Naco, puto o nigger, cambian sus significados a través del tiempo, pero no cambia su intención:denigrar,humillar, devaluar e intimidar a los dominados. Es la violencia simbólica de las palabras que codifica lo superior y lo inferior: es el discurso del poder para la sumisión.Hilo 
Naco ha mutado de una palabra racista a ser un juicio valorativo elitista sobre la cultura legítima, superior y distinguida,que rechaza lo vulgar,lo común y lo ordinario. Es decir, niega a lo plebeyo y lo popular a través de la burla y el desprecio. Hace escarnio de los de abajo.
Naco es lo opuesto a los signos de riqueza material y simbólica reconocidos,al capital cultural "distinguido", con "estilo" y con "clase": es el juicio clasificatorio del consumo y conducta cultural legítimas en el arte,la decoración,la conducta, la apariencia y el vestido.
Señalar al naco es construir una línea divisoria, una segregación de quien no cumple los estándares culinarios, estéticos, fenotípicos, actitudinales, étnicos, educativos de la ELITE. Señalar al naco distingue a la elite o a quienes sueñan, aspiran o aparentan ser parte de ella.
Señalar al naco,es la expulsión agresiva del arbitrario mundo del"buen gusto":una serie de valores que no aceptan tampoco a los"indios",a los "prietos",a los pobres.El mundo del buen gusto se ha autonombrado como correcto y superior y su decreto expulsa a las masas de su olimpo.
Toda ideología justifica relaciones objetivas de poder asimétricas: el sexismo endiosa lo masculino, el racismo la blanquitud; el elitismo es apología de las elites,de su supuesta superioridad moral, estética, cultural e intelectual. Señalar al naco es un discurso de elitismo.
Sexismo, racismo, clasismo, especismo, elitismo, tienen lógicas autónomas pero entrelazadas como un rizo.
Ese entramado es el discurso ideológico de la modernidad capitalista, que ha trazado y ordenado al mundo a su modo y conveniencia. Pero hoy ese discurso está en crisis.
Ese entramado es el discurso ideológico de la modernidad capitalista, que ha trazado y ordenado al mundo a su modo y conveniencia. Pero hoy ese discurso está en crisis.
Es el discurso del desprecio a los dominados, que tarde o temprano, no toleran más la humillación: la ira y la dignidad de los de abajo hace arder el orden dominante y junto con él sus ideologías.
Hoy, el discurso elitista, debe arder, para nunca más volver.
Hoy, el discurso elitista, debe arder, para nunca más volver.
