Que si EEUU dejará de ser hegemónico o no es concentrarse en el efecto y no en la causa. Hay tres jugadores globales: EEUU, Rusia y China. El resto son actores secundarios que se ubican bajo el cobijo de alguno de ellos.
Encima de las tres potencias están los poderes de facto. Son intereses de personas sin patria, llamemosle 'ciudadanos internacionales', sin otro apego mas que a sus intereses. A estos les da lo mismo Londres o Berlín, NY o París, o Moscú.
Estos han diseñado un esquema que tiene por objetivo: la riqueza de las naciones. En obtenerlas y aumentarlas se concentran todos sus esfuerzos. Se nutren del debilitamiento de los estados nacionales. Necesitan en los países gente funcional a sus dictados para lograr el objetivo.
Digitan a los ocupantes de los asientos clave en la ONU, la UE y en las diferentes organizaciones de comercio y asociaciones que agrupan a países. Ellos no son comunistas ni demócratas, tales categorías solo pertenecen al orden de la accesorio, según sea funcional en cada país.
Por esta razón, en ocasiones favorecen a dictaduras como las de China o Venezuela; o hacen la vista gorda ante gobiernos que rayan la ilegitimidad institucional, como sucede ahora con España, en plena Europa. Todo tiene que ver con aquello que les conviene.
El copamiento y la infiltración de sus agentes (entiendase, quienes lo promueven) alcanzó el éxito total sobre las cenizas de la II Guerra Mundial. Aprovechando la devastación, rediseñaron Europa bajo el paraguas de la unión. El motivo siempre es altruista: evitar futuras guerras
La misma lógica sostuvo la creación de la ONU: evitar guerras, incrementar la cooperación y las buenas relaciones entre los estados. Y así podemos citar a numerosas organizaciones y alianzas que fueron surgiendo por afinidad comercial, política o étnica (Mercosur, etc).
Cuando las organizaciones regionales van de contramano al globalismo, las entorpecen favoreciendo la llegada al poder de corrientes que la debiliten en los países que la componen. Por este motivo toleraron al Kirchnerismo o al chavismo, época en la que Mercosur se volvió inútil.
Cuando en EEUU ganó su príncipal enemigo, Trump; en Reino Unido, el Brexit; y se les metió en Europa el triunfo electoral de corrientes contrarias en Polonia y Hungría, temieron que el proceso infeccioso antiglobalista se les propague a otros países.
El descontento en Francia e Italia, y en Alemania en menor medida, disparó las alarmas. Los agentes del globalismo: El País, The Economits, Bloomberg, La República y todos los medios corporativos de tv y radio empezaron a estigmatizar a las voces disidentes como fascistas.
Partidos a los que los agentes del globalismo llaman 'ultraderecha' y lo asocian con el fascismo empezaron a ganar elecciones regionales y obtener bancas en parlamentos gracias a la utilización de las redes. Vieron que si el fenómeno se extendía, el proceso estaba en peligro.
De regreso a EEUU, la reelección de Trump se perfilaba de manera vigorosa, sustentada sobre los números de la economía. Y en Rusia, Putin iniciaba la reforma de la Constitución para perpetuarse en el poder, desafiando al globalismo con su influencia sobre Europa occidental.
La paradoja: dos de las tres potencias son gobernadas por adversarios del globalismo; la otra, China, necesitando de ella. Tales son las bases que deben considerarse para entender las señales que se emiten desde el núcleo del poder. Se juntaron el hambre y las ganas de comer.
Hay que remontarse al año 2011 para encontrar la primera referencia que Bill Gates hace de la posibilidad de una pandemia, y no al 2015 o 16. De hecho, hicieron un simulacro para tal eventualidad. Y laboratorios de Wuhan trabajaban con el virus del SARS y la influenza.
Y el hecho de que se trabaje con virus en laboratorio no significa que lo hayan producido, pero sí que pudieron haberlo modificado con fines de investigación. Y también es posible que se haya podido propagar desde ahí, sin que signifique una producción de virus, por accidente.
Todo lo anterior, haya sido una propagación por causas naturales o por intervención humana, no tiene relevancia política. Donde la política entra en juego es en la reacción a la crisis. Y aquí es donde entra el papel de los agentes clave. Empecemos por la OMS.
El titular de la OMS fué colocado ahí, pese a sus antecedentes cuestionables. Si revisamos con quién tiene afinidad política (quién lo puso a cargo), sabremos a quién responde. Lo que era una epidemia local se convirtió en pandemia por el conveniente retraso en alertar al mundo.
A partir del encubrimiento de datos vino una propagación global; a lo que se debe sumar la respuesta de cada gobierno, algunos bien y otros mal. Y esto impactó en la economía, en la salud y en la política, y generó un nuevo escenario mundial, con su propia dinámica renovada.
Es en este punto donde la pandemia se convierte en un agente político. Lo que hacen los globalistas es presentarnos su nuevo plan, a partir de esto. Ya no sirven el crecimiento económico o alguna dinámica política anterior al virus. Esto es un antes y un después.
La energía de los gobiernos está enteramente puesta en salir lo antes posible de esta situación. Desde arriba, los agentes del globalismo ya nos están indicando hacia dónde va la cosa: la necesidad de una vacuna global (siempre el altruismo) fué presentada por Bill Gates...
...a través de un único artículo publicado al mismo tiempo, el mismo día🤔, en algunos de los medios más influyentes de diferentes países😉. Días atrás, Henry Kissinger, en otra columna dijo que esta crisis impone el diseño de una especie de gobierno mundial (estoy parafraseando)
En lo personal, soy pesimista sobre el día después. Intuyo que habrá que adecuarse al discurso único, respaldado en una feroz campaña propagandística y en la profundización de la censura en redes. Unos temen la vuelta al poder de los estados nacionales fuertes.
Yo, por lo dicho más arriba; por el contexto y los intereses económicos entrelazados hoy a nivel mundial, lo que me temo es que estamos en presencia del diseño de un nuevo poder global, más centralizado, autoritario y destructor de la ya escuálida soberanía que tenemos.
