Llegó la hora de comer, parte importante de la vida en reclusión voluntaria, uno come, duerme, lee y eventualmente ve una película en la tele.
Les decía, bajé a la cocina, por la que he desarrollado un amor casi tántrico, a ver qué podía cocinar para
⬇
En esos menesteres me encontraba cuando recordé que para prever un posible desabasto había
⬇
⬇
Resultó como una expedición arqueológica, encuentra uno raras formaciones o restos de alguna cocción antigua, y tiene uno que suponer para qué servía.
Al final
⬇
Piqué la cebolla, puse a descongelar la carne, piqué el tomatito y corté una ramita de romero de mi huerto casero. Hay que aclarar que nada más hay romero y menta en
⬇
Saqué una olla, la llené de agua, puse un sartén en la estufa y cuando intenté encender las hornillas.. ¡voilá! no había gas.
Hablé a la compañía de gas y me dijeron que mañana entre 8 de la mañana y 6 de la tarde lo traían. El problema era que había que
⬇
No se si hayan cocido pasta en micro, es como tapar la chistera del mago con una mascada y esperar que salga un conejo y no vaya
⬇
⬇
Piqué los ejotes y la zanahoria, al tiempo que cambiaba por otro sartén para
⬇
No se si ustedes cocinen con electricidad, pero es muy distinto a hacerlo con lumbre, ajustar la temperatura es más dificil que encontrar el multiplicador del método Centinela de Gatell.
Eso sin contar con que con una sola hornilla hay que ir de olla en olla.
⬇
Revisé por cuarta vez la pasta misteriosa, y tuve que separar los tallarines casi
⬇
Después de aumentar dos minutos más al tiempo en el micro, esperé a que salieran los tallarines, los escurrí y los mezclé con la salsa.
Sorprendentemente estaban muy sabrosos (así pasa después de esperar hora y media).
La pregunta
⬇
¿ No será muy rimbombante?