultor más importante de la época.
Fui su Musa y modelo.
¿De dónde pensáis que viene la famosa curva praxiteliana?
Yo era la mujer más hermosa y sensual de la Antigua Grecia, o al menos, eso es lo que decían de mí.
🎨 Friné, Grottger.
Tanto que me comparaban con Afrodita, la más bella de entre todas las diosas.
Y en su Afrodita de Cnido me inmortalizó.
La primera estatua desnuda de una mujer de la Antigua Grecia, ¡qué valiente fue!
Un día, Praxíteles me dijo que eligiese una escultura de su taller que me la regalaba como pago a mis servicios.
Yo no tenía ni idea de cuál elegir, así que tuve una idea.
Le dije a un esclavo que cuando estuviésemos cenando gritase: ¡Fuego!
Praxíteles al escuchar esto dijo: "¡Salvad a mi Eros!".
Ya tenía la escultura que quería.
Que las guapas también podemos ser listas.
Yo no iba a baños públicos, lo que más me gustaba era soltarme el pelo, desnudarme y bañarme en el mar en las fiestas de Eleusinia; los ritos de iniciación anuales al culto a las diosas Deméter y Perséfone que se celebraban en Eleusis.
🎨 Henryk Siemiradzki.
Por lo que soy más conocida fue porque me acusaron de impiedad, lo mismo que le ocurrió a Sócrates y Aristóteles.
Toda la culpa fue de Eutias al que yo rechacé y me denunció porque dijo que hacía parodia de los misterios de la diosa Deméter cuando me bañaba desnuda.
Pradier.
Me llevaron a juicio en el Areópago; tuve la suerte de que me defendió Hipérides, uno de los diez oradores áticos de la antigüedad clásica y más respetados.
Vale y porque fue mi amante también.
Y cuando todo parecía que iba en mi contra y me iban a condenar, Hipérides me quitó la túnica que llevaba y me dejó completamente desnuda delante de todos los jueces.
🎨 Jean-Léon Gérôme.
Los jueces tuvieron miedo de mi cuerpo y de mi belleza superior, era la mismísima Afrodita y no se atrevieron a condenar a una diosa por sus supersticiones, así que me absolvieron.
🎨 Joseph Frappa. Friné les enseña sus pechos a los jueces.
Y es que para los griegos existía una palabra como verdad absoluta, la 'Kalokagathia', compuesta por dos adjetivos, καλὸς (kalòs, 'bello') y ἀγαθός (agathós, 'bueno').
Lo bello es bueno o lo que es lo mismo, nada bello puede contener maldad.
Y esa era yo.
Francesco Barzaghi.
Espero que os haya gustado.
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