Hace mucho tenía ganas de contar, aunque sea brevemente, la historia de cómo un cañón que perteneció a las defensas del morro de Arica, fue robado por un grupo de peruanos ariqueños precisamente 25 años después del sacrificio de Francisco Bolognesi y sus mil 600 soldados.
La historia más certera la tomo del periodista Gerardo Vargas Hurtado, nacido en la Arica peruana en 1869 y que editó el libro “La Batalla de Arica”, publicado en 1925. Aunque parezca guión de cine, la audacia (y algo de locura) de sus protagonistas es totalmente real. Palabra.
Imaginen el escenario: Tacna y Arica cautivas en Chile, a la espera del plebiscito que debía devolverlas al Perú.El patriotismo está a flor de piel.Los vecinos a los que nadie les ha contado de la batalla, muchos veteranos que pelearon por defender sus propios hogares y familias.
El proceso de la llamada chilenización es muy agresivo en las provincias cautivas. A Jorge Basadre (foto) le rompen la cara a pedradas cuando iba a las negociaciones previas al plebiscito en 1926, así qué imaginen cómo era el ambiente en 1905.
Todos resistiendo la ocupación de sus calles, colegios, negocios. Había que tener un gesto. Algo que les dijera podrán apalearnos,podrán mancillarnos,podrán saquear nuestras casas y pintar la cruz negra de la muerte, pero el espíritu sigue intacto. Ahí tienen a la ciudad heroica.
La batalla de Arica cumplía bodas de plata y pese al tiempo pasado, los pesados cañones que artillaron sus fuertes siguen allí a la vista de cualquiera. Algunos incluso, los que han sido reventados, son vendidos como chatarra sin valor histórico, al mejor postor.
Cualquiera que subiera en peregrinación al morro podía verlos. Y allí estaba ese enorme cañón Voruz oxidándose con el salitre de la playa. Un cañón que era parte de las defensas de la llamada Batería Alta, las que estaban a cargo del capitán de navío Guillermo Moore.
Sí, el responsable del naufragio de la fragata Independencia luego del combate de Iquique. Sobre él, la pérdida de la nave y cómo murió en Arica -como figura aquí en "El último cartucho", de Juan Lepiani- también tengo una historia. El único que peleó con Grau y Bolognesi.
Volvemos a 1905, cuando aparecen los protagonistas de esta historia: los miembros de la Sociedad de Beneficencia de Arica. "Pues nos lo llevamos y que termine en Lima", imagino que diría uno de los entusiastas miembros en una de sus ascensiones al morro, viendo al viejo Vóruz.
Estaba por inaugurarse la Plaza Bolognesi y llevar de regalo 1 de los cañones que se especula él personalmente había traído desde Europa(coronel de artillería al fin y al cabo),bien valía la pena de enfrentarse a un más que posible pelotón de fusilamiento si es que los agarraban.
“Eran las 9 de noche de un día de 1905 en la casa donde funcionaba la Sociedad Peruana de Beneficencia de Arica, y acordaron trasladar al Perú el cañón como un obsequio a la patria, luego hicieron un juramento de guardar secreto sobre tamaña empresa a realizar", (...)
"(...)ya que de ser descubiertos o iban a la cárcel o podrían ser muertos", dice Vargas, que agrega"que trabajando desde las 9 de la noche hasta las 4 de la madrugada, llevaron los esforzados ariqueños el cañón tras rudo bregar, hasta la ceja de la montaña llamada ‘Cerro Gordo´,
Sigue el periodista: "desde ahí lo lanzaron con todas sus fuerzas al abismo cerca a la playa “La Lisera”. Al caer saltaban chispas, y un ruido bronco, como si el morro animara a estos sus hijos, para luego enterrarse un metro de profundidad.
Un Vóruz es una bestia de como mínimo 4 toneldas de peso (pueden pasar las 14) de hierro o acero fundido y estaba pensado para los combates navales o como batería costera de defensa. Sus balas, explosivas, podrían alcanzar los 3mil500 metros de distancia y pesaban más de 250 kg.
Sobre nuestro protagonista, la historia no confirma si fue Bolognesi quien lo adquirió. La otra tesis de su llegada a Arica no carece de heroicidad. La corbeta Unión hace una doble ruptura del bloqueo y desembarca 2 cañones Vóruz para los peruanos ya sitiados en el morro.
Vargas Hurtado sigue con su reporte: "Luego de desenterrarlo fue llevado a la playa e intentaron subirlo a una lancha, pero el mar estaba embravecido, motivo por el cual tuvieron que cavar un hoyo y enterrarlo cuidando de ser vistos por los chilenos...
Luego de 2días amainaba la braveza y procedieron a embarcarla. Fue ‘obra de romanos’ tal proeza, amparados en la oscuridad de la noche. La lancha se dañó y cuando el capataz de nacionalidad chilena se apercibió de ella, se la atribuyeron a los golpes en los roqueríos de la playa"
Los peruanos se seguían jugando el pellejo. "Luego estuvieron a punto de ser descubiertos cuando se embarcaba al “Coloma”, ya que a corta distancia del buque noruego, se encontraba fondeada la torpedera chilena “Condell” cuyos vigías podrían percatarse del embarque del cañón".
"Sin embargo los ariqueños supieron darse maña para realizar la operación sin ser advertidos. Y así lo quiso el esfuerzo de estos aguerridos Ariqueños, por darle un regalo a la patria lejana”. Así acaba el periodista su reporte.
La historia es tan, pero tan increíble, que quizá no pasó exactamente como la cuentan, y siempre hay espacio para la especulación, la leyenda y la aventura. Espacio para el patriotismo inflamado de los que siendo peruanos están lejos de la patria. Resistiendo.
Pero de corazón espero que esos peruanos con el agua al pecho, jugándose la piel tantas noches frías cargando 4 mil kilos de historia, coraje y artillería -siempre el oído atento al grito de un vigía o el balazo de un carabinero-, sean reales de cabo a rabo.
Lo que sí es cierto y cualquiera de ustedes lo puede comprobar, es que en el Museo a los Combatientes del Morro de Arica, en pleno Centro de Lima, y pese que la plaza y el morro fueron tomadas y nunca más tropas peruanas pisaron el lugar como para tentar un rescate...
...hay un buen cañón francés Voruz, de 4 toneladas, partido por la mitad, luego de ser volado por sus defensores, para que nunca estuviera en manos de sus adversarios. Visítenlo. Hagan preguntas. Conozcan nuestra historia.
Esa es la historia de un cañón. Precisamente hoy que tenemos que andar unidos. No busca exaltar deudas, odios ni fanatismos trasnochados. La unión, desde siempre, hace la fuerza.
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“Puestos a morir, prefieren una tumba en tierra o una en altamar?” El comandante Villavicencio mira a los marineros de la Unión. Al pie del morro de Arica, en aguas abiertas, las naves chilenas los esperan para hundirlos. “¡Moriremos en el mar!” fue la respuesta. Y partieron.🧵🇵🇪
17 de marzo 1880 ocurrió una hazaña de que casi nadie conoce. La corbeta Unión, única nave que le quedaba a Perú tras la emboscada al Huáscar en Punta Angamos, llegó en una misión suicida para socorrer a los defensores del morro de Arica.
Las órdenes de Piérola a Manuel Villavicencio fueron claras. Rompa el bloqueo de los buques chilenos a Arica. Cumpla con su deber y llegue al puerto. Nadie le dijo al comandante de 37 años nada sobre salir de allí, menos con vida.
Hoy sale el Señor de los Milagros. El viernes 28 de octubre de 1746, un terremoto mató a unos 20 mil limeños, que ya dormían a las 10.30 de la noche. Al amanecer la imagen del Cristo de Pachacamilla sale en procesión entre las ruinas. Ya en ese entonces, un ícono centenario.🧵
El 20 de octubre de 1687 a las 4.15am un terremoto que hoy se calcula sobre los 8 grados de Magnitud de momento (Mw) destruyó Lima y un tsunami arrasó el Callao con olas por sobre los 6 metros (una casa de 2 pisos).
