Te fuiste hace unos años a la casa que no tiene ni puertas, ni ventanas. Te gustaba tanto la vida, fue una cruel ironía verte partir de manera lenta.
Al final de tus años te volviste cliente frecuente de médicos y hospitales.
Primero sería el cáncer, luego vendría la tragedia y te quedaste por meses en tu muy peculiar universo. Partiste demasiado despacio por una razón que aún ahora no logro desentrañar.
En con esa clase de cosas que pienso que Dios tiene el sentido del humor muy, muy torcido o de menos con una fuerte carga de durísima enseñanza.
El mole negro oaxaqueño (con chocolate y almendras, por supuesto).
El pan de zanahoria.
El sonido de las olas del mar o el pasto recién cortado.
Nunca fuiste mala persona, no per se. Merecías algo más piadoso me queda claro, una partida más misericordiosa. Es de las cosas que jamás voy a poder entender, simplemente no tienen sentido.
Espero que donde te encuentres, estés bien.
Estaré bien. Salúdame a los tuyos, a los que no conocí porque se fueron antes de que yo llegara a este plano existencial.
Como quiera que sea espero que estés bien, donde quiera que estés.
P.D.: A los que todavía tienen a sus madres, cuídenlas luego la extraña uno de una manera inimaginable.
¡Feliz día a todas ustedes!