Frente a esta situación de pandemia y cuarentena en donde reina una gran incertidumbre (respecto a los costos, las consecuencias, el final), se revelaron algunas cuestiones:
Los estudios de opinión muestran un enorme consenso social en Argentina en torno a las medidas que adoptó el gobierno para encarar la pandemia. De algún modo, colectivamente priorizamos la salud.
Otra cuestión que se revela es la centralidad del Estado. El Estado aparece como el único actor que, en esta situación, puede cambiarlo todo de un día a otro. Esto redundó (siguiendo las mediciones) en una gran popularidad del gobierno
En este sentido, se redefinió el vínculo sociedad-Estado. Hasta hace un tiempo, la preocupación era por la cantidad de dólares que el Estado nos dejara comprar; hoy aceptamos no poder ir a trabajar, no poder circular, quedarnos en casa.
Incluso parecen haber amplios acuerdos en torno a la necesidad de más Estado. El ejemplo paradigmático del manejo de la pandemia lo encabeza China, países de Europa estatizaron el sist. de salud. Hoy aceptamos (o exigimos) que el Estado pague sueldos, subsidie, gaste en insumos
En este contexto, parece abrirse inexorablemente una discusión: ¿cómo vamos a pagar el costo de la cuarentena? ¿Cómo vamos a distribuir las cargas?
¿Hoy podemos discutir si es legítimo gravar con el 1 o 2% los grandes patrimonios? Cuando se abre esa discusión, ya no es tan fácil lograr estos enormes consensos que genera la salud pública y se empieza a ver con mayor claridad el rol de los medios defendiendo ciertos intereses
Volvemos a debatir el rol redistributivo del Estado. Pero, desde el punto de vista de la pandemia ¿alcanza? Posiblemente no.
Lo que tiene de novedosa esta situación es que nos obliga a repensar cuestiones que dábamos por sentadas, como el lugar de lo colectivo, por ejemplo.
Lo que tiene de novedosa esta situación es que nos obliga a repensar cuestiones que dábamos por sentadas, como el lugar de lo colectivo, por ejemplo.
En estos días se ha usado mucho la metáfora de la guerra contra “un amigo invisible”, que permite revelar la relación entre lo individual y lo colectivo. Como sucede en las guerras, la única forma de salvarnos es en conjunto. En la guerra nadie se salva solo
Somos todos iguales respecto a los enemigos (el virus no discrimina clases sociales, género) y el otro, el que está a mi lado, tiene que ser necesariamente alguien con el que tengo que colaborar, actuar mancomunadamente, porque sino se salva el otro tampoco me salvo yo
Pero, la necesidad de luchar contra un virus y no contra otra comunidad nos exige replantearnos algo novedoso, que excede al rol del Estado y a esta tensión entre indiv./colectivo: nos obliga a reflexionar sobre el modo de estar en el mundo. Como humanidad de ocupar esta tierra.
La pandemia reabrió claramente la discusión sobre el lugar del Estado, mostró el carácter indelegable de al salud. Ahora viene la discusión sobre cómo se van a repartir los costos de la cuarentena. Todo hace pensar que vamos a salir reclamando más Estado.
Pero el coronavirus nos demuestra que no alcanza con discutir el rol del Estado. También resultan necesarias, para que esto no se repita, otras discusiones que exceden de algún modo lo estrictamente estatal.