Aquel día salió en procesión un anda con la réplica del Cristo pintado en 1561 (sí, esta historia va de adelante hacia atrás, para variar un poco). Se trataba de una imagen pintada en un muro, que no habría tenido mayor relevancia...
Les voy a contar hoy un poco sobre la guerra del Cenepa, allá por el verano de 1995; de guerreros y de sus vivencias en aquella selva de frontera; lo que conversé alguna vez con sus veteranos. Lo escribí para Correo a razón de los 20 años del conflicto. Los héroes del silencio.
No sé a cuántas personas conozcan ustedes que estén dispuestas a recibir un balazo -o varios- para defenderte. Sin siquiera conocerte, solo porque es lo que toca, lo que a sus ojos está bien. Defender o cuidar la idea de país, o de nación, o de sentido de pertenencia. De patria.
De ellos como parte del nosotros. Yo conozco a unos cuantos de esos. Y me alegra haberlos conocido. Algunos incluso, se sorprendían al saber por qué los buscaba aquella vez. Veinte años, me decían, qué bárbaro. Qué jóvenes, o qué impetuosos, qué diferentes éramos.
El año #Bicentenario no podía acabar, sin visitar la Pampa de la Quinua, en #Ayacucho (más allá de que Bolivar expulsara a los españoles 3 años despues de la declaración de la independencia) Hoy llegué al campo de batalla y les cuento esta historia en hilo y video
Abre quipu👇🏼
Si quiero seguir escribiendo historias, bueno, ahora también las vivo en el mismo lugar.
Al pie del obelisco, hablemos de los muertos, y más aún, de quienes peleaban y morían a cada lado de la batalla entre los ejércitos enfrentados en esta misma pampa.
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A diario caminamos por calles sin saber porqué se llaman así. Aquí les muestro en cuerpo presente a los héroes de la jornada. Por fortuna, la lluvia ya paró un momento. Estamos a 3270 msnm y la altura afecta. Ahora imaginen pelear aquí, cargados con 10 o 20 kilos de equipo.
El 31 de mayo de 1881 -hace 140 años ya- Paula Fiada no sabía que cuando clavó su cuchillo de cocina en el pecho del soldado que intentaba violarla, estaba empezando la batalla de Vilcabamba. Hoy, que es #8M comparto esta y otras historias de señoras de armas tomar. Abre quipu.
Las fuerzas chilenas expedicionarias del comandante Ambrosio Letelier estaban de campaña por la Breña, cobrando cupos de guerra y hostilizando a las poblaciones que no colaboraran en la cacería del coronel Andrés A. Cáceres.
Paula estaba con sus ovejas cuando el jinete la atacó.
Ella sabía por testimonios de primera mano, que el paso de las tropas chilenos estaba marcado por el rastro de mujeres violadas y asesinadas. Luego de acuchillar a su agresor corrió al pueblo, que se ubicaba a 6 leguas de Cerro de Pasco. Tras ella iban la infantería de Letelier.
Les voy a contar una historia de Navidad. Concretamente, la historia de la Navidad en la que dejé de creer en Papá Noél. Cada niño tiene su propio rito de transición; el mío incluye chocolate caliente, cuetones y quemaduras al grito de jojojó! Abrimos un 🧵🎄
No guardo recuerdo de mis navidades antes de mis 6 o 7 años. Por ahí debía andar, quizá menos. Mis hermanos menores y yo, adiestrados por una madre bendita (y desbordada), nos íbamos a dormir sin chistar a las 7pm y la Nochebuena no era diferente.
Lo usual era mi papá haciendo las compras y mi mamá preparando la cena. Hasta inicio de los 90s teníamos la loca tradición de salir a caminar a Larco a empujones el 24 entre 5 y 7pm donde gente recién llegada de Miami vendía de todo en la vereda. Quién te conoce feria del Trigal?