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No hay gentrificación positiva. La gentrificación no es el proceso de renovación urbana. Gentrificación es desplazamiento de los pobres o clases medias por los ricos y por tanto no puede celebrarse como lo hizo Leo Zuckerman. El problema sí es la gentrificación



El patrón histórico de participación electoral crece en elecciones presidenciales y baja en elecciones intermedias del congreso que son ejercicios frecuentes que la población ya conoce su funcionamiento y objetivos. Aún así, la participación baja hasta el 45% si no hay elección de presidente, la más convocante y que más llama la atención. Pero incluso el bajo nivel de participación de las intermedias no fue logrado en la consulta de revocación de mandato, donde se redujo la participación hasta cerca del 17%. Era totalmente previsible que esta elección fuera aún más reducida, por haberla diseñado con premura, al instalarse menos casillas, al tener el INE menos recursos -lo que provocó una difusión restringida- y en especial por la complejidad de la elección que exigía al ciudadano una revisión de candidaturas inmanejable y sin orientación partidaria como identificación de los candidatos. La elección debió ser progresiva y centrarse en esta elección en la Suprema Corte de Justicia, lo que hubiera permitido un debate más centrado en los candidatos a ministros y en el papel de ese órgano. A ello hay que sumar la errática ausencia de la oposición. La baja participación fue producida por ser una elección de nuevo tipo, complicada y con una organización hecha más o menos al vapor (aunque el INE hizo lo que pudo) que le exigía un rigor informativo al ciudadano promedio imposible de realizar y no por falta de apoyo ni a la cuarta transformación ni tampoco falta de apoyo a la reforma al poder judicial como demostraron varias encuestas, donde la necesidad de la reforma llegaba al 71% de los consultados. Sin embargo, creer que la reforma es necesaria no asegura la participación sin claridad de candidatos y mecanismos de votación.



La lucha de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (organización docente independiente del SNTE, sindicato charril de control corporativo del régimen del viejo partido de Estado), se enmarca en el contexto del ataque durante las últimas décadas a los sistemas de educación públicos en todo el orbe. La precarización de los docentes se ha profundizado debido a los recortes presupuestales impulsados por las políticas de libre mercado, por la condonación de impuestos a los más ricos y las políticas de austeridad neoliberales. La lucha de la CNTE cobra otra comprensión, si se entiende la oleada mundial de huelgas y paros docentes, exigiendo aumento de salarios afrontando la precarización estructural del magisterio. La primavera docente de maestros en EU en 2018-2019, la huelga chilena de profesores antes del alzamiento, los paros recientes ante las políticas draconianas de Milei en la educación o las protestas magisteriales en Italia el año pasado, hablan de que la toma de las calles por los profesores es hoy más la norma que la excepción. Quienes satanizan la protesta magisterial, no parecen entender que el magisterio está en las calles por la resistencia mundial ante la precarización, privatización y recortes de la educación pública.





El capital crece o perece.
La cooperativa Acapatzingo, ubicada en los límites entre las delegaciones Iztapalapa y Tláhuac en CDMX es el asentamiento más grande y más consolidado, de viviendas unifamiliares y edificios de departamentos, de la Organización Popular Francisco Villa de Izquierda Independiente (OPFVII). Aglutina a casi 600 familias, que hoy, desdobladas después de 30 años de que llegaron ahí, debe reunir a entre 3 mil y 4 mil habitantes. En 1994 sus 8 o casi 9 hectáreas eran un terreno baldío y basurero. No es sólo una unidad habitacional, tampoco es sólo una cooperativa de vivienda, tampoco es sólo una masiva organización social: es un poder comunal para regular la vida en plena urbe.


1. “Vamos a perforar, baby, vamos a perforar” es el horizonte del capital fósil, del imperialismo extractivo y del negacionismo del cambio climático de extrema derecha. Su opuesto, a la izquierda, es la lucha contra el extractivismo petrolífero y de cualquier índole encabezada por el movimiento de los pueblos del sur del mundo ( desde Nigeria contra Shell, hasta el movimiento en defensa del Yasuní en Ecuador). Hay que sumar la resistencia anticorporativa contra el cambio climático del ambientalismo del norte y la posición antiextractiva y decrecentista del pensamiento crítico. Así se forma una línea de pensamiento, programática y de lucha: anticorporativa, antiextractiva, decrecentista que va más allá de la posición liberal tecno optimista que prioriza solo las energías limpias y cree en la posibilidad del capitalismo verde. Esta posición anticapitalista está generalmente fuera de los partidos, pero hay algunos que reivindican el ecosocialismo o el comunismo decrecentista



El libre comercio mundial así como las enormes fusiones de empresas agroindustriales han producido a través de la competencia, el desplazamiento del pequeño campesinado y la transformación del régimen alimentario mundial, el acaparamiento del mercado por unas cuantas empresas.
El sometimiento de las civilizaciones que vivían en este continente formó un nueva división del trabajo internacional. Por un lado, Europa creó un sistema esclavista que por la escala de su mercado transformó por completo el esclavismo existente hasta ese tiempo. Un sistema esclavista que dominó la mano de obra en sistemas de monocultivos depredadores y de organización despótica (plantocracia podríamos decir), que orientaban la producción hacia las exportaciones para el abastecimiento-consumo europeo. El mercado internacional de esclavos y la producción esclavista misma estructuraron las bases del mercado mundial tal y como lo conocemos hoy a través del azúcar -que ayudó en la acumulación originaria de nacientes burguesías y formó una nueva sociedad a través de un proceso de exterminio (despoblamiento) en las Antillas, ocupación -colonización y repoblamiento esclavo para la producción del naciente mercado mundial. A las Antillas mayores y menores hay que sumar otras zonas tropicales y subtropicales de lo que hoy es Brasil y Venezuela. El esclavismo tenía una nueva forma, no sólo por ser producción para el mercado europeo sino también por organizarse como unidades productivas que buscaban mayor eficiencia, producción y atizadas por las inversiones europeas. Cuando hablamos de que Europa llegó a lo que llamamos hoy América parece que olvidamos que Europa formó esa división internacional del trabajo (que Wallerstein estudió como un nuevo "sistema mundo").



El correlato del libre mercado fue sin lugar a dudas el de la transición democrática, ambos constructos discursivo-programáticos que se volvieron hegemónicos. En el caso mexicano la narrativa dominante fue que entre 1977 y 1997 se vivió una “auténtica transición democrática [ya que] el país transitó de un sistema de partido hegemónico a un sistema plural de partidos” (Woldenberg, 2012). Esta interpretación, partidocéntrica, elitista y minimalista de la democracia ha obturado nuestro análisis sobre las otras formas de hacer política que son los movimientos sociales y sus luchas contra el régimen neoliberal autoritario. La narrativa transicional generalmente omite que al mismo tiempo que se cristalizaban los impactos de la reforma electoral de 1977, continuaba la llamada guerra sucia contra la lucha armada y contra toda disidencia social desde la izquierda: entre 1964 y 1985 “entre persecución y enfrentamientos secuestros y asaltos, encarcelamientos y desapariciones, murieron 1500 activistas guerrilleros y más de 900 efectivos policiacos y militares (…) entre la población civil, 5000 personas fueron desaparecidas o asesinadas” (Mayo, 2020). Esto cuestiona las motivaciones aperturistas y democratizadoras del mismo régimen. Es decir, el régimen siempre hizo una doble maniobra: reformas limitadas para la izquierda partidaria no armada; terrorismo de estado para la izquierda radical. Fue el modo ideal de mantener la gobernabilidad dando la impresión de apertura, pero con la mano dura del viejo régimen.

El ecosistema lacustre de Texcoco ha sufrido los intentos de desecación y transformación territorial que en buena medida llevaron a su degradación y hasta su casi desaparición. Intentos que vienen desde la colonia española hasta el proyecto aeroportuario de Peña Nieto. Desde hace 100 años, sin embargo, la visión ingenieril y gubernamental para controlar las aguas de la cuenca, tuvo efectos catastróficos. Las obras que desde finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX intentaban domar a las aguas de la cuenca -que bajan de numerosos ríos con las fuertes lluvias de la región- como el gran canal, el tajo de Texcoco a Zumpango el túnel de Zumpango a Tequixquiac y posteriormente el drenaje profundo - de la mano de los entubamientos de los ríos de la ciudad- para frenar las inundaciones de la ciudad, produjeron la reducción de los cuerpos de agua del vaso del lago de Texcoco. Como producto de la desecación, emergieron tierras que en la torpe visión gubernamental, podrían ser productivas o jardines. Buena parte de esas tierras sin embargo, por tener un fuerte contenido salino son estériles. El grado de salinidad de Texcoco, por condiciones geomorfológicas y de la propia cuenca y sistema hídrico de la región, es excepcional en el mundo. El ecosistema ligado a dichos cuerpos de agua, por tanto, también es inusual. Pero los gobiernos dotados de la arrogancia ingenieril creían que los territorios pueden ser moldeados a voluntad. Lo que provocaron en realidad, fue una catástrofe urbana: primero esas tierras provocaron terribles tolvaneras hacia la ciudad. Luego de la desecación, se produjo el fraccionamiento y especulación de la tierra para su urbanización. Además de enriquecerse con el uso ilegal de esas tierras, los gobiernos durante el siglo XX no pudieron frenar, ya sin una parte de los cuerpos de agua (cerca de 15 mil has.), una urbanización desenfrenada y caótica que formó parte de lo que hoy es Nezahualcóyotl y Ecatepec. Parte del desastre urbano que se vive hoy en algunas parte de esos municipios es consecuencia de la desecación irresponsable aunque todavía parcial, de Texcoco.
https://twitter.com/temoris/status/1827135614967484758El zapatismo comparte una visión "antisistémica" con numerosos movimientos de todo el continente que luchan contra la dinámica expoliadora del capital contra la naturaleza y el trabajo. El neoliberalismo ha sido sólo la fase más reciente de expansión capitalista que ha destruido los derechos de lxs trabajadorxs (ahí donde existían), ha precarizado aún más a jornaleros, comerciantes, pequeños agricultores y todoxs quienes no reciben un salario -sectores muy grandes en LATAM- y en numerosas ocasiones regresado a condiciones de trabajo del siglo XIX o capturando a formas de trabajo que rayan en el trabajo forzado. Desde la visión de un amplio espectro de movimientos sociales y de partidos socialistas, comunistas o radicales, esa lógica no se detendrá porque es el corazón mismo del capital: crecer de manera infinita a costa del trabajo. Lo que divide no al zapatismo del obradorismo sino a muchos sectores antisistémicos del progresismo en todo el continente, es la política de "conciliación de clases" con el gran capital extractivo, inmobiliario, turístico, agroindustrial y los inversionistas de la maquila y la gran industria internacional así como el capital financiero que promueven y son responsables de esa expoliación del trabajo. El progresismo busca un pacto regulativo o distributivo con ellos, los sectores antisistémicos luchar contra ellos.

En MX, según la OCDE, sólo 3 de cada 10 jovenes acceden a la educación superior. En otros países de esa organización como Corea, Australia o Islandia, acceden 6 de cada 10. En Argentina, son 4 de 10.
La encuesta que muestra que también el 49% de quienes NO son beneficiarios de apoyos sociales votaron por Sheinbaum debería derribar por completo la argumentación mecánica y lineal sobre la influencia de los programas sociales en la popularidad de la 4T y su candidata